El área de montaje del Caraffa: el cuadro que no se ve

Los montajistas son el eslabón final y fundamental para que la obra termine el recorrido interno del artista y pase a ser del público. Son los responsables de lograr que el concepto de la creación se comprenda tal como el artista lo tenía imaginado.

En el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa hay diferentes áreas que intervienen para la concreción de las muestras que se ofrecen al público. Esta tarea no se reduce a colgar cuadros o presentar una instalación; el trabajo requiere conocimientos técnicos y estéticos. La ubicación y los criterios de organización de las obras en las salas son procesos muy importante y suele llevar un tiempo considerable.

Cada una de las exposiciones plantea diferentes situaciones que se deberán afrontar de acuerdo a los requerimientos éstas exijan. El director del museo, Jorge Torres, encabeza la reunión con las áreas de Producción y coordinación general, en donde informa sobre las muestras que vienen y los tiempos estimados. Luego se hace una reunión más técnica a cargo Julia Romano, en donde se precisa el cronograma definitivo.

En los encuentros con Producción analizan y evalúan el diseño con el artista. “A veces lo que uno tiene en papel no se ajusta a la hora de colgar. En ese momento se vuelve al plano y al diseño”, reflexiona el coordinador y agrega: “El entusiasmo mayor viene cuando ves la obra colgada, aunque el descanso dura poco”. Al día siguiente los encargados de preparar las salas deben comenzar a trabajar en la próxima exposición.

Cada subgrupo de Montaje está equipado con herramientas específicas, mientras que el stock de materiales es administrado por Intendencia encargándose de reponer y solicitar los necesarios.

El trabajo de montaje de las debe realizarse sin demoras ya que existen fechas convenidas de inauguración ya publicadas en los medios de comunicación. Las obras una vez montadas en el muro de las salas pasan a otra etapa, la de la iluminación. Esta tarea se realiza durante la noche para asegurar que la dirección y la amplitud de las luces sean las adecuadas.

La tarea del Área de Montaje no finaliza cuando se inauguran las muestras, ya que el equipo sigue trabajando haciendo guardias y cuidando que las condiciones de las obras permanezcan en excelentes condiciones. Trabajar de acuerdo a un cronograma de exposiciones temporales, presenta para el área de montaje múltiples desafíos. Por un lado siempre se está trabajando con una agenda sumamente rigurosa y con tiempos reducidos, y por otro lado cada propuesta expositiva plantea nuevas formas de presentación que deben analizarse y estudiarse con detenimiento.

Santiago Díaz Gavier, de 40 años y con 15 en esta actividad, es  egresado de la Escuela Figueroa Alcorta y participó en muestras de dibujo y pintura, aunque reconoce que se siente más cómodo en el dibujo.

Está a cargo hace un año del área de montaje del Museo Caraffa. El equipo se completa con seis montajistas, que se dividen en tres equipos, que tienen a su cargo dos salas cada uno, de las nueve que integran el museo.

Toman conocimiento de la muestra que viene en la reunión con dirección y producción, allí se informan y analizan espacio, materiales que necesitan y de que se trata lo que van a mostrar. “Es importante entender el trabajo de montaje como un cruce estético y técnico-dice Santiago Díaz Gavier-. Somos los encargados de crear una atmósfera y respetar el discurso del artista”. Dominio técnico y creatividad son los atributos que requieren estos trabajadores del arte para montar una exposición.

Reciben y despiden obras, se encargan de revisar que todas las obras lleguen bien a destino, para ello deben constatar que tengan los seguros correspondientes y estén bien embaladas a la hora de partir. Se trata de obras valiosas por eso se debe tomar precauciones, aseguran los responsables del área.