“El Beto” Alonso y su cuenta pendiente: jugar en el Kempes

Nunca le gustó dejar las cosas a medio terminar. Siempre se salió con la suya y, durante su época como jugador, se dio el gusto de ganar todo aquello que cualquier futbolista quisiera conquistar. Norberto “el Beto” Alonso, ex campeón mundial con River y con la selección nacional, pasó por Córdoba y se sorprendió con uno de los pocos estadios en los que, en tiempos en los que calzaba pantaloncitos cortos, no pudo desenfundar su zurda pródiga.

“No pude jugar en este estadio (por el Mario Alberto Kempes). Es una deuda pendiente que me quedó. Pero veo que es magnífico, que está bárbaro. Al que juega mal acá, hay que darle un tirón de orejas”, afirmó el histórico 10 riverplatense, que estuvo en el estadio mundialista para presentar el “River Federal Tour”, un museo móvil que el club de Núñez lleva por todo el interior del país.

-¿De qué se trata la visita a Córdoba?
-Venimos como lo estamos haciendo con el presidente de River Federal, Miguel Faravelli, recorriendo todas las provincias. Arrancamos en Bariloche, Mendoza, ahora Córdoba, y vamos a seguir por la gente que no puede viajar a Buenos Aires. La idea es que puedan ver lo que tenemos en el museo: copas, camisetas, la historia de River. Un recordatorio de todo eso, más aún ahora, que se han ganado un par de copas más. Además, hay DT haciendo pruebas para ver si ven algún talento y pueden llevarlo al club.

Conoce a la perfección las medidas del traje de héroe. Se lo calzó en el Metropolitano de 1975, cuando marcó el gol de la consagración ante Argentinos Juniors y cortó así una sequía para el Millonario de más de 17 años sin títulos; lo vistió en la Bombonera en 1986, cuando anotó los dos tantos que sellaron el triunfo en un mítico superclásico -la Banda se dio el gusto de celebrar el título en cancha de Boca, el día de la famosa pelota naranja-; y se lo probó en la Intercontinental de ese año cuando, en Japón y tras conseguir la Copa Libertadores, “el Beto” dio la asistencia para el 1-0 que le otorgó a River el único título ecuménico en su historia.

“Me ha tocado ser campeón en 1975, después de 17 años y monedas. Di la vuelta olímpica en cancha de Boca, con dos goles; obtuve la Copa Libertadores y la única copa del mundo, que ahora vamos a Japón de nuevo tras ella. Soy un afortunado por haber estado en casi todos esos momentos”, repasó Alonso, que analizó el presente del club de sus amores: “River ha mejorado muchísimo. A punto tal que los resultados están a la vista. Lamentablemente, tuvimos una desgracia (por el descenso) que va a ser muy difícil de remontar. Pero, con buenas energías, cambiaron las cosas: esas energías negativas pasaron a positivas y ya se están viendo los resultados, en lo futbolístico y en lo económico”.

Sobre el final, el astro argentino reflexionó sobre el modo en que se juega hoy y sobre la forma en que se trata a la pelota, al “tesoro preciado”. “El fútbol ha cambiado: se corre mucho y se piensa poco. Hay que hacer un trabajo de conciencia y parar la pelota. No gana el que corre más; gana el que piensa más. Y yo soy uno de los tipos que en el fútbol pensaba. Vos tenés que hacer correr la pelota, no correr vos: si no, te vas a cansar. Y si la tirás lejos (por la pelota), no quiere venir más, porque la pelota es un tesoro preciado. Eso tienen que ver los chicos de hoy. A la pelota hay que cuidarla, acariciarla. ¡Me agarra un dolor cuando le pegan para arriba! Hay que mejorar eso. Al fútbol se juega pensando”, cerró Alonso.