Hay que alentar el uso de la palabra y la escucha

Frente a los lamentables hechos sucedidos en una de nuestras escuelas días atrás creemos necesario reflexionar sobre lo acontecido.

Es en el día a día, en el encuentro con el otro, en medio de la tarea y en nuestras instituciones, donde construimos cotidianamente una realidad común. Es allí donde entra en juego todo lo aprendido, los valores y saberes incorporados a través de nuestro devenir, de nuestra historia de vida.

Nos preguntamos reiteradamente ¿Qué nos sucede como sociedad? ¿Cuál es la salida ante situaciones que emergen de manera violenta en la cotidianeidad? Lo primero que surge, desde distintas opiniones, es la posibilidad de endurecer las normas y el control, como medidas esenciales para intervenir en estas situaciones.

Creemos que el endurecimiento de las medidas de control no es una respuesta para estas situaciones. Es preciso desaprender formas violentas y establecer nuevos caminos para la resolución pacifica de los conflictos como medida prioritaria y encontrar en la palabra, la vía de intermediación a las reacciones impulsivas. Es necesario promover la reflexión y el diálogo que permita aceptar otros puntos de vista para lograr como sociedad reconstruir y sostener el lazo social.

La tendencia en estas situaciones es pensar que a diario suceden hechos como éstos y resulta difícil manejar el temor que surge ante la idea de la irrupción violenta inminente. Es importante aclarar que en el Programa de Convivencia Escolar no hemos registrado, desde los pedidos de intervención formulados por las escuelas, un aumento de estos episodios pero sí observamos que está naturalizada la violencia en la agresión verbal y en la escasa comprensión de este proceder como nocivo en la construcción cotidiana de la convivencia.

Es la institución educativa un espacio fundamental para incorporar las normas, no solo desde el límite externo que obliga desde la sanción, sino desde el aprendizaje esencial de la dimensión ética de nuestros actos. Es preciso entender que somos responsables de lo que decimos y callamos, de lo que hacemos y omitimos. Es en este aprendizaje donde el lugar de los otros nos interpela y limita desde el respeto.

Seguimos alentando el uso de la palabra y la escucha, como las vías centrales de prevención de la violencia. A través de la elaboración de los Acuerdos Escolares de Convivencia se propone a las instituciones educativas abrir un espacio de participación desde donde se escuchen todas las voces y se involucre, no solo a los niños y jóvenes sino además a adultos, padres y docentes, en las normas acordadas.