Auditorios del interior, de ayer a nuestros días

La Agencia Córdoba Cultura dio a conocer días pasados el segundo “Relevamiento de espacios escénicos” de la provincia, indagación que es la continuación de un trabajo que comenzó a principios de 2012 y se plasmó en un informe difundido en octubre pasado.

Aunque ambos relevamientos apuntan a identificar la infraestructura teatral en pueblos y ciudades, y con ello trazar un mapa de las artes escénicas que contribuya a la gestión cultural, reúnen además información que permite vislumbrar parte de la historia cultural  y artística del interior provincial, entrelazada a la creación de auditorios, salones y cine – teatros. De los cerca de 280 espacios contabilizados, unos 15 tienen más de 80 años de vida.

Si bien pasaron por innumerables vicisitudes en sus largos años de existencia, muchos de estos auditorios ostentan un pasado para rescatar y un presente que afirma su vigencia. Es el caso de la sala de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Morteros, a 269 kilómetros al este de la capital provincial, entidad fundada en 1891. En la actualidad, el edificio acoge la actividad coral, actos académicos y protocolares, conferencias, actividades culturales y eventos educativos.

Otras veces esas historias del interior profundo tienen nombre propio. Tal es el caso del cine de la ciudad de General Roca, inaugurado a mediados de 1930 gracias al dinero desembolsado por Luisa Franz, una acaudalada vecina que promovió la construcción de esta y otras obras para generar puestos de trabajo, en una población que sentía las secuelas de la crisis originada por el crack financiero de 1929. Luego de un impasse de casi dos décadas, el Cine Franz reabrió sus puertas en 2008, para la cual se movilizaron el municipio, el cura párroco, el productor teatral Javier Farroni y no pocos vecinos de la localidad.

Otra joya arquitectónica con varias décadas a cuestas es el Teatro Cine Moderno de La Francia, en el departamento San Justo, cuyo mentor fue Antonio Gervasio Almada, a quien todavía se lo recuerda como un visionario y precursor del cine. En 2006 el auditorio fue reinaugurado tras ser acondicionado por impulso de una asociación de mujeres, cuya cabeza visible es María Fernanda Grimaldi. Hoy cuenta con una programación permanente de cine y diversos espectáculos, según señala el relevamiento 2013.

Y si de arquitectura se trata, el Salón de la Sociedad Italiana Césare Battisti, en la localidad de Los Surgente, se aparta del molde estilístico inspirado en las corrientes europeas, que eran dominantes en la época. Construido en 1925, se distingue por su fachada de corte colonial, rasgo que lo diferencia de otras salas de la época, concebidas bajo los preceptos del estilo neoclásico italiano. La sala, que alternó actividades teatrales, radioteatro, fiestas familiares, bailes y luego el cine, aun es el principal auditorio de la ciudad.

Como se desprende de los mencionados informes, la proyección de cine llegó más temprano que tarde a la provincia, y el interior no fue la excepción. La mayoría de salas que se inauguraron en las primeras décadas del siglo XX contaron con proyector y pantalla. Algunas fueron abiertas deliberadamente con ese fin, como en el caso del Cine Rivadavia de Unquillo, fundado en 1928 por la familia Ramé. Espacio que también habría de cobijar bailes, espectáculos musicales, actos protocolares y educativos. El lugar fue un lugar de encuentro entre lugareños y turistas (muchos de ellos pertenecientes al círculo de artistas de trascendencia nacional como Luis Sandrini y Tita Merello), que por ese entonces llegaban en buen número a las Sierras Chicas.

En la década del ’80 la aparición del video casero y la modificación de las pautas de consumo de bienes culturales impactaron en su funcionamiento. Este proceso concluyó en 1991 con el cierre de la sala, una historia que también se repite en otros auditorios del interior. Hacia 2008 el municipio local recuperó este importante patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad, iniciativa que contó con el apoyo del Incaa. Renacer también verificado en varias salas que atravesaron crisis parecidas y se repusieron.

El relevamiento menciona otras reliquias, entre las que se cuentan la Sala Luis Berti de La Cumbre (foto), abierta como cine en 1927 y actualmente administrada por el municipio; la Casa de la Cultura y Museo de Alta Gracia, una casona señorial que data de 1891; y el Teatrillo de Brinkmann. Espacios siguen albergando parte de la vida cultural y artística de una porción de la geografía cordobesa.