Mujeres reales que revolucionan lo cotidiano

La historia no cambia de manera fortuita ni casual. Contrariamente, los cambios son transformaciones motorizadas por sujetos cuya inquietud entra en fricción con el presente. Justo ahí, en ese choque de intereses y búsquedas, nace la acción transformadora, aquella que rompe el molde y se anima a reescribir una pequeña parte de la historia.

De eso se trata, de reescribir. De trazar nuevos horizontes y esbozar nuevas direcciones. De improvisar caminos no presupuestos que hagan de nuevos rumbos y de nuevos destinos.

Y como conocer esas historias es tan importante como contarlas, repasamos casos de mujeres que, en la simpleza de lo pequeño, transforman diariamente su mundo. Historias de mujeres reales, cordobesas, que han sabido cosechar la sana virtud de hacer, de caminar y de andar. Mujeres revolucionarias de lo cotidiano que, en lo pequeño, se hacen grandes.

Con “cosa de hombres”, a otra parte

Silvana Delgado, o “Pepi” -como la conocen en James Craik-, es la primera mujer chofer en el transporte interurbano. Tiene a cargo el recorrido Córdoba-Villa María-Corral de Bustos que sale a las 20,30 horas de la Terminal de Capital y que regresa, pasados cinco minutos de las tres de la mañana, desde la terminal de la localidad que bordea el sudeste cordobés. Por eso, esa cuestión de “es cosa de hombres” no se lleva bien con su historia ni con su presente, acostumbrada a avanzar en la vida sin etiquetas ni “espacios exclusivos”.

Placa Silvana

Trabajó en una fábrica de muebles, en una quiniela, terminó el secundario y realizó diferentes cursos hasta que finalizó en una empresa de transporte con utilitarios donde manejaba una Sprinter que transportaba a poco más de 20 pasajeros. Aprender a manejar a los 13 años comenzaba a dar sus frutos.

Pero conformarse no era una opción. Después de dos años de haber dejado currículum en Coata Córdoba, la llamaron para una entrevista. Quien la atendió, en aquella oportunidad, le había dicho que allí mujeres no manejaban, pero que -en una de esas- para administración podía quedar. Sin embargo, no sólo la llamaron, sino que rindió el examen -junto a una decena de hombres-, obtuvo el mejor puntaje y quedó.

A Silvana nunca la amedrantaron los ambientes masculinos. Tiene claro lo que quiere y lucha para conseguirlo. Entre risas, cuenta que cuando la veían en sus primeros viajes muchos comentaban: “Waw, azafata nueva”; a lo que ella contestaba, con total seguridad y orgullo: “no, chofer”.

Todopoderosa

Patricia tenía 28 años cuando quedó sola con sus tres hijos varones. Desde ese día comenzó una aventura que sería tan inspiradora como agobiante.

Los años la convirtieron en la cocinera, la maestra, la electricista y la economista del hogar; en todo lo que hiciera falta menos en lo que ella había soñado: ser escritora y traductora.

Placa Patri

Muy atrás habían quedado esos años en el Colegio Alejandro Carbó en los que había elegido estudiar francés, los cincos años estudiando en la Alianza Francesa y la inconclusa carrera en la Escuela de Lenguas. No había tiempo que no fuera consumido por las responsabilidades: el trabajo, los pañales de tela, las cartucheras de tres pisos, las zapatillas de lona, los guardapolvos manchados en los puños, la cocina con pilas de platos y cucarachas, los guisos de arroz, los alquileres y las mudanzas. Veinticinco años de colectivos, de contar monedas, de reciclar ropa, de pedir ayuda a los abuelos y de disimular ojos llorosos frente a las preguntas espontáneas de su tercer retoño.

Hasta que llegó el día de dar a luz el sueño. Las lágrimas regaron la semilla, la experiencia abonó la tierra y la fe hizo el resto.

Luego de trabajar muchos años como empleada administrativa en Renault, en una agencia de viajes, de vender cosméticos por catálogo y llegar a trabajar en una empresa de programación de robótica, ella se animó -por primera vez en su vida intachablemente responsable- a un nivel mayor de incertidumbre.

Lanzó su propio emprendimiento llamado Lexis PSP (Profesionales al Servicio de la Palabra), con el que trabaja en la corrección integral de textos y traducciones del francés al español. También editó un libro de poesías llamado “Desde la fuente” y uno de ensayos titulado “Semillas al viento”.

Comenzó a ser traductora voluntaria para la organización francesa SEL (Servicio de Cooperación y Enlace) traduciendo cartas que personas de habla francesa envían a los niños carenciados que apadrinan en distintos países de América Latina. Empezó también a traducir documentos ad honorem para la organización internacional Traductores sin fronteras y, como si fuera poco, reinició el traductorado público de francés en la Universidad Nacional de Córdoba.

Antes salía todos los días para ir a trabajar; hoy sale todos los días para ir a estudiar. Es la mayor de la clase, incluso más grande que muchos profesores, pero más grande es su ejemplo, porque se ha licenciado en la vida. Patricia tiene 56 años, tres hijos, tres nietos, y algo más: una corona en el cielo.

Una líder y una causa

Norma Sarasola Maldonado es descendiente del último asentamiento comechingón de la provincia y forma parte de la comunidad Ctalamochita, que reúne las ramas de los Tulián y los Maldonado. Lo que la distingue del resto es que ha dedicado su vida a un único objetivo: el reconocimiento de los pueblos originarios.

Izando la bandera de los derechos y los reclamos históricos, hoy forma parte del Consejo de Participación Indígena de Córdoba, en representación de los suyos para que todos los vean como lo que son, como iguales, en un trabajo articulado con el Estado.

Placa originaria

Norma es la líder de muchas mujeres de los pueblos indígenas y, a la vez, es el ejemplo que eligen tomar. Si bien está convencida de que la mujer sigue ganando terreno, como ella misma lo hizo, aún el desafío es demasiado grande en este sector.

Por eso, cada taller de oficio, cada charla y cada iniciativa que dirige busca que esas mujeres, sus mujeres, las que le abren la puerta del hogar cuando ella llega para escucharlas, se superen y, con el orgullo de la identidad que empodera, se atrevan a ser protagonistas.

De mujer a mujer

El 16 de octubre cumplirá 70 años, de los cuales 19 los dedicó a trabajar por y para las mujeres del sector sur de la ciudad, específicamente en el barrio Coronel Olmedo. Lidora Ramos se hace notar por su constancia, su tenacidad y su humildad que se volvieron una sana costumbre entre las tantas mujeres con las que comparte a diario.

Dedica su tiempo a las amas de casa más vulnerables del barrio, trabajando en la promoción social desde el Sindicato que las nuclea. Lleva adelante distintas herramientas para palear las necesidades de las mujeres que, en su gran mayoría, son jefas de hogar con hijos a cargo y familias numerosas.

Placa Lidora

Trabajó tenazmente para que casi 300 mujeres de su zona, en edad de jubilarse, lo lograran; organizó viajes para jubilados; llevó a niños a colonias de vacaciones para disfrutar del esparcimiento que merecen. A su vez, desde el año 2009 trabaja con mujeres rurales del kilómetro 12 desde donde se cosechan papas, zanahorias, batatas y se producen huevos y pollos parrilleros para comercializar.

Actualmente, es presidenta del Centro de Jubilados «Caricias del Corazón» y delegada del Sindicato. Vive con su esposo, tiene dos hijos y dos nietas. Cuenta que, a diario, recibe a mujeres en su casa que van a buscar asesoramiento o, simplemente, escuchar un consejo. Por su labor, fue elegida “Mujer destacada” por la Legislatura de Córdoba, allá por 2013.