«La mamá para el bebé es todo, y ellos son todo para nosotros»

Jano nació hace poco más de un mes en el Hospital Misericordia. Su mamá Marina y sus cuatro hermanos, lo esperaban con muchas ansias. Pero tuvo que quedarse internado en Neonatología, ya que pesaba 1,510 kg y tenía 34 semanas de gestación.

Marina nos cuenta que no necesitó oxígeno, porque es un bebé muy fuerte. No obstante, el problema es que le costó mucho subir de peso. «Cada día me daban dos minutos para darle el pecho, porque como él es muy pequeño, al succionar gastaba muchas calorías», explica. Pasaron cuatro días sin que Jano aumentara de peso, y eso la tenía muy angustiada.

En ese momento, una de las médicas del equipo, Fernanda Martínez, le comentó que podían aplicar el método Mamá Canguro, que consiste en que el bebé esté en contacto piel a piel con su mamá, para que ella le transmita su calor y así lo ayude a salir adelante.

«Ese lunes a la tarde empecé haciendo Mamá Canguro durante una hora y media. El martes, cuando lo llevan a pesar, pesaba 1,960 kg, así que yo, chocha», cuenta con mucha felicidad. Paso a paso, el bebé alcanzó los dos kilos, y entonces llegó la tan esperada alta médica. El jueves pasado, Jano se fue a su casa en Carlos Paz y se encontró con sus hermanos, algunos de los cuales aún no lo conocían.

«Hoy lo traje a pesar y pesa 2,070 kg, haciendo lo mismo en casa, ayudándolo, porque necesita mucho el calor de la madre, mucho pecho», dice Marina. Y tiene razón: distintos estudios han demostrado que la temperatura de la mamá y del bebé -con el método Mamá Canguro- se sincronizan, de manera que siempre se mantenga adecuada.

Los beneficios de la lactancia -tanto en bebés nacidos a término como en prematuros- también están más que demostrados, por lo que no duda en recomendarle a otras mujeres que amamanten a sus bebés.

Marina agradece a los médicos y enfermeras que la atendieron en el Hospital Misericordia, en especial a Fernanda, quien la acercó al método Mamá Canguro, que reconoce como un antes y un después en la evolución de Jano.

Las miradas de Marina vuelven siempre hacia su bebé. El rostro de Jano es sereno y se mantiene quietito contra el pecho de su mamá. Cuando ella lo mueve y toca su mano, él se sonríe. Piel a piel, a cada latido, ambos se transmiten no solo su calor, sino también el amor que los unirá toda la vida.

«La mamá para el bebé es todo y ellos son todo para nosotros», cierra Marina, acariciando a su bebé con una sonrisa en el alma.