30 años de una pasión que no para de crecer

El invierno de 1984 era el primero desde el regreso de la anhelada democracia. Córdoba y el país transitaban el comienzo de una nueva etapa a la que costó mucho llegar y que nunca debería terminar. En ese contexto, quizás ninguno de los cordobeses que en aquel frío 28 de julio se atrevieron a desafiar las bajas temperaturas eran conscientes que estaba naciendo el evento deportivo internacional más convocante y arraigado en la cultura mediterránea.

Ni siquiera el Campeonato Mundial de 1978 disputado en el recientemente inaugurado Chateau Carreras con las presencias de Holanda, Alemania Federal, Austria, México, Túnez, Perú, Escocia e Irán dejaría bases tan profundas y duraderas como la primera fecha mundialista del Rally Mundial.

Si algún ingrediente le faltaba a esa mezcla de nuevas sensaciones, adrenalina y velocidad, era la presencia de algún cordobés que fuera capaz de pelear por la punta; y eso tampoco faltó. Un sencillo y callado hombre de Traslasierra estaba llamado a convertirse en leyenda para transformarse en figura del automovilismo argentino, pero por sobre todas las cosas, un símbolo de Mina Clavero y Córdoba. Arriba de su Audi Sport, Jorge Raúl Recalde terminó en tercer lugar detrás de Stig Blomqvist y Hannu Mikkola, dos experimentados consagrados en la disciplina, llegando incluso a ganar el primer parcial entre Las Bajadas y Villa del Dique, desatando el delirio de la popular que lo aplaudía a rabiar.

Otros  cordobeses que dejaron una huella para siempre, presentes en aquella primera edición en la Docta fueron Ernesto Mario Soto y los hermanos Mario y Daniel Stillo, marcando para siempre el liderazgo de nuestros pilotos en la montaña, un estigma indescifrable para los nacidos fuera del perímetro cordobés.

Los años pasaron, y el rally y Córdoba comenzaron un romance que aún se mantiene y que crece cada vez más. El público adoptó a sus pilotos favoritos; el francés Sébastien Loeb es el máximo ganador al consagrase en cinco oportunidades, mientras que los inolvidables Miki Biasion, Carlos Sainz y Tommi Makinen lo lograron tres veces cada uno. Gabriel Raies, Ernesto Mario Soto, Miguel “Pichirilo” Torrás y el “gringo” Jorge Bescham son algunos de los grandes referente de la pasión popular a lo largo de estos 30 años, junto a muchos más que se entregaron por completo para brindar un buen espectáculo.

Sin embargo, la gran cita cordobesa de todos los años solo tiene un factor común, que siempre estuvo y siempre estará. Fiel como pocos, conocedor al máximo, respetuoso, afectuoso y gentil con los visitantes, el público cordobés representa un espectáculo adentro del espectáculo. Un show adentro del show. Un clásico adentro del clásico. Con frío, nieve o lluvia, el cordobés no se permite perderse el ritual. Con familia, amigos o compañeros de trabajo, partir hacia cualquiera de los valles cordobeses es una costumbre que nunca se pierde. Volver a casa tapado de tierra no se padece, se disfruta.

David Eli, histórico responsable de organizar la prueba, sabe que es algo único: “Córdoba trabaja todo el año para el Rally, no solo durante los  días de competencia. Lo esperamos con mucha ansiedad porque queremos seguir demostrando que es uno de los mejores del mundo. El público sabe como comportarse y hacer sentir a los pilotos como en su casa”.

La seguridad es otro de los aspectos que más atención requirió siempre, para poder tener a la competencia en nuestra Provincia como una fecha inamovible. Impecables operativos y una población que lo vive a conciencia lograron que la buena conducta ya sea una sana costumbre, al igual que recibir gente de todas partes del mundo que vienen a disfrutar de la pasión fierrera. Decir Rally es decir Córdoba, una marca que nos identifica en todo el planeta. Pasaron 30 años de aquel frío invierno del 84. Vendrán muchos más.