“Quiero ser lo que soy, pero dignamente”

“Esto es dignidad para nosotros. Mucha gente dice que no tenemos que querer ser lo que no somos. Pero eso no es lo que queremos. Quiero ser lo que soy, pero dignamente”.

Así inicia su testimonio Mónica, una beneficiaria del crédito Vida Digna de Malvinas Argentinas, quien no esconde la emoción de poder darle a su hijo, que sostiene en brazos, una mejor calidad de vida.

Al lado, abrazándola, está Raúl Santillán: su esposo. Juntos conforman una familia a la que el presente les supone muchos desafíos pero en la que, incluso las más ásperas dificultades, no ha logrado detener la lucha y la esperanza.

“Luchamos mucho, pero a veces no se llega a las metas; por eso, estamos muy agradecidos de esta ayuda que recibimos”, confiesa Raúl. Y es que ahí es donde se traza la línea del Estado, en la acción cercana y real que hace justicia en las desigualdades y restituye derechos y dignidad.

Es para ello que el programa Vida Digna llegó también a la localidad de Malvinas Argentinas, lugar donde se entregaron un total de 68 créditos para mejorar las condiciones de vida de familias en situación de hacinamiento.

Familias que se traducen en historias, en personas y en realidades; que hablan de un presente en el que la intervención del Estado se constituye como un verdadero acto de justicia.

Así lo vive también Marta Kerpes, vecina de la localidad, a quien el crédito le posibilita darle a sus hijos el espacio del que hoy carecen: “En mi casa somos diez: mi marido y yo, mis seis hijos y dos nietos. La casa es muy precaria; queremos hacer una habitación más para que los chicos puedan dormir solos”.

Su marido es changarín y ella ama de casa y, aunque intentaron muchas veces poder comprar los materiales, el costo de los mismos lo hacía imposible.

La intendenta de Malvinas Argentinas, Silvina González, explicó que en la localidad hay “muchas familias que viven en hacinamiento y que no pueden ampliar su casa”, por lo que celebró esta “gran posibilidad de contar con los créditos” en el marco de una articulación con la Provincia, a la que calificó como “excelente”.

No obstante, acorde a la diversidad propia de todo grupo social, también se encuentran aquellos casos en lo que, pese a no haber hacinamiento, las condiciones de vida distan demasiado de ser las ideales. Ese es el caso de la vivienda de Graciela, malvinense que vive con su madre y a la que el crédito le posibilitará concluir y acondicionar el baño: “Tengo pensado terminar el baño, porque no tengo nada, sólo el inodoro. Si me alcanza, me gustaría también ponerle los mosaicos a mi casa”, contó.

Es así como los programas de gobierno se entremezclan con las historias, historias por las cuales nacen y adquieren sentido. Programas que tienen un espíritu solidario y abierto, como la puesta a disposición de 100 lotes para la venta que hará más fácil el acceso a la vivienda propia y que también anunció el vicegobernador, Martín Llaryora, durante el acto en Malvinas Argentinas. O como los 1.300 niños que accederán, desde la semana próxima, al programa “Más leche, más proteínas”, mediante el cual se entrega de forma gratuita la leche a todos los niños, de entre 0 y 11 años, que se encuentren en situación de vulnerabilidad.

Son anuncios que marcan un sello y evidencian un norte y que, al mismo tiempo, son el más fiel reflejo de la mano tendida y solidaria del Estado. Políticas que parten asumidas como ideas y que regresan en forma de realidades.