Habrá que hacer un ejercicio de pérdida de literalidad

Nano Barbieri *Sociólogo, director de la Gaceta Deodoro

Ya se dijo de muchas maneras, pero no estaría mal recordarlo: la violencia es también falta de imaginación. Ponerse en el lugar del otro, entender que no todo es lo que parece. Si uno no sabe distinguir, por ejemplo, entre perder un partido de fútbol y ser derrotados como Nación, estamos entonces ante un problema. Las referencias a las batallas, la sobredimensión que toman circunstancias deportivas absolutamente probables son una clara cuestión de severa estupidez.

Y el fútbol sólo puede ser comprendido como una metáfora de todo lo que subyace a este fenómeno planetario. Explicarlo de otra manera sería como leer a Rebelión en la Granja, la clásica fábula de George Orwell, como un altercado de animalitos. El fútbol es la poesía, incluso, de los que odian la poesía.

Entonces, ¿cuál es el sentido del fútbol? La capacidad explicativa, creo yo: siempre son bienvenidas las maneras de comunicar y sentir que esquiven la evidencia. Y el fútbol como lenguaje es algo maravilloso. La posibilidad de lograr un encuentro, un diálogo y una hermandad con personas con quienes uno juraría que no tiene ninguna coincidencia. Tanto dentro como fuera de la cancha, el fútbol tiene la capacidad de trascender lo manifiesto, de subvertir lo que parece una obviedad.

De cara a este Mundial habrá que estar atentos a no confundir el nacionalismo exacerbado con la hermosa metáfora que significa acompañar la magia de los mejores jugadores de fútbol que nacieron y crecieron en nuestro país, en este enorme campo de juego, y en esta particular manera de mirarlo, que no es otra cosa que nuestra cultura. Y ya que estamos, que la cultura del primer plano no desdibuje el trabajo colectivo para construir por fuera del Mundial y del fútbol, una Patria solidaria y justa todos los días del año y no sólo una idea difusa que genere ocasionalmente consensos masivos. Vamos Argentina, carajo, adentro y afuera de la cancha. Con la pelota, con el trabajo y con la redistribución de la riqueza.