Las mujeres empoderadas son un gran «capital humano»

Desde hace apenas un mes, la ciudad de México comenzó a implementar una red de información para atender a mujeres y niñas víctimas de violencia de género. Se trata de un sistema informático que actualiza en tiempo real los datos sobre los hechos y tipos de violencia y genera un expediente único para cada víctima, lo que permite agilizar y optimizar tanto las intervenciones como las investigaciones.

“Muchas de las políticas que utilizamos en la red las tomamos de la experiencia del Polo integral de la Mujer, de Córdoba”, explica Teresa Incháustegui, directora General del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México.

Incháustegui -con una larga trayectoria en el movimiento feminista- se encuentra en la ciudad para participar del quinto encuentro de la Diplomatura en Formación de Acompañantes Comunitarios contra la Violencia de Género que organiza el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia. Su conferencia será este sábado en el auditorio de la Universidad Provincial de Córdoba, Ciudad de las Artes, bajo el lema “Las mujeres en la política y la gestión pública”.

“Es un orgullo participar de una proceso donde tantas mujeres se forman en derechos humanos, en participación política y ciudadana y en la prevención de la violencia”, dijo en su paso por el edificio del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, donde fue recibida por su titular, Luis Angulo, y por Claudia Martínez, quien está al frente de la Secretaría de Lucha Contra la Violencia a la mujer y la Trata de Personas.

“Las mujeres estamos formadas para tener deberes, más que para saber cuáles son nuestros derechos –dijo-. Por eso la diplomatura es importante, porque nos da herramientas para crear una base de participación desde nuestros territorios donde vivimos y enfrentamos diariamente una serie dificultades”, explicó. También agregó que para los gobiernos locales, las mujeres empoderadas son un gran “capital humano”.

Incháustegui es una activista por los derechos de la mujer y su compromiso la ha llevado a trabajar en diversos campos, como la academia, el función legislativa y, ahora, al frente de un espacio de gestión como el instituto de una de las ciudades más grandes del mundo. “Los gobiernos locales tenemos esa urgencia de atender las necesidad que está sucediendo, y qué mejor cuando hay una ciudadanía activa y consciente de sus derechos, con herramientas”, expresó.

Para la funcionaria mexicana no es común ver que gobernantes tomen las demandas de las mujeres para trabajarlas desde la gestión. Por eso destacó la experiencia de Córdoba. “Cuando hay gobernantes sensibles e inteligentes, que entienden la trascendencia y el sentido de esta movilización femenina, como sucede en este caso, hay que aprovecharlo. Las transformaciones que  generan el movimiento de mujeres sacuden las instituciones y para la sociedad en general”, agregó.

En México, donde la violencia que genera el crimen organizado se ha llevado millones de vidas en la última década, la seguridad es un tema que se trata de modo integral. Pese a ese contexto extremo, la violencia de género sigue en México los mismos patrones mundiales: los femicidios son cometidos siempre por  victimarios del propio entorno de las mujeres.

“La seguridad es un bien complejo, no se produce por un solo actor, porque es multifactorial. La trabajamos desde muchos aspectos, incluso para construir modelos de ciudades seguras para mujeres y niñas, repensando los espacios y los servicios. Todo sirve para ponerle un dique de contención a la violencia de género”, explicó.

“Los gobiernos tenemos que mirar para saber qué está pasando con las familias y las parejas, tenemos que hacer políticas para moderar el conflicto, pero antes que nada, tenemos que conocerlo: ¿Por qué nos están matando? -se pregunta-. Y ciertamente las razones pueden ser históricas, pero qué detonantes hay y cómo lo podemos abordar desde una terapéutica social”, plantea.

Para la especialista, es parte de un proceso cultural que merece el esfuerzo de la sociedad entera: “Nos tenemos que mirar y reconocer la llaga”, dijo.