Más de cuatro mil personas iluminaron el museo de Ciencias Naturales

Anoche no le faltó linterna a nadie. Muchos prevenidos la llevaron y a los que le faltaba, la gente del museo se las entregaba.

Una edición más quedó en el recuerdo familiar de aprendizaje y diversión que plantea la iniciativa como modo de acercar la ciencia a los chicos de una manera entretenida y didáctica a la vez.

A las 20 se abrieron las puertas del Museo de Ciencias Naturales especialmente ambientado para la ocasión. Los anfitriones recibían a grupos de cien personas, que ordenadamente entraban cada 15 minutos. Los dueños de casa los esperaban, algunos vestidos de mariposas con alas gigantes de colores e iluminadas, otros con vestimenta fluor y un paleontólogo con las herramientas necesarias  y huesos en la mano, para explicar a niños y grandes, sobre mamíferos, dinosaurios y mucho más de la historia natural.

Con los ojos bien abiertos y la mochila cargada de ilusión, los chicos de la mano de papás, mamás, tíos, abuelos o algún pariente dispuesto, ingresaron  a disfrutar de un recorrido lleno de sorpresas.

Este año, la Agencia Córdoba Cultura, redobló la apuesta llamada “Exploradores luciérnagas. Un paseo con linternas” con sorpresas, magia y compromiso. El lugar se transformó casi en una selva. La iluminación y los sonidos generaban la sensación de estar más próximos al mundo animal. Por dentro, las luces de colores dotaban de otra dimensión a los mamíferos gigantes de Córdoba y los sonidos de rugidos de animales colaboraban para sentirse en el medio de la naturaleza.

La llovizna no opacó la aventura que sumó a miles de familias curiosas y receptivas a participar de las consignas propuestas que se vieron reflejada en las caras de los chicos que bajaban del tercer nivel: «con las linternas podíamos ver mucho más y descubrimos miles de animales».

«Quiero encontrar esqueletos y conocer los dinosaurios», contestaba a una mariposa, una niña con mirada curiosa. Con entusiasmo otra exploradora decía:»en el museo se aprende más, nos enseña sobre dinosaurios y animales disecados».

Cada piso tenía lo suyo, en donde estaban los fósiles, se encontraba un personaje que, con dedicación y solvencia, explicaba a quien se dispusiera a escucharlo cada detalle de las colecciones del museo.

Luego del paseo, agitados de entusiasmo, comentaban  lo divertido que había sido visitar de noche el Museo, que algunos ya conocían pero que era la primera vez que lo hacían con linterna. «De noche  aprendés más, además estuvo buenísimo lo que nos enseñó el paleontólogo», decía un niño al despedir una noche de luciérnagas.