La mujer en la política: con avances, pero sin igualdad

La escasa participación de mujeres en la política o su poca presencia en puestos de poder y de decisión a lo largo de la historia, no son una consecuencia azarosa o arbitraria de las estadísticas. Definitivamente, esconden -y al mismo tiempo revelan- una base cultural impregnada de prejuicios atravesados por la cuestión de género.

Sin embargo, a lo largo del siglo XX, las mujeres han sabido hacerse paulatinamente un lugar allí donde todo había sido apropiado por el hombre, destruyendo falsos conceptos a prueba de militancia social, lucha política y transformación cultural.

Así, el mapa político actual se revela desprovisto de muchos discursos privativos y excluyentes por condición de género, aunque también deja cuentas pendientes en relación a una efectiva igualdad de condiciones y oportunidades.

En la provincia de Córdoba, sobre un total de 427 municipios y comunas, son 61 los que tienen a mujeres en el cargo de Intendentas o Jefas Comunales. Un interesante avance si comparamos esta situación con respecto a 2003, donde sólo 35 mujeres dirigían los destinos de sus localidades.

“Estoy viendo un adelanto en el mundo político. No es a pasos agigantados pero no se puede negar una mayor participación de la mujer en distintas funciones ya sean diputadas, senadoras, intendentas, presidentas comunales, concejales o tribunos de cuentas”, reflexiona Natalia Sayas, la actual Presidenta Comunal de Cabalango que se convirtió, allá por 2007, en la primera mujer que llegó a ese cargo en su comuna.

Y si hablamos de presencia de mujeres en los puestos de poder en la provincia fue en el año 2007, justamente, cuando se registró un salto significativo en tal sentido. El recambio de autoridades que se produjo por aquel entonces dio como saldo un aumento exponencial de mujeres en cargos ejecutivos, expresando un incremento cercano al 50 por ciento respecto al período anterior.

En ese momento, Zully Fonseca fue una de las tantas que escribió su nombre en la historia. En su caso fue en Villa Ascasubi, donde la gente la eligió como la jefa del ejecutivo municipal, la primera en la localidad y también en el departamento. La Intendenta sostuvo que si bien “la participación femenina nació con el voto que estableció Eva Perón, la intervención se quedaba ahí. Hoy la participación de la mujer es en las cuestiones políticas, en la toma de decisiones y eso es lo importante”.

Sin embargo, la presencia de las mujeres en los primeros puestos institucionales de los municipios no agota los desafíos que enfrentan, en tanto la condición de género continúa siendo una barrera cultural incluso en el ejercicio diario de la gestión. En tal sentido, Fonseca agregó: “El rol que ha tomado la mujer en la política no es fácil. Para muchos el género te condiciona. Te ven como más débil y tenés que demostrar que podés”.

La experiencia de ocupar cargos impregnados por la tradición masculina en cualquier ámbito es todo un reto y, en la política, no hay excepción.

“Cuando voy a una reunión aún son muy pocas las mujeres que son Intendentas o Jefas Comunales. Pienso que de a poco vamos a ir creciendo. Sé que mis compañeras tienen un valor y una fuerza de lucha impresionantes, como lo tuve yo”, cerró Nélida Ortiz, Intendenta de Alpa Corral, quien fue recientemente elegida para ejercer su tercer mandato en la ciudad.

El poder legislativo, cada vez con más presencia femenina

La desigualdad que existe en la distribución de cargos de poder entre hombres y mujeres es una realidad en la historia de la humanidad y una postal actual también en pleno siglo XXI.

Sin embargo, el campo político es uno de los sectores donde puede evidenciarse un avance progresivo en la participación de la mujer. El 23 de septiembre de 1947 se firmó el decreto presidencial que le otorgó a las mujeres de todo el país el derecho al voto y ese momento significó un logro y un reconocimiento vetado hasta ese entonces.

En los últimos años, el debate se centra en poder erigir una mujer que participe de manera efectiva en la toma de decisiones y en la construcción política de la sociedad y eso incluye -y demanda- la asunción de cargos electivos.

La presencia femenina en el poder legislativo, en sus diferentes órdenes, representa una fotografía interesante para analizar la llegada de la mujer a la política: su incidencia ha ido creciendo de manera significativa, con impactos directos en la gestión política, pero aún continúa siendo un desafío su fortalecimiento.

En este sentido, la sanción de la Ley de Cupo Femenino en 1991 (Ley nacional 24.012) convirtió a la Argentina en un país pionero en la búsqueda por garantizar la presencia de mujeres en espacios de decisión. Su entrada en vigencia, a partir de 1993, se traduce en un notable incremento en la cantidad de legisladoras nacionales.

Se trató de una herramienta institucional que buscó resolver el problema de la escasa representación de la mujer en los lugares de decisión política estableciendo que las listas de partidos políticos para cargos electivos nacionales debían tener, como mínimo, un 30 por ciento de candidatas mujeres; es decir, por cada tres hombres, una mujer.

Por tanto, el impacto no tardó en llegar: en 1991, sólo un seis por ciento de mujeres tenía presencia en Diputados, 32 puntos porcentuales por debajo de lo que implican, por caso, en la actualidad.

Hoy en día, el Congreso de la Nación se compone de un total de 126 diputadas y senadoras, lo que representa el 38 por ciento del total de congresistas en ambas cámaras. El dato da cuenta de que, en oposición al hombre, el lugar de la mujer sigue siendo de inferioridad, ya que el sector masculino se hace del 62 por ciento del total de las bancas. No obstante, en clave comparativa puede apreciarse un interesante incremento:

Placa 1

Como se observa en el gráfico, en relación al año 2001 ha habido un pronunciado aumento de mujeres en la composición del Senado. El período 2000/2001 contaba con un total de 69 legisladoras nacionales, mientras que el actual registra 126, lo que implica un aumento del 83 por ciento.

El salto cualitativo, motivado fuertemente por la Ley de Cupos, se ha detenido en los últimos años. Desde el año 2012 a la fecha, el porcentaje de participación femenina se ha mantenido estable, sin bajas ni subas abruptas.

Placa 2

La tabla refleja, en Diputados, un nivel de incidencia femenina del orden del 38 por ciento que se viene sosteniendo en los últimos 4 años; mientras que, en Senadores, dicho porcentaje se consolida en el 40 por ciento.

Si nos posicionamos en Córdoba, la actualidad de la Unicameral indica que el 40 por ciento de los legisladores son mujeres, lo que representa un aumento del 2 por ciento con respecto al período 2011-2015 y de un 9 por ciento tomando en cuenta la cámara que legisló entre 2007 y 2011.

Sandra Trigo cumple su segundo mandato como legisladora y ha sido siempre una militante por las cuestiones de género. La funcionaria admitió que el avance de la mujer en los cargos de poder es “un adelanto importante” pero aseveró que además de lo cuantitativo debe existir un avance cualitativo: “No sólo que muchas mujeres accedamos al poder sino que eso implique un real cambio de paradigma. Porque hay desigualdades a pesar de la constitución y los tratados. En los hechos se discrimina”, afirma.

Para la parlamentaria, la clave pasa por empapar definitivamente a la política de una perspectiva de género. “Eso dará el salto para que las mujeres tengamos igualdad de oportunidades en iguales condiciones que los varones. Hay que cambiar las herramientas y los mecanismos de poder que son todavía masculinos. Es un proceso y las mujeres que ocupamos estos cargos tenemos el desafío de hacer el mundo más igualitario para nosotras”, aseguró.

Por su parte, Soher El Sukaria es una de las caras “nuevas” que tiene la política. La legisladora, que asumió su primera gestión en la cámara, sostuvo que hay dos etapas en la historia de la inclusión de las mujeres en este campo. “Hasta hace una década la participación de la mujer era muy escasa y si llegaba a un cargo era por definiciones partidarias. Pero ahora se han abierto más espacios que permiten revalorizar el rol de la mujer en la política”.

Córdoba se rige por la ley 8901, más conocida como Ley de Cupo. Esta normativa regula la participación equivalente de géneros en la elección de candidatos y establece que la conformación de las listas debe contener un 50 por ciento de cupos destinados a mujeres, un piso que aumenta en 20 puntos porcentuales respecto a igual normativa nacional.

El Sukaria se refirió a esta reglamentación y su posición fue contundente. La funcionaria aseguró: “Yo celebro que seamos tantas en la Unicameral pero, si bien estoy a favor de la Ley de Cupos, me gustaría que no existiera. La presencia de mujeres no tendría que estar garantizada por una ley, lo único que debería discutirse es su capacidad y no su género”, sentenció.

Finalmente, y llevado esto a todos los órdenes de representación del poder legislativo, resulta necesario agregar que el aumento de las mujeres en la composición de los órganos que tienen a su cargo la materia legislativa, favoreció la consolidación de nuevas perspectivas sociales, como así también la instalación de nuevos temas en la agenda pública, sobre todo en materia de igualdad de género, inclusión y derechos.