Rugby en la cárcel de Bouwer, otra herramienta de resocialización

En una emotiva tarde de rugby, la Penitenciaría de Bouwer fue el escenario perfecto para que dos equipos conformados por internos jueguen su primer partido amistoso y reflejen en el campo los valores que inculca este deporte: Águilas del Imperio Vs Ruaj.

El resultado quedó en un segundo plano. Lo importante era compartir una jornada deportiva entre todos los presentes. Y lo que realmente se pudo ver fue el compromiso de los jugadores, el trabajo en equipo y el esfuerzo de cada uno de ellos por superarse, además del respeto hacia el rival a la hora de pelear cada pelota. Justamente el rugby se caracteriza por transmitir estos pilares fundamentales que luego servirán para afrontar la vida cotidiana.

Cecilia Lanzarotti, secretaria de Organización y Gestión Penitenciaria, abrió el partido con un mensaje para los jugadores: “Me llena de orgullo verlos a ustedes queriendo salir adelante. Disfruten de esta gran oportunidad”. Después tomó la palabra Pablo “Cholo” Guiñazú, quien con su experiencia les dejó un aprendizaje sobre la vida y el deporte a los internos.  

Las Águilas del Imperio se conformaron en la Unidad Penitenciaria N°6 de Río Cuarto y fueron los primeros en hacerlo hace un año y medio. 25 jugadores viajaron más de 200 kilómetros para visitar a los Ruaj (Soplo de Dios), el conjunto integrado por internos del Complejo Carcelario de Bouwer.

Esta actividad de rugby forma parte del Programa Provincial de Humanización en las Cárceles, el cual trabaja sobre la educación, la contención espiritual y el deporte. “El trabajo que se hace es integral y el entusiasmo de los chicos se puede ver a simple vista; ellos están comprometidos con la idea”, explicó Marcelo Ruiz, coordinador de la iniciativa.

Uno de los internos que jugó también comentó sus sensaciones: “Esta propuesta es muy importante para nosotros. Yo no entendía nada de conducta ni respeto y con esto he aprendido a relacionarme de otra forma y compartir con mis compañeros. Además estas buenas acciones se contagian y cada vez somos más los que nos animamos a probar el cambio”.

Una vez finalizado el encuentro, y como es costumbre en el rugby, los jugadores compartieron el tercer tiempo. Este momento de camaradería no es menos importante que el partido, ya que los jugadores aprovechan para intercambiar palabras con sus rivales en un ambiente descontracturado y de compañerismo.

Así, el rugby se presenta como una alternativa de crecimiento y superación en contextos de encierro y ya se practica en unas 50 penitenciarias de todo el país.