Juan Carlos Mesa: “No soy humorista, soy cordobés”

De todas las formas como se puede homenajear a la tierra donde se ha nacido, Juan Carlos Mesa –un referente imprescindible del humor de los últimos 60 años- eligió afirmar: “No soy humorista; soy cordobés”, cediéndole a la ciudad donde vio la luz el mérito por las sonrisas  y las carcajadas que supo arrancar a audiencias de todo el país.

Con esa sencillez tan característica en él, así se definía Juan Carlos Mesa. Fue el año pasado, oportunidad en que estuvo en nuestra ciudad, su ciudad, en un homenaje que le rindió la Agencia Córdoba Cultura, donde se presentó ante sus coterráneos en una charla en la que hizo de anfitrión Claudio Fantini.

Fue el 8 de septiembre de 2015, cuando con sus 85 años, llegó acompañado por sus hijos Gabriel y Juan Martín, para “disfrutar de la ciudad”  que pese a los cambios de época conservaba la apariencia de siempre, al menos en su memoria. “Me estoy dando un baño de Córdoba”, un lugar “del que nunca me fui, que tengo incorporado y evoco permanentemente. Es el combustible más importante para mí”, decía.

El  escritor que ha elaborado guiones para figuras tan significativas y diversas como Tato Bores, Pepe Biondi, Carlos Balá y  Alberto Olmedo tenía mucho para decir sobre una actividad de la que conocía todos los resortes; siempre con esa frescura que tanto extrañan los que recuerdan cada una de sus intervenciones televisivas o los fanáticos de la primera hora, en los lejanos años 50, cuando escribía para Radio Universidad los guiones de “La gran vía”.

“El humor es una bengala que hay que tirar para que la gente mire para arriba; no se tira de frente porque puede pegarle a alguien y lastimarlo”, decía el hombre que  hizo humor en épocas muy distintas y en todos los formatos. Aclaraba Mesa que nunca hizo humor político aunque escribiera durante años guiones para Tato Bores.

De esa etapa recordaba, no obstante, que hubo momentos duros y que, en una ocasión mientras trabajaba con Tato en su departamento, entró inesperadamente Berta-la esposa del monologuista- para decirles que había que abandonar el edificio por una amenaza de bomba.

Contemporáneos de esa época también son sketchs y referencias más o menos elípticas a las que tenían que recurrir para eludir censuras y sanciones. Aprovechando una resolución municipal que obligaba  eliminar de los edificios las compactadoras de residuos y para mencionar el control que había sobre lo que salía al aire “aparecía una chica con un papelito diminuto y decíamos que eran los libros, después de pasar por la compactadora”, contaba subrayando que “Tato Bores ejerció la libertad de pensamiento con una solvencia increíble”.

El hombre que le otorga a Córdoba todo el mérito por el humor que la gente le agradece a él, tenía una historia laboral que entrelaza a los programas más populares de la televisión del último medio siglo. Formó equipo con los hermanos Basurto y Carlos Garaycochea, y  así nacieron “La tuerca”, “Humor Redondo”, “Hupumorpo”, “Jaujarana” y “Los Campanelli”.

Los más jóvenes recuerdan, seguramente, “Mesa de noticias”, que nació en 1983  y su continuación, “El gordo y el flaco”, junto a Gianni Lunadei, el actor  que encarnaba al malvado Delanata, un personaje que por entonces marcaba tendencias imponiendo expresiones y gestos entre una audiencia que se medía en miles.

Modesto, Mesa decía que a pesar de su sociedad con lo más granado de los guionistas del siglo XX, él siempre ha hecho un “humor municipal”, porque “a través de un sketch yo quería que arreglaran un bache que había en la calle”, explicaba.

El creador de “El despertador” dejó su Córdoba natal para emigrar a Buenos Aires en 1964. En 1997 retornó  para conducir  una nueva versión de “El despertador”, por la radio LV2. Ganó los premios Bamba,Excelencia, el Martín Fierro al mejor programa y a la mejor conducción. En  los albores del nuevo siglo protagonizó “Primicias”, la serie de Pol Ka.

Mesa fue un humorista que pudo cambiar la creencia popular de que detrás de alguna gente que trabaja haciendo reír se oculta un triste o un malhumorado. El, más bien, ha actuado siempre como un tierno.

“El sarcasmo es una manera mas cruel de ejercer el humor. Hiere, lastima, cuelga motes y a mí me parece que hay que tratar de convivir sin herir”, decía de nuevo, y explicaba que el humor que lo hace feliz es esa bengala que ilumina la escena y no el fogonazo que te ciega.