La planificación en la construcción del futuro

Decía el prestigioso referente del management Peter Drucker: “El futuro no existe; será el que nosotros queramos que sea como resultado de lo que hagamos hoy”.

Un ejemplo: pensando en la Córdoba del siglo XXI podemos considerar muchas imágenes, proyecciones temporales que tendrán formas objetivas y subjetivas. El tiempo transcurre con independencia de nuestras sensaciones, incluso si no lo percibimos. Llega a nosotros como un aspecto de la apreciación situacional.

Objetivamente, el tiempo futuro es ilimitado. Pero para un actor social concreto, la duración limitada de ciertos procesos puede constituir una oportunidad con relación a sus propósitos de acción. Esa oportunidad —como la que tienen especialmente políticos y hombres de protagonismo social— es agotable. Solamente hay un lapso (¿cuatro años?) en que puede ser aprovechada, lo que nos permite descubrir al tiempo como un recurso escaso. Pero la escasez de tiempo no es absoluta, desde el momento que el tiempo futuro es ilimitado. La escasez del tiempo es relativa a un actor, a un propósito y la situación en que se debe actuar para lograrlo.

La causa de la escasez del tiempo reside en su movimiento irreversible: fluye del pasado al presente y de éste al futuro con independencia de nuestra voluntad. El tiempo consumido es tiempo irrepetible. Y, en esa misma medida, es tiempo escaso.

Tiempo y oportunidades

El tiempo es el más escaso de los recursos escasos. La eficacia de la acción tiene una condición de tiempo que la concreta situacionalmente. Esa condición de tiempo es la oportunidad. No hay eficacia sin oportunidad de la acción. Y la oportunidad es agotable e irreversible: o se toma o se pierde. El despilfarro de tiempo es, así, el despilfarro menos reparable. Debemos recordar este principio al analizar la agenda de la conducción a propósito del uso del tiempo.

El concepto de oportunidad significa al menos dos cosas. Una: que las condiciones propicias son pasajeras y es necesario aprovecharlas mientras duren. Y dos: que las condiciones propicias son creables, pueden ser construidas por los actores sociales con cadenas de eventos constructores de su viabilidad. En este último sentido, oportunidad significa insertar en el lugar adecuado de la cadena temporal de eventos aquel al cual se le quiere construir viabilidad.

Por eso es loable la iniciativa del ministerio de Infraestructura de la Provincia de colaborar con el Taller de Prospectiva Territorial que se llevó a cabo durante la primera semana de julio, organizado por la subsecretaría de Planificación Territorial de la Inversión Pública del ministerio de Planificación Federal de la Nación. Después de ocho años de trabajo —y con fuerte apoyo logístico y administrativo—, un nutrido grupo de técnicos recorre el país, interactuando con las regiones por ellos definidas. A Córdoba la incluyeron en la Región Pampeana. La metodología empleada en el taller es similar a la que nuestra secretaría de Planificación ha diseñado y piensa aplicar en toda la provincia para ayudar a pensar la Córdoba del futuro.

Una visión de futuro

La visión de futuro sirve para marcar un rumbo. Genera actitudes proactivas, en lugar de actitudes negativas centradas en el pasado. Es lo que queremos ser y lograr en un determinado tiempo. La planificación ayuda a identificarlas, como un conjunto sistematizado de métodos y de técnicas que procuran la utilización más racional y eficiente de los recursos humanos, institucionales, naturales y económicos disponibles en las jurisdicciones del sector público. Vale decir que la planificación contribuye a la adopción de decisiones que permitan alcanzar las metas fijadas en un criterio gradual de prioridades en el tiempo, a un costo y en un espacio determinados.

En una ajustada autocrítica, decimos que a veces el concepto de oportunidad está asociado a la idea de “dejarla pasar”. Por distintas circunstancias desperdiciamos meses de trabajo, dejando pasar las oportunidades de tomar medidas y colocar iniciativas. Se dejan acumular las condiciones que gestan los problemas potenciales hasta que se convierten en reales. El tiempo se emplea sólo en la preparación de programas necesarios.

La historia política y económica, de este modo, es la historia del desencuentro entre las oportunidades y las acciones, con la excepción de las estrategias exitosas, que se caracterizan justamente por lograr ese encuentro. La acción del gobernador De la Sota en estos primeros meses de su gobierno puede servir como un ejemplo exitoso, ya que ha llevado a cabo, en el tiempo previsto, la ejecución de los programas que él mismo había formulado y anunciado.

Por supuesto, la oportunidad no es el único requisito: también cuentan la persistencia y la direccionalidad de las acciones. La primera es necesaria para abrir cauces en el proceso social, y la segunda para que la siembra de las acciones encuentre el terreno propicio a su desarrollo en reacciones e iniciativas que refuercen el movimiento social. Esta iniciativa del Taller de Prospectiva Territorial nos lleva a enfatizar en el objetivo propuesto y buscar su extensión a toda la provincia.

Lo que queda por delante

Volviendo a la autocrítica, vale preguntar: ¿Por qué a veces se despilfarra el recurso más escaso? Me parece que la explicación de este hecho alude, al menos en parte, a una característica del recurso escaso —el tiempo— que no se valora cuando está disponible. Generalmente pensamos que “tenemos mucho tiempo por delante” y que él transcurre a un paso constante. No alcanzamos a percibir que el consumo del tiempo tiene quiebres de aceleración que nos sorprenden e invalidan nuestros cálculos y expectativas. Lo mismo vale para la oportunidad, que se configura como tal con nitidez para todos cuando ya deja de serlo.

El anhelo es que Córdoba concrete todas las oportunidades que su tiempo le brinda. Para eso estamos trabajando.