En La Para, los chicos del Confiamos arman su propio menú

Los alumnos se muestran ansiosos de dar su primera evaluación. Sobre las mesadas, especialmente equipadas, quedarán expuestos los conocimientos adquiridos durante la primera etapa del curso de cocina que se dicta en el Centro de Desarrollo Regional (Ceder) de La Para. Entrada, plato principal y postre se presentarán a los docentes capacitadores, quienes no solamente tendrán en cuenta el sabor del menú sino la disposición del plato al momento de evaluar.

La propuesta de capacitación forma parte del programa Confiamos en Vos y suma a 30 participantes que ven un potencial laboral en lo aprendido. Vale aclarar que existen otros cursos de formación bajo la misma modalidad, y que todos convocan a una importante cantidad de interesados en la pequeña localidad.

«Para los chicos es muy estimulante este espacio. Muchos ya empiezan a trazar los lineamientos para un microemprendimiento y eso es la prueba acabada de que el programa funciona», explica Viviana Gutiérrez, docente capacitadora.

«Nada es tan simple como parece. Cocinar es una tarea que requiere sortear dificultades y riesgos. Hay que ser muy rigurosos en la tarea, sobre todo cuando hablamos de manipulación de alimentos», indica la docente. Por ello, una de las primeras áreas de conocimiento apunta a la bromatología como punto neurálgico.

Sobre las largas mesas se van preparando ya las distintas opciones. Pastel de papa, ñoquis, niños envueltos, tomates rellenos. Cada aprendiz elige la receta según sus gustos, sus hábitos alimentarios o su interés laboral a futuro.

Otro de los items valorados es la creatividad. Un plato decorado y bien presentado se torna más apetecible para el potencial comensal. De allí que se enseñe el uso correcto de la vajilla y los cubiertos, así como también la manera de servir.

Lo cierto es que jueves y viernes, de 16:30 a 19:30 el Ceder se viste de jóvenes con delantales de cocina y cofias. Prolijos, rigurosos en su aseo. Así se presentan a cada clase, donde toman apuntes entre materias primas, ollas y hornos siempre encendidos.

Un trabajo que entusiasma

«Yo me doy cuenta lo que voy aprendiendo día tras día, y como eso lo traslado a mi casa. La originalidad en el menú sorprende a mi familia», dice Jessica, orgullosa de su menú a punto de ser calificado. Vittel Toné, pollo al champignon y duraznos al natural son su puesta en escena para la ocasión.

En cuatro meses, tanto ella como sus compañeros terminarán el curso y obtendrán el certificado para calificar en el oficio. Absorber conocimiento parece ser una carrera contra reloj en esa cocina, hasta entonces.

Mientras tanto, Nathalie Rego, coordinadora del Ceder, adelanta que están prontos a abrir nuevos cursos: diseño de muebles, electricista domiciliario y administración contable sumarán más participantes. «Tenemos muchísima demanda de estos cursos cortos e intensivos para que puedan tener una salida laboral concreta. Y ese es un buen síntoma», concluye.