Para que brillen con luz propia

“Aquella que está allá arriba, la que brilla más, no es una estrella, sabías… es un planeta. Creo que Júpiter”, En el patio del Observatorio Astronómico, Jonathan mira al cielo que está sin luna, negrísimo y señala dos puntos azules que brillan justo arriba suyo: “¿Sabés cuál es la diferencia entre una estrella y un planeta? Las estrellas titilan”, remata. Tiene 14 años, es tímido y callado, por un rato más no va a volver a hablar, pero sabe, ahora, cuáles son los cuerpos que brillan con luz propia.

Jonathan está alojado desde hace dos semanas en un establecimiento del Complejo Esperanza, que depende de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF). El primer domingo de septiembre fue su turno de visitar el Observatorio, como parte del programa Derecho al Cielo Nocturno, coordinado por expertos del Observatorio y de un grupo interdisciplinario de la UNC que busca fortalecer el acceso a la cultura y a la ciencia a través de talleres de astronomía a niños, niñas y adolescentes privados de la libertad. En el último mes, cada domingo entre las 19 y las 21, un grupo de chicos a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos recorría el viejo edificio ubicado en barrio Observatorio, en uno de los puntos más altos de la ciudad.

“Hace unos días fueron a dar una charla al complejo, nos explicaron de los planetas y las galaxias, salimos a mirar el cielo. Pero acá no había venido nunca, es la primera vez que veo un telescopio”, dice Jonathan, sorprendido.

Antes de la visita al Observatorio, los especialistas realizaron seis encuentros en el Complejo Esperanza donde abordaron temas de astronomía, el sistema solar, la luna y sus fases, las relaciones entre los ciclos de la luna y los ciclos en la vida humana, los conceptos de constelaciones, el sol, y los puntos cardinales entre otros.

El viaje a las estrellas de Jonathan comenzó a las 19 del primer domingo de septiembre con una breve charla explicativa y un recorrido por el edificio para conocer sobre las galaxias. Luego subió, junto a las autoridades del complejo, al planetario. Se acomodó en un asiento, y miró concentrado la cúpula en la que proyectaron una película. En el film, un lagarto llamado “Verde” y “Capitana”, la pantera, viajan en un cohete que despega justamente desde Córdoba al espacio y se quedan sin combustible en un planeta extraño. Las voces de los personajes son interpretadas por Rebeca Bortoletto y el humorista Flaco Pailos. En lugar de pantalla, la película se proyecta en el techo abovedado. “Da vértigo mirar ese techo redondo”, dice Jonathan.

Lo que sigue es la parte más divertida de la visita: cuando la cúpula se abre y asoma uno de los telescopios más importantes de la Argentina. Esta noche, Jonathan no puede ver la luna, pero hay planetas y estrellas para tirar para arriba. “El que más me gustó fue el de los anillos, yo pensé que se iba a ver más chiquito”, dice.

Javier Tejerina es el responsable de Gestión del Módulo cuatro del Complejo Esperanza. Acompañó a los chicos en cada una de las visitas, junto a un equipo de socioeducadoras y guardias. Esta vez, Javier se anima a tirarse al piso y hacer contorsiones hasta acomodar el ojo en la mirilla y encontrar a Saturno, que está justo sobre vertical sobre Córdoba. “Los chicos vinieron entusiasmados, muy curiosos y abiertos a las visitas”, contó.

Derecho al Cielo nocturno se inspiró en una experiencia similar realizada en La Plata que comenzó allí en 2013. En Córdoba se realiza desde 2015. “Nace a partir de algo que pasaba en el centro socioeducativo de Mujeres que está en nueva Córdoba: como está rodeado de edificios, los vecinos se quejaban de que las chicas cuando salían a veces gritaban cosas. Pedían que no salieran al patio”, contó una de las especialistas. “A nosotros nos pareció fuerte, que no pudieran ver el cielo en su tiempo de esparcimiento. Entonces nos enteramos de la experiencia de La Plata”, agregó.

Más allá del conocimiento astronómico específico, el mayor impacto a nivel subjetivo para quienes están en contextos de encierro, explica la especialista, es la dimensión de tiempo y espacio: poder ubicarse en el paso del tiempo con la sombra, con las estaciones, saber dónde estás ubicado y para qué lado queda tu casa, tu barrio, tu club, todo eso organiza a una persona en el tiempo que tiene que pasar encerrado. “Los chicos nos ponen a pensar, tiene preguntas muy genuinas y espontáneas”, dice.

Cuando la visita termina, ya en el patio, Jonathan parece conocer la galaxia entera: «Aquella es la Cruz del Sur y más arriba, pegadito, hay dos que parecen ojos que te miran; bueno, una de esas, la más grande, en realidad son dos, dos estrellas que se ven como una porque están cerca. Por el telescopio se ve que son dos”, reseña. “Los chicos dijeron que si se apaga una tardamos cuatro años en enterarnos, por qué está tan lejos que la luz tarda en llegar”, dice.