La confianza como motor de retorno al sistema educativo

Dayana tiene 21 años, una hija de 3 y en abril comenzó a descubrir los secretos de la serigrafía. Sonríe con timidez cuando se refiere al futuro que le espera y promete terminar en un centro para adultos el secundario que abandonó “por sonsa” cuando transitaba los 15.

Un piso más abajo, Miguel, de 17, comenta que “aprendemos rápido porque nos enseñan bien” durante una pausa del taller de soldadura. Ambos son parte del programa “Confiamos en vos” y participan de dos de los nueve talleres que se dictan tres veces por semana en las instalaciones del Instituto Provincial de Educación Técnica (IPET) Presidente Roca, del parque Sarmiento.

Algo más de 10 mil jóvenes de entre 14 y 24 años iniciaron en abril el programa que la Agencia de Promoción de Empleo organizó para los que no tienen ocupación y abandonaron la educación formal. Para ellos se han dispuesto alrededor de 150 cursos de oficios, además de actividades deportivas y culturales a través de las cuales se persigue un doble propósito: otorgarles los rudimentos para que ingresen al mundo del trabajo y motivarlos para que concluyan sus estudios.

Carlos Palomeque trabaja hace 30 años en la escuela Presidente Roca, oficia de coordinador del programa y se muestra gratamente sorprendido por la rápida vinculación que los chicos han logrado entre sí y con el establecimiento que los aloja, al que asisten otros mil alumnos que cursan el secundario.

Admite que al principio tuvo cierto temor de que no se integraran pero, a medida que pasa el tiempo, la experiencia se vuelve más enriquecedora. “Es conmovedor el esfuerzo que  hacen algunos para venir, porque viven en barrios alejados y a veces están cansados porque hacen changas. Otros tienen realidades familiares muy duras, pero no abandonan”.

Cerámica, carpintería, electricidad, operario de banco, serigrafía, informática y soldadura en construcción son los talleres que 160 jóvenes están haciendo en las amplias instalaciones del colegio ubicado en el Parque Sarmiento.

Con la experiencia que le permiten 33 años de docencia y a sólo tres de su retiro, Aldo Ghío volvió para dictar clases y asegura que “lo más importante de todo esto es que descubran que necesitan seguir estudiando y completen el secundario”.

Experiencias

Antonella, una joven psicóloga que se desempeña como coordinadora, coincide en que el mejor resultado del programa es “la inserción en el sistema educativo”, y enfatiza  que los chicos y chicas están resueltos a hacer los sacrificios que haga falta para seguir asistiendo.

A modo de ejemplo, comenta que uno de los jóvenes consiguió un trabajo en blanco cuyo horario se superponía con el taller, pero fue a consultar si podía asistir en otro turno para no interrumpir la preparación.

Aunque todos son adolescentes que comparten las dudas y preocupaciones propias de su generación, muchos ya tienen la responsabilidad de uno o más hijos. En el taller de carpintería  Sabrina muestra una silla recién terminada y recuerda que hasta hace un par de meses le daban miedo las máquinas y “ahora las manejo sin problemas”.

A su lado, Micaela dice que hoy vino sola, pero a menudo suele traer a su hijo Lisandro de 1 año y 4 meses.

Entre pilas de madera, mesas de ensamble y herramientas, acunó su sueño maternal Joanna, quien acaba de dar a luz a una beba y que apenas le den el alta estará nuevamente junto a sus compañeros. En la carpintería llama la atención la cantidad de chicas, que también son más del 80 por ciento del taller de serigrafía.

Jesica, en cambio, comparte sus horas de aprendizaje como soldadora con mayoría de varones. “Son buenos compañeros”, señala, y sonríe cuando se le pregunta si no es complicada la vida en el aula junto a tantos hombres. La tarea le gusta, y por eso cree que vale la pena el sacrificio de llegarse al colegio del parque desde Ferreyra y, además, buscar un lugar donde dejar a su hija.

Confianza

Una de las acepciones del verbo confiar es “esperar con seguridad y credulidad que algo suceda o que alguien se comporte como se desea”. Los docentes y coordinadoras del “Confiamos en vos” vuelven una y otra vez sobre la idea de la respuesta que los jóvenes son capaces de dar cuando sienten que les están ofreciendo una oportunidad.

Palomeque y Ghío aceptan que un curso de tres meses no es suficiente para que alguien aprenda todos los secretos de un oficio, pero “puede serlo para demostrarle a una persona la importancia de volver al sistema educativo”.

El coordinador  afirma también que los chicos que concurren a clases lo hacen por mucho más que los 600 pesos que reciben mensualmente. Muchos hacen planes para concluir el secundario en los Cenma o acceder a un préstamo que les permita desarrollar microemprendimientos solos o con sus actuales compañeros.

El gobierno ha dispuesto un presupuesto de 80 millones de pesos para sostener el programa. Además de Córdoba, se está desarrollando en Río Cuarto, Villa María, San Francisco, Villa Dolores, Marcos Juárez, Cruz del Eje, La Calera, Alta Gracia, Bell Ville, Deán Funes, Río Tercero, Jesús María, Mina Clavero, Laboulaye y Villa Carlos Paz.