Medio centenar de pumas permanecen en centros de rescates

Desde la Secretaría de Ambiente están siguiendo con atención el incremento de casos de pumas encontrados en domicilios particulares en el último tiempo. El organismo, que recibe los animales silvestres que decomisan la Policía Ambiental y la Patrulla Ambiental en operativos de control, ha constatado un aumento de estas situaciones.

De hecho, los centros de rescate a los que son enviados los pumas –después que personal de la Secretaría de Ambiente brinda los primeros cuidados- conservan actualmente más de medio centenar de estos ejemplares, un número que está por encima del promedio de otros años y los coloca casi al límite de su capacidad.

Como advierte el director de Recursos Naturales de la Secretaría de Ambiente, Conrado Rosacher, “en los últimos años ha habido un aumento notable de estos casos”. Incluso más vecinos se están acercando a la Secretaría para llevar ejemplares cachorros y jóvenes de pumas, que -por lo general- habían sido capturados para ser “adoptados” como mascotas.

En general los ejemplares recuperados permanecían en viviendas particulares. Por este motivo, desde el organismo consideran que se trata de una problemática más vinculada al mascotismo –adopción de animales silvestres con fines domésticos-, que al tráfico comercial de fauna.

La cuestión tiene varias implicancias, entre las que se cuentan el daño al medioambiente y a la fauna (en particular a la especie), riesgos sanitarios (trasmisión de enfermedades y ataques a personas) y presiones a la gestión sustentable del ambiente.

Al rescate

Con la Secretaría de Ambiente colaboran seis centros de rescate ubicados en distintos puntos de la provincia, que reciben los animales recuperados. La tarea de estos centros es importante, ya que los pumas que han estado en contacto con el hombre no pueden ser reintroducidos en su entorno natural.

En cautiverio los pumas sufren una serie de modificaciones en su conducta. Por caso, no desarrollan la musculatura y la capacidad necesaria para cazar y alimentarse, de ahí que si fueran liberados para saciar su hambre atacarían animales domésticos o ganado.

“No se pueden volver a liberar, porque fueron criados en un ámbito doméstico. Han sido amansados y alimentados desde pequeños”, explica Rosacher.

La cautela y la natural reticencia de estos grandes cazadores hacia el hombre –habitualmente huyan ante la presencia humana- también se modifica cuando son criados en un entorno doméstico. “Pierden el miedo al hombre”, resume Rosacher, por lo cual ante un eventual encuentro con personas podrían atacar. Se han registrado en otras provincias ataques a niños de pumas criados en cautiverio y luego liberados.

Los animales rescatados, en muchos casos, han sido objeto de diversos maltratos. “Llegan mutilados, sin garras – describe el director-, en muchos casos con los colmillos limados, muy delgados. En general vienen en un mal estado sanitario”.

“Lamentablemente la gente captura los pumas cuando son chiquitos. Y cuando crecen vienen los problemas, no saben qué hacer con esos animales como mascotas y terminan parando en el zoológico”, resume Edgardo Álvarez, director técnico del Tatu Carreta, uno de los centros de rescate.

Malos hábitos

El decreto provincial prohíbe 1751/11 prohíbe la tenencia de animales silvestres en los hogares. Pero además del impedimento legal, debe tenerse en cuenta que estas especies pueden transmitir enfermedades y atacar a las personas, incluso a aquellas con quienes tienen contacto frecuente.

Como advierte la veterinaria Laura López, del Área de Epidemiología Ministerio de Salud, “estos animales no reciben tratamiento sanitario, como habitualmente se hace con las mascotas”, con lo cual pueden transmitir enfermedades parasitarias y bacterianas.

En el caso de los pumas los riesgos son potencialmente mayores. López señala que una mordedura de este gran felino -además de provocar heridas de diversa gravedad- puede transmitir la rabia, una enfermedad que si no es tratada en un centro asistencial puede ocasionar la muerte.

“En estos casos el animal debe ser sacrificado, ya que para conocer el periodo de incubación de la enfermedad se requiere hacer un diagnóstico post mortem”, lo que resulta clave para diagnosticar la gravedad del contagio en la víctima humana.

Los especialistas remarcan que los pumas, como la inmensa mayoría de los animales silvestres, no pueden ser domesticados. En el caso del “león americano”, que en promedio pesa más de 60 kilos, conserva el instinto y ante situaciones de stress derivadas del cautiverio puede atacar.

Tales riesgos ponen en relieve las implicancias de la “adopción” de pumas como mascota. Pero si los riesgos para las personas son considerables, el impacto a la fauna autóctona y al medioambiente de esta práctica no es desdeñable.

Ocurre que para capturar un cachorro, se suele matar a la madre, con lo cual el daño es doble: muere un ejemplar maduro y se condena a otro a vivir en cautiverio.

La veterinaria, Claudia Zana, quien se desempeña en la Secretaría de Ambiente, ilustra la gravedad del caso. «»Los ejemplares criados en cautiverio funcionalmente están ‘muertos’, porque no se los puede devolver al medioambiente. Posiblemente sirvan para fines educativos o científicos en centros de rescate, pero para la especie están muertos, porque no son capaces de desarrollar las actividades propias de los pumas en su entorno natural”, apunta.

Contra el mascotismo

Se pueden denunciar casos de mascotismo de pumas y otras especies a la Policía Ambiental, organismo dependiente del Ministerio de Agua, Ambiente y Servicios Públicos. Teléfonos: (0351) 4321200 interno 1286 (de lunes a viernes de 8 a 20). O al 0800-777-0220.

Por SMS: con las letras PA (un espacio) y tu denuncia al 60606.