Una canción que nos acompaña desde los primeros pasos

Lo cantamos en los actos escolares. Acompaña las celebraciones patrias. Lo escuchamos en los cierres de las programaciones televisivas. Los jugadores de la selección nacional lo entonan antes de salir a defender los colores celeste y blanco, y lo corean en las tribunas durante los mundiales.

El Himno Nacional Argentino es la canción patria por excelencia. Su historia se remonta al año 1813, cuando la Asamblea Constituyente –por entonces el Congreso de Diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata- le encomendó a Vicente López y Planes la creación de la “única marcha nacional” que identificaría al joven país que buscaba afianzar la independencia del poder colonial.

De ahí la impronta libertaria que resuena en cada una de las estrofas, reforzada por una orquestación monumental compuesta por Blas Parera. Letra y música con resonancias épicas, en sintonía con un tiempo histórico marcado por las luchas emancipatorias latinoamericanas.

Mariquita Sánchez de Thompson quedó en la memoria como la primera interprete de la “marcha nacional”, en una ceremonia para pocos presentes en su propia casa, el día 14 de mayo de 1813. Aquella versión fue bastante más extensa que la actual. La letra original tenía 466 palabras, mientras que la que hoy cantamos apenas llega a las 96 palabras.

En tiempos más recientes, surgieron nuevas versiones que buscaron adaptar la composición original a ritmos contemporáneos, como el rock y el folclore. Desde Charly García, que a mediados de los 90’ sorprendió con una apropiación rockera, hasta el compositor Ubi Homer, que el año pasado dirigió una interpretación  con instrumentos autóctonos en el Teatro del Libertador, los intentos de pasar el himno por el tamiz de las expresiones populares han sido frecuentes.

Todo un indicio de la incansable apuesta por preservar y traer hasta el presente la misma canción que nos acompaña desde nuestros primeros pasos, como ciudadanos y como Nación.