La medicina del futuro se practica desde 2015 en el Hospital de Niños

“Unidad de Investigación y Desarrollo para la Generación de Biomodelos 3D” dice el cartel, al fondo y a la derecha de un pasillo interminable. El cuarto no tiene nada de especial, pero sus ocupantes valoran cada centímetro porque es un hospital por el que pasan miles de pacientes.

De ese laboratorio, creado en diciembre de 2015, salen soluciones que pueden medirse en términos de salud recuperada y de ahorro de gastos, pero su responsable, el médico Víctor Defagó, prefiere afirmar que “nosotros estamos en la etapa de aprendizaje” y aclara que la misión del grupo es ayudar.

Docente universitario, con toda una vida en los quirófanos del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad, es también coordinador del equipo que trabaja con impresoras 3D y computadoras en la confección de prototipos rápidos, réplicas de partes del cuerpo humano sobre los cuales un cirujano puede trabajar cómodamente hasta adquirir la destreza y la seguridad que le permitirán acceder al paciente y operar sin riesgo.

En el laboratorio trabajan dos becarios que son diseñadores y un arquitecto. “Los casos que recibimos son complejos y cuando el equipo tratante pretende tener un máximo de garantías en cuanto a su resolución – generalmente son quirúrgicas- nosotros lo podemos ayudar con biomodelos desde el punto de vista virtual y físico”, explican a dúo Defagó y Gabriel Massano, el arquitecto que está desde el principio y que, a esta altura, según su compañero, se anima a debatir mano a mano con los médicos.

Aunque el resultado de su labor es sorprendente, ellos lo explican como si se tratara de procedimientos sencillos.  A partir de imágenes obtenidas por resonancias magnéticas o tomografías, ecografías o fotografías e introducidas en un programa informático, se hace una imagen virtual. “Esa imagen es exactamente igual a la real del paciente y se puede trabajar como en forma indefinida -es muy barato por eso- y uno la puede modificar las veces que quiera”.

Excluyendo las computadoras y las impresoras, la Unidad de Investigación tiene, para un observador desprevenido, la apariencia de una salita de juegos porque sus vitrinas exhiben pequeños y coloridos objetos que podrían confundirse con los que usan los chicos de un jardín de infantes.

Mirados de cerca son corazones, tráqueas, tibias, parietales. Los famosos biomodelos 3D. “Si tenemos un paciente con una cardiopatía congénita, o sea que el niño nació con un problema en el corazón, con un defecto severo – explica Defagó–  se le solicita una angiotomografía. No cualquier tomografía es útil para imprimir un corazón”.

Esta angiotomografía “tiene que ser realizada en un segundo o un segundo y medio cuando el corazón está lleno de contenido sanguíneo para que se dibujen todas las cavidades. Y una vez que se logra esa tomografía de alta calidad, comienza el trabajo de limpieza donde se saca todo el contenido del corazón y se deja exclusivamente el tejido cardíaco. A partir de ese punto es donde se eleva la imagen virtual y luego al modelo físico que es el biomodelo 3D”.

Eso se puede imprimir en plástico, en PLA, que es una sustancia que se saca de la fécula del maíz y que se está investigando para ver si a través de la Universidad Nacional de Córdoba se pueden obtener materiales, inclusive absorbibles, para hacer prótesis que después no necesitan ser retiradas.

La posibilidad de que un cirujano trabaje con una imagen virtual o la réplica física y perfecta del órgano que tendrá que operar es una maravilla muy parecida a un milagro. Defagó admite que “esto está cambiando todos los paradigmas de la enseñanza y el aprendizaje en la medicina y en muchos otros rubros; yo diría que está cambiando el rumbo del mundo”.

Hablar de costos es una experiencia fascinante porque si bien la elaboración de piezas de titanio para trasplantes requiere de una impresora que ronda los 260 mil dólares, una cantidad importante de los biomodelos que se emplean en el Hospital de Niños han salido de una impresora que cuesta 500 dólares.

“El apoyo económico que se necesita es muy bajo si se compara con cualquier otro proyecto de salud. La necesidad de recurso humano también es baja. Eso nos da bastante autonomía y sustentabilidad en el tiempo -precisa el coordinador- y si uno empieza a manejar valores de prótesis o piezas que el Estado o una obra social tuviera que adquirir, existe la posibilidad de fabricarlos a 10, 50 o 100 veces menos que el precio que hoy en día tienen esas piezas”.

Los profesionales que trabajan en el laboratorio dicen que cada paso que dan implica abrir nuevas ventanas a experiencias ricas y novedosas. “Uno tiene la posibilidad de fabricar sus propios biomodelos para simulación, de muy bajo costo, que van a hacer que los residentes, sobre todo, pueda adquirir su competencia en forma más rápida y con destrezas y habilidades que no se pueden lograr de otra forma. Y todo con un muy bajo costo.”

Entusiastas y esperanzados en el futuro que avizoran a partir de su tarea, anticipan que “estamos tratando de adquirir impresoras que simulen los órganos con una textura muy similar a la de un órgano nativo o normal. De pasar de un órgano para simulación a una prótesis que va a ser colocada en un paciente, la distancia es pequeña o casi insignificante”. (Para quienes quieran conocer detalles de la labor de la Unidad de Investigación pueden consultar su página web aquí)

En el Hospital de Niños, la Unidad de Investigación ya hizo prótesis que se han implantado con productos que están autorizados por Anmat. Sus responsables advierten que “esto es absolutamente nuevo, de manera que nosotros diariamente vamos evaluando alternativas, necesidades y necesidad de generar cambios”.

Impulso provincial a la investigación

La generación de réplicas humanas en 3D en el Hospital de Niños surgió gracias al apoyo financiero otorgado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

En concreto, la administración provincial entregó 450.000 pesos para el desarrollo del proyecto a los que se sumó otros 193.000 pesos aportados por el propio laboratorio de biomodelos.

Cabe recordar que el Gobierno de Córdoba realizó tiempo atrás una convocatoria para la financiación de proyectos especiales de investigación para la que reservó un fondo de 4 millones de pesos. Entre los 5 trabajos seleccionados figuraba el de investigación de materiales para impresión 3D.

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