El Coro Polifónico y la Orquesta Sinfónica interpretan el Réquiem de Mozart

  • Doble jornada en el Teatro del Libertador San Martín consagrada a una de las obras cumbres del genio del Clasismo
  • Ubicaciones desde 500 pesos, disponibles en boletería y autoentrada.

Este viernes y sábado, el Coro Polifónico y la Orquesta Sinfónica presentarán en el Teatro del Libertador General San Martín el Réquiem de Mozart.

En esta oportunidad, las voces solistas estarán a cargo de Lucía González (soprano), Verónica del Villar (mezzosoprano), Luciano Santamaría (tenor) y Julián Montico (bajo).

La dirección general es del maestro Jongwhi Vakh. Localidades en boletería de avenida Vélez Sarsfield 365 -teléfono 414 3412-, de 9 a 20. También por Autoentrada: 1500 pesos, platea, 800, cazuela, 700, tertulia, y 500 pesos, paraíso.

Obra cumbre

Meses antes de morir, W. A. Mozart, genio del Clasicismo, comenzó a componer un Réquiem para el conde de nombre Walsegg-Stuppach, quien pretendió, de este modo, honrar la memoria de su esposa muerta. La pieza quedó a medio terminar por el fallecimiento del autor.

Hay dos partes terminadas, el resto son borradores. Amadeus nació en Salzburgo, Austria el 27 de enero de 1756 y murió el 5 de diciembre de 1791, a la edad de 35 años, a causa de una afección renal.

Sobre el contexto en el que se compone esta monumental pieza litúrgica, Miguel Angel Marín, doctor en Musicología, cuenta «En torno al moribundo se agolpaban músicos que ensayaban y trasladaban a la partitura las indicaciones que Mozart iba dictando«.

Al producirse el deceso, «se puso en marcha un complejo engranaje en el que intervinieron la viuda del compositor y algunos de sus colaboradores (particularmente Franz Xaver Süssmayr) con el objetivo de finalizar la obra. Mozart había muerto. Su leyenda acababa de nacer».

A lo largo de los años, el Réquiem de Mozart fue objeto de numerosos arreglos y transcripciones, incluso hay una transcripción para cuarteto de cuerdas del también compositor austriaco Peter Lichtenthal.

«El Réquiem es una obra grandiosa, poderosa en el temor de sus visiones del Juicio Final, sublime en la suavidad de su evocación de la salvación y el descanso eterno», dijo Orrin Howard, director de Publicaciones y Archivos de la Filarmónica de Los Ángeles, comentarista especializado.