En verano, las aulas del Complejo Esperanza siguen abiertas

Son las 11 de la mañana de un día de semana de enero y, sin embargo, de las aulas de la escuela del Complejo Esperanza se escucha el ruido de un grupo de alumnos. Finalizado el ciclo lectivo, en plenas vacaciones, todos los chicos alojados en los institutos del complejo por algún conflicto con la ley penal participan de los talleres de lectoescritura brindados por el Plan de Lectura del Ministerio de Educación como parte de una iniciativa de la Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia (SeNAF), del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. 

Desde el 15 de diciembre y hasta el 15 de febrero, dos talleristas del programa abren el espacio y brindan herramientas para que los estudiantes puedan aplicar, luego, durante el ciclo lectivo, pero también en la vida en general. “Nos sirve para poner en acción la cabeza y dejar de pensar ‘giladas’”, dice Rodrigo.

La propuesta educativa del Complejo Esperanza es modelo: en su interior los varones pueden cursar primaria y secundaria, a través del CENMA Profesora María Saleme de Burnichón, y del Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa (PIT).

A diferencia de otras provincias, las instituciones educativas están afuera de los módulos, es decir que los chicos se tiene que preparar para salir al patio e ir a la escuela. “Eso los motiva, se arreglan, se ponen las mejores ropas y salen contentos”, explica Javier Pohl, responsable del área de capacitación de SeNAF. En 2018, por ejemplo, 16 chicos terminaron la primaria y dos el Cenma.

“La preocupación era qué propuestas educativas podíamos brindar como secretaria, durante los recesos de invierno y verano. Por eso acudimos al Ministerio de Educación, hicimos una prueba piloto en vacaciones de invierno y ahora está funcionando muy bien”, cuenta Pohl.

En el aula trabajan con propuestas dinámicas, a través de imágenes o textos que llevan los talleristas. Iván sale del aula con un poema que dice: “Los cristales pueden quebrarse/ A veces, basta un leve golpe de abanico/ las Telas suelen desgarrarse al contacto de una diminuta astilla/ Se rasgan los papeles…/”. “Hoy salí re tocado, estuvo muy bueno, porque este poema me hizo ver que nos podemos equivocar, que podemos llorar, que no tengo que ser duro como una piedra porque hasta las piedras se quiebran, loco”, dice Iván.

El programa de verano también sirve como una etapa de diagnóstico para quienes ingresan al Complejo Esperanza durante el verano y deben iniciar el ciclo lectivo en marzo.

“En muchos casos, los chicos llegan expulsados de la escuela, en todo sentido. Lo que buscamos es que puedan reconciliarse, animarse a continuar o a empezar de nuevo”, dice Javier Pohl. Gracias al convenio con Educación, desde mediados de 2018 un equipo de pscicopedagogos visita periódicamente el establecimiento para entrevistarse con los alumnos, para complementar el seguimiento.