El Complejo Esperanza, una escuela de oficios

Albañilería, granja, herrería, peluquería y computación. Son los cursos y talleres de oficios que durante la temporada estival continúan activos en el Complejo Esperanza, con clases y prácticas diarias para que los chicos en conflicto con la ley penal puedan formarse y recibir una certificación oficial.

Se trata de instancias de formación que van de 120 horas a 90, según el caso, que en verano se dan de manera intensiva, con herramientas y materiales disponibles. “Buscamos que los chicos puedan aprender o perfeccionarse en un oficio. Por su edad, muchos no han tenido relación con el mundo del trabajo y este es un buen acercamiento”, dice Diego Capra, jefe de área de talleres de capacitación laboral del Complejo Esperanza, que depende de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF).

Entre marzo y abril, la oferta de capacitaciones en oficios del Complejo Esperanza asciende a más de 12 talleres y cursos, que duran tres meses en promedio. En verano, la población del establecimiento es menor, pero las actividades no cesan.

Es una mañana calurosa de enero y cuatro alumnos trabajan alumbrados por los chispazos de la soldadura, en el taller de herrería. “Estamos haciendo un comedero para los pollitos con un calefón viejo que reciclamos”, explica uno y señala un objeto parecido a un plato volador que está sobre una mesa. En herrería, aprenden a soldar y a moldear el hierro, a fabricar desde una simple parrilla, un asador, hasta muebles de jardín o aberturas. Hace poco estrenaron un horno chileno fabricado por ellos mismos, con empanadas y asado.

Con excepción del taller de granja, que es desarrollado íntegramente por personal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, el resto de las actividades de formación parten de un convenio con la Secretaría de Equidad y Promoción de Empleo de la Provincia, que brinda los docentes y la certificación oficial. “Son los mismos cursos que la Secretaría brinda en otros ámbitos, pero adaptados para que en pocos meses puedan cumplir con las 90 horas exigidas”, explica Capra.

Hay talleres -como computación y peluquería- que son dictados dentro del Módulo 2. Otros  -como granja, herrería, albañilería- son una excusa para salir al aire libre y de paso aprender un oficio con salida laboral. El más concurrido durante el año, según Capra, es panadería. “Los chicos producen en todas las clases y pueden llevarse lo que hicieron para compartir con sus compañeros”, explica. Albañilería y electricidad domiciliaria también despiertan mucho interés, al igual que peluquería, que representa una rápida salida laboral.

A fines de febrero, quienes hayan terminado de cursar recibirán el diploma con los sellos de la Universidad Nacional de Córdoba, SeNAF y Secretaría de Equidad y Promoción del Empleo.