Internos de Bouwer cantaron con Chango Pirola

En un nuevo concierto de la agenda de actividades culturales que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos realiza en los penales provinciales, el martes 5, los artistas fueron los propios internos del Módulo MD1 de Bouwer.

En realidad, el músico invitado era Rubén “Chango” Pirola, guitarrista y cantor de voz poderosa, que fue a presentar “Siembral”, un repertorio de canciones populares y composiciones propias. Pero resulta que Chango Pirola es nada menos que el director del Coro Voces de Libertad, surgido del taller que dicta a los internos del penal. Así que a la media hora de cantar algunas canciones folclóricas, de pasear al público por diversos ritmos del territorio nacional, el Chango hizo subir a una docena de internos al escenario.

“Ahora me pongo en rol de director”, dijo y le pasó la guitarra a Alberto, uno de los primeros integrantes que tuvo el taller, cuando comenzó en 2017. Ahora de espaldas al público (unas 80 internos y autoridades el Servicio Penitenciario), Chango comenzó a abrir sus brazos y a moverlos como si fueran alas, al ritmo de los acordes de la guitarra y cuando dio la señal, los coristas entonaron una voz común, afinada y estridente: “No sé para qué volviste/ si ya empezaba a olvidar”. Era la «Zamba para olvidar», de Daniel Toro.

El show de Pirola es completísimo. Un buen repertorio con interpretaciones de autores como Cuchi Leguizamón, Raúl Carnota y Ramón Ayala al que le suma, además, un componente pedagógico. Entre canción y canción, habla y describe las características de cada ritmo de las regiones del país, hasta conformar una cartografía de la música popular argentina.

Como director de coro, Pirola tiene un perfil singular: el del canto como herramienta de inclusión. Antes de dirigir Voces de Libertad estuvo a cargo del coro de ex presos Políticos de Córdoba. “Mis coros son espacios abiertos”, dice. “Todos tenemos la capacidad de cantar. Acá llegan chicos que la primera vez les cuesta afinar, pero cuando escuchan su voz entre las de los demás, es decir cuando todos somos una sola voz, se abren y pueden conectarse con la canción”, explica.

“Es como que te abren un rato la jaula. Es un momento de mucha libertad”, dice el tenor del coro. Como él, muchos tuvieron experiencias en la música antes de entrar a prisión: Antonio, el guitarrista, era cantante de Los Villanos del Ritmo; Roberto es imitador de Sandro, tiene las patillas anchas, canosas, como el Gitano y en libertad tenía un grupo llamado Roberto César y los Románticos; Ezequiel es percusionista y dice que en el coro aprendió a escuchar y compartir con los demás. Lukas hacía freestyle en los bares de la cañada. “¿Puedo compartir con ustedes una canción?”, pregunta el chico y se larga con una rima que en su estribillo dice: “Querías que reflexione porque afuera no los escuché/ y ahora te escribo esto porque tú me hiciste un hombre de bien”.

El ciclo de actividades culturales comenzó a principios de enero y continuará hasta fines de este mes, en varios establecimientos de la provincia. Además de abrir un espacio de esparcimiento para los internos e internas de los penales, cada show es también un momento abierto a la participación, ya que varios de os artistas son (como el caso de Pirola) coordinadores de diversos talleres propuestos por el Servicio Penitenciario.