Comenzó la II Semana por la Inclusión en Río Cuarto

En el Centro Cívico de la Capital Alterna, el pasado domingo 3 de diciembre, comenzó la II Semana de la Inclusión con la conferencia “Superarse es Ganar” a cargo de los atletas paraolímpicos, Pablo Gisenow y Ariel Atamañuk. Además, se realizó una pedaleada con bicicletas adaptadas en un recorrido de 5 kilómetros por las  costas del río Cuarto.

La II Semana de la Inclusión es organizada por la Fundación Estímulos y cuenta con el apoyo y auspicio del Gobierno de Córdoba, Río Cuarto y el Concejo Deliberante. Cabe destacar que el evento fue declarado de interés legislativo, educativo, social y comunitario.

En la oportunidad, la directora General de la Delegación de la Provincia en Río Cuarto, Samantha David, manifestó: «Al escuchar las experiencias de Pablo y Ariel uno ve todo lo que lograron ante un accidente terrible que les tocó vivir. Nos dejaron el mensaje  de que se puede seguir adelante y hay  que valorar más la vida».

«Desde Gobierno provincial y municipal, vamos a seguir trabajando para que nuestra ciudad sea más inclusiva, para que Río Cuarto sea una ciudad accesible.  Hay que concientizar y hacer parte a la sociedad de estos temas. Seamos más solidarios y pensemos más en el otro», agregó la funcionaria.

Por su parte, el delegado de la Agencia Córdoba Deportes, Joaquín Fervari expresó. «Esta pedaleada por la inclusión tiene un contenido muy importante, es mostrar la superación y entender que vale la pena apostar”.

La presidenta de la Fundación Estímulos, Mariela Hansen, agradeció el acompañamiento de la Provincia e indicó que la participación de los atletas y sus historias de vida son fundamentales para concientizar y hacer más participes a las personas.

Participaron del encuentro, funcionarios provinciales y municipales, concejales; deportistas; amigos, familiares y público en general.

Historias de Vida

Pablo Gisenow es abogado y diplomado en Gerencia Empresaria. Trabaja en su estudio; es consultor de empresas de ONG’s y es subdirector en el Tribunal de Cuentas de la Provincia. Tiene dos hijos, Máximo (15) y Delfina (10). Es director técnico de Renegados, en un torneo amateur de fútbol 9.

El 22 de enero de 2015, salí de Córdoba en auto rumbo a Las Heras, Santa Cruz, para ir a festejar el cumpleaños de mi papá. Era una visita sorpresa, mi familia no sabía que viajaba.

«Llovía mucho. Mientras manejaba a unos 90 kilómetros por hora, sobre la ruta nacional 35, entre Winifreda y Santa Rosa (La Pampa) mi auto patinó sobre la carpeta asfáltica y empezó a hacer trompos hasta que pegó con un guardarrail. Las puntas entraron por la puerta del acompañante y atravesaron el auto de lado a lado. La chapa del guardarrail amputó mis dos piernas por debajo de la rodilla. De la amputación para arriba no tuve ningún tipo de lesión, llevaba el cinturón puesto.

Estuve consciente todo el tiempo. Los bomberos rompieron la puerta de atrás para sacarme del auto. Sentía un dolor intenso, pero era mayor la desesperación. Me cargaron en la ambulancia y cuando llegué al hospital escuché que el médico preguntó “¿Trajeron los miembros?”. Ahí me di cuenta que eran las dos piernas.

Al otro día me desperté en el hospital Provincial Lucio Molas de Santa Rosa, La Pampa, rodeado de mi familia. Me había operado el médico traumatólogo Franco de Turris. Lo primero que vi fue la sábana blanca cortada a la altura de mis rodillas, ahí tomé real conciencia de todo. Sentí una inmensa tristeza, porque una semana antes había estado jugando al fútbol. Pero de esa emoción pasé inmediatamente a averiguar sobre las prótesis. Le pregunté al médico si en casos similares las personas volvían a caminar, si podían correr. Comencé a buscarle la vuelta para recuperar esas cosas que creía perdidas tras el accidente. Los especialistas me dijeron que en seis meses, si me rehabilitaba correctamente, podía caminar de nuevo con prótesis.

Según los especialistas que me operaron, si yo no hubiera hecho deporte, las posibilidades de sobrevivir habrían sido menores, porque en el auto perdí entre tres y cuatro litros de sangre. Mi papá, Juan José Giesenow, es médico y también tengo dos hermanos médicos. Me dijeron que me salvé en parte por el estilo de vida que llevaba.

Hacer deporte me ayudó a sobrevivir al accidente y también a volver a caminar. Pararse sobre las prótesis es difícil, requiere un proceso: primero usar un andador; luego, un bastón y después, bastones canadienses. No usé nada de eso, me pusieron las piernas ortopédicas, me tomé de unas barras paralelas y caminé de nuevo.

En dos semanas, me dieron el alta definitiva desde el accidente y hasta mediados de septiembre estuve en silla de ruedas. Primero, hice rehabilitación con un kinesiólogo a domicilio y luego fui de lunes a viernes, tres horas por día a un Centro de Rehabilitación.

La rehabilitación consistió en hacer ejercicios para fortalecer los abdominales, la espalda, los brazos, piernas, más ejercicios de equilibrio con pelotas.

Me sorprendió el apoyo que tuve de personas que no conocía. Uno de ellos fue Benjamín Buteler, quien sobrevivió en el accidente de Lapa y también tiene doble amputación. Me habló por teléfono y nos juntamos a conversar: me demostró que se podía, que se puede. También me visitaron Oscar Roera, de Coronel Moldes, y Marcos Bianconi, un amputado campeón de cuatriciclo, verdaderos ejemplos.

Hay deudas pendientes en Córdoba. La ciudad no está preparada para las personas en silla de ruedas, hay veredas rotas, muchos edificios no tienen rampa ni elevador, conseguir un taxi es una odisea. Y hallar baños que tengan puertas anchas para entrar con la silla es casi imposible, ni públicos, ni en casas o departamentos.

El haber estado tan cerca de la muerte hizo que todo, las expectativas de los demás, el orgullo personal, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanecieran, dejando solo lo que es verdaderamente importante. Aprendí a dimensionar los verdaderos problemas y diferenciarlos de las pequeñas dificultades cotidianas. Y también aprendí que los límites son más mentales que físicos».

Ariel Atamañuk, es gendarme misionero que desde hace nueve años vive en Jesús María, perdió sus dos piernas en 2015.

Una mañana de marzo de 2015, Atamañuk se desempeñaba como chofer de una unidad con más de 30 personas a bordo. Un camión se cruzó de carril y fue el comienzo de unos instantes de fatalidad. Gracias a una maniobra audaz, se convirtió en el héroe: “Con mis compañeros hacíamos un relevo de rutina, estábamos trabajando en las inundaciones de Sierras Chicas en Río Ceballos. Hice una maniobra jugando mi vida para salvar la de mis compañeros porque era el que tenía el volante. Tuve la mala suerte de que perdí a un amigo, y la vida es así. Sentí todo, porque nunca perdí el conocimiento, quedé afuera del colectivo y me faltaban las dos piernas, entonces no me quería ir, quería estar, ya había pasado lo peor, me faltaban las piernas pero estaba vivo”.

A partir del accidente, Ariel se recuperó gracias a su fuerza de voluntad y al grupo de personas que siempre estuvieron con él. Cuenta que un día llegó al Kempes a ver una demostración del programa “Córdoba te Incluye” y se interesó por varios deportes. Se acercó a la pileta, al ver a un profesor haciendo pruebas allí. Desde ese momento, comenzó en la actividad del canotaje solamente como un paso más en su rehabilitación, aunque pronto su profesor vio que tenía condiciones. A partir de eso, todo cambió.

 “Mi esposa siempre está, es la que rema conmigo, sale a andar en la bici, es un pilar fundamental en esto, más allá de la parte técnica y profesional, está lo sentimental, en donde se cierra la puerta y quedamos los dos y me dice: gordo, estuviste bien, mañana será un gran día”.

La vida misma y él se dio una oportunidad de un nuevo comienzo, distinto, pero igualmente feliz. Según Ariel, no todos los días se avanza, pero si hay vida se puede salir adelante. Hoy, aquel cabo primero que pudo salvar la vida de sus compañeros ya no tiene sus piernas, pero sigue con el alma intacta.

Apoyo gubernamental

Ariel pertenece al programa de deporte adaptado de la Agencia Córdoba Deportes, “Córdoba te Incluye” y entrena en el estadio Kempes. Además, por su participación a nivel mundial, tendrá un aporte económico extra. Este beneficio fue anunciado por Medardo Ligorria, presidente de la entidad, y corresponde a todos los cordobeses que nos representen a nivel mundial.