«Los profesores ahora se preocupan porque entendamos»

Una investigación realizada sobre chicos y chicas de 13 a 17 años que retomaron sus estudios secundarios, revela su percepción hacia los profesores en cuanto a sentirse escuchados y percibir preocupación por sus aprendizajes. Además, aporta información significativa con respecto a la percepción de la repitencia, asociada a cuestiones personales.

Los datos surgen del trabajo “La educación secundaria en los grandes centros urbanos: la escolarización de adolescentes y jóvenes en la ciudad de Córdoba”, de UNICEF y la Universidad Nacional de Córdoba, cuyo propósito es investigar y difundir las principales políticas para la incorporación y retención en la secundaria de adolescentes y jóvenes que viven en grandes ciudades. En el caso de Córdoba, este proyecto se orienta a indagar sobre la experiencia del Programa de Inclusión y Terminalidad 14-17 (PIT), desarrollado por el Ministerio de Educación de la provincia desde fines del año 2010.

El ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba lleva adelante el PIT destinado a estudiantes entre 14 y 17 años de edad que abandonaron la escuela sin concluir sus estudios secundarios. Tiene algunas diferencias en relación a la secundaria tradicional: un régimen de escolaridad flexible, el cursado y la aprobación se disponen por espacios curriculares (es decir, se vuelven a recursar las materias desaprobadas pero no se repite un año), y un sistema de ingreso que reconoce las asignaturas cursadas y aprobadas en su paso por la secundaria, independientemente de la aprobación del año escolar completo.

Para el estudio se encuestó a fines del año 2011 a 1.557 alumnos de 36 escuelas que llevan adelante el programa en 17 localidades de Córdoba, incluida la capital, aspirando a bosquejar la realidad del grupo poblacional que participa del Programa, a la vez que su experiencia en el sistema educativo tradicional y en el PIT.

¿Qué pasa con la escuela?

El estudio avanza sobre las consideraciones de chicos y chicas acerca de la escuela, proponiendo distinguir entre la secundaria en su modalidad tradicional, o la “escuela de antes”, y la “escuela del PIT”. Se indaga sobre la relación con los/as compañeros (que no registra un cambio significativo), con los profes y con lo que se enseña/aprende.

Ante la proposición “Los profesores se preocupaban de que me fuera bien”, con respecto a la escuela anterior, el 20% respondió que nunca y sólo el 35% que siempre. Mientras que con relación a los profesores del PIT las respuestas adquieren un giro positivo radical: el 78% respondió que siempre sintió esa preocupación. Más del doble en la lectura positiva, modificación que se aprecia también en las otras categorías. «Los profesores ahora se preocupan porque entendamos», se lee en las respuestas de chicos y chicas al referirse a la escuela del PIT.

Los adolescentes refieren sentirse escuchados, llevarse bien con los profes, y sentir que sus docentes se preocupaban porque les fuera bien en el PIT, en porcentajes significativamente mayores a los que se registran con relación a la escuela de antes. Así podemos apreciar que en aquella escuela solo el 23% de los chicos se sentía escuchado siempre por sus profes, mientras que ahora lo experimentan en el 61% de los casos. “Siempre me llevaba bien con los profesores”, representó sólo el 18% de los casos relativos a la experiencia escolar anterior, mientras que con respecto al PIT correspondió al 55%.

“No es casual que esto suceda, considerando que estos chicos han tenido una trayectoria escolar signada por la reprobación, la repitencia y el abandono. Es posible que el PIT represente para ellos un espacio distinto, donde perciben que se los tiene más en cuenta”, analiza Martín Scasso, consultor de UNICEF, y miembro del equipo de investigación responsable del relevamiento cuantitativo.

La relación de la percepción de los profesores con el proceso de enseñanza aprendizaje y la lectura positiva que hacen los chicos sobre su motivación para continuar en el programa, se evidencian con definitiva claridad cuando tenemos un 74% de chicos expresando que siempre entienden los temas que trabajan en clase, contra más de la mitad que apenas si a veces lo hacía en la escuela de antes. Y el gusto por lo que se enseña también entra a tallar con diferencias significativamente positivas: en la escuela de antes al 22% no le gustaba nunca, el 57% a veces, versus un 54% de siempre en la escuela de PIT.

La experiencia de repetir

“La mayoría de los chicos que asisten al PIT percibe la repitencia escolar asociada a cuestiones personales, lo que sugeriría que esta experiencia es vivida como un fracaso propio. Entre otras cosas, “buscamos indagar en lo que ellos construyen como representación respecto de porqué tuvieron experiencias de repitencia”, explicó Scasso. Los factores más mencionados al indagar sobre la repitencia fueron que no les gustaba estudiar y que les iba mal estudiando (que suman el 32% de las respuestas). Se trata de “dos factores de personalización de la repitencia, en los que a la causa la encuentran en ellos mismos”, analiza Scasso. “Ellos piensan que tuvieron que ver con lo que les pasó”, resume.

A esta autopercepción se agrega un dato objetivo que carga las tintas sobre el tema: el 85% de quienes participan del PIT repitió una o más veces en la escuela común. De hecho, el 52% repitió dos veces o más. Adicionalmente, uno de cada cinco alumnos tuvo su primer experiencia de repitencia en los primeros grados de la primaria.

Estamos frente a adolescentes que vivencian como responsabilidad propia experiencias vinculadas a trayectos en los que participan otros actores con roles decisivos: las y los docentes, la escuela, la familia y la comunidad. La autorreferencia para explicar la causa, remite a una percepción centrada en la repitencia como expresión del fracaso personal del alumno o alumna. En efecto, “este discurso en el cual “yo soy responsable de mi repitencia” está construido por todo el entorno: la familia, los docentes, la institución”, reflexiona Scasso.

¿Quiénes son los alumnos?

El estudio trabajó 36 de las entonces 41 escuelas que dictaban el Programa. Más de la mitad de los 1557 alumnos que participaron de la encuesta eran varones (son ellos quienes abandonan más la escuela secundaria), diferencia que en algunos centros educativos llegaba a ser de 9 a 1. Casi la mitad de los alumnos del PIT 14.17, trabaja. El 86,3% es oriundo de la misma localidad en la que está cursando el programa.

Estos chicos y chicas provienen de familias cuyos padres/madres tuvieron una educación formal incompleta: 9% primaria incompleta, 19 % primario completo, 33% secundario incompleto. Sólo el 27% concluyó la secundaria y apenas un 17% realizó estudios superiores. Es decir, en la mayoría de los casos, si estos chicos culminan la secundaria conforman la primera generación de titulados.

Más de la mitad de los chicos vive en hogares de cinco o más personas. “Además, el 21% de los chicos está en condiciones de hacinamiento”, explica Scasso. “Son elementos que nos permiten hablar de que se trata de una población con un contexto familiar y socioeconómico muy vulnerable”, resume el sociólogo.

“El PIT está posicionándose como una oferta que viene a dar una alternativa a los chicos que abandonaron la escuela secundaria tradicional y no tienen otra oferta a la que acceder. Si quisieran reinsertarse, en muchos casos las escuelas no los recibirían y deberían esperar a cumplir los 18 años para ingresar a la educación de adultos”, concluye Scasso.