“Un ballo in maschera”: el detrás de la ópera

Cuando este viernes se levante el telón de la Sala Mayor del Teatro del Libertador, la atención del público se repartirá entre las voces de los protagonistas, la interpretación de los músicos de la orquesta y el desarrollo de una trama de amoríos clandestinos, conjuros, traición y muerte.

“Un ballo in maschera”, la ópera de Giuseppe Verdi en su versión sueca, estrena mañana a las 21 horas, y se repone el domingo 15 de mayo, a las 20 horas, el jueves 17 y el viernes 19, a las 21 horas.

El precio de las localidades es de 350 pesos para platea, 250 para cazuela, 200 para tertulia, 100 para paraíso y 1.200 pesos para palcos.  

Esta producción de la Agencia Córdoba Cultura abre la temporada lírica con la actuación de la Orquesta Sinfónica de Córdoba, bajo la dirección de Hadrian Avila Arzuza; el Coro Polifónico de Córdoba, dirigido por Lucía Vallesi; el Coro de Niños Cantores, bajo la batuta de Guillermo Pellicer; y cantantes solistas de trayectoria nacional e internacional.

Detrás del telón

No menos relevante que el resultado final es lo que ocurre en bambalinas en una puesta en escena de estas características. En los talleres, salas de ensayo y oficinas administrativas del centenario coliseo, más de 350 personas realizan un trabajo conjunto, que hace que la ópera sea una manifestación artística fascinante y  de compleja realización.

Una ópera comienza en el imaginario de su diseñador, y finaliza cuando se realiza el desmontaje de la escenografía. En el medio de este proceso, son muchos los roles que intervienen.

El régisseur es quien diseña el discurso escénico y coordina el equipo de trabajo de los distintos lenguajes intervinientes en el resultado final. Es, en otras palabras, el responsable de todo lo que el público espectador verá sobre el escenario.

Y aquí es donde comienza a gestarse un entramado imposible de llevar adelante sin la dedicación, el esfuerzo y el profesionalismo de cada uno de los participantes.

En estas primeras instancias, el concepto de la ópera de la que se trata es debatido en conjunto entre el régisseur y los distintos diseñadores (director de orquesta, directores de coros, escenógrafo, vestuarista, iluminador, caracterizador, etcétera), a los fines de hallar una forma y establecer diálogos entre estos distintos lenguajes escénicos.

Los oficios teatrales

Una vez establecidos los acuerdos conjuntos, se procede a definir aspectos técnicos entre los cuales se cuentan, por ejemplo, los planos escenográficos. Es en el Taller de Escenografía donde la ópera comienza a perfilarse. Allí llegan los primeros bocetos y maquetas de lo que será finalmente la escenografía.

A su vez, el escenógrafo es quien define la estética visual del espectáculo y trabaja junto al área técnica que materializa la idea como herreros, carpinteros, electricistas, utileros, traspuntes, tramoyistas, iluminadores, sonidistas, vestuaristas, maquillaje y peinado. En el caso de “Un ballo in maschera”, el escenógrafo es también quien diseñó el vestuario.

Por otra parte, y al mismo tiempo, el escenógrafo coordina con el encargado del diseño de luces las tareas a realizar. El concepto de iluminación para esta obra se trabajó con dos sectores, como si fuese una iluminación binaria. El espectador va a poder observar momentos en que la escenografía mostrará una cara iluminada y la otra oscura.

“Un ballo in maschera” presenta un tema complejo que es el enmascaramiento, el poder, la conspiración, la duda, la oscuridad, la ambigüedad de lo que se dice y de lo que se hace; hay algo muy especial entre lo que se muestra y lo que se oculta.

El vértigo de la escena

Mientras tanto, en las diferentes salas de ensayo del teatro, la orquesta, los coros y los cantantes solistas trabajan individualmente la partitura musical y los textos, hasta comenzar los ensayos parciales en el escenario aún desnudo, es decir, sin la escenografía montada.

Por su parte, el equipo técnico se ocupa de montar la escenografía en los tiempos en que no están previstos ensayos sobre el escenario. Con energía y coordinación se trasladan objetos, se ajustan detalles, se sincroniza el sistema de luces.

También es vertiginoso el trabajo que se realiza en el área de vestuario, al ser cientos los trajes a medida que deben confeccionarse para los protagonistas.

Otro de los roles que intervienen en esta obra de Verdi, y que enriquecerá el espectáculo, es el de la persona encargada de realizar el sobretitulado de los textos -originariamente escritos en italiano-, que se proyectarán en idioma español durante las funciones, para que ningún espectador se pierda la trama de la obra.

Los intérpretes

Si bien “Un ballo in maschera” remite a un relato situado en tiempo y espacio -la Suecia monárquica y absolutista de Gustavo III, fines de siglo XVIII-, la propuesta escénica actual adquiere un estado autónomo con el fin de poder articular con la concepción verdiana y nuestro presente.

Hay que destacar que, a diferencia de otras óperas, esta pieza consta de cinco roles protagónicos de voces muy diferentes: tenor, barítono, soprano, mezzosoprano y soprano ligero. Es la única obra de Giuseppe Verdi, en la que hay un rol de un personaje travestido, una mujer en el rol de un varón.

Los roles solistas estarán interpretados por Ignacio Guzmán (tenor) como Gustavo III; Mauro Espósito (barítono) será el Conde Anckarström; Jacqueline Cohen (soprano) interpretará a Amelia; Alejandra Malvino (contralto) será la adivina Madame Arvidson y Fabiola Masino (soprano) estará en el papel de Oscar. Completan el elenco los solistas Roy David Pullen Llermanos, Evert Formento, Ángel Carranza, Daniel Asrín y Franco Spinetti.

La dirección musical es de Hadrian Avila Arzuza; la dirección  de escena está a cargo de Felipe Hirschfeldt; la escenografía y el vestuario son de Santiago Pérez, y  el diseño de iluminación pertenece a Franco Muñoz.