Cuando ser mamá es todo

Ser mamá no es fácil. Mucho menos ser mamá adolescente. Y más complicado es aún si la situación económica no acompaña.

Así podría comenzar esta nota sobre Camila Tremarchi, una joven de 19 años que, junto a su pareja, lucha todos los días por salir adelante y criar a sus dos pequeños hijos, mientras espera al tercero que viene en camino.

Pero preferimos comenzar de otra manera.

“Es una casita azul prefabricada al final de la calle Neuquén, en Malvinas Tercera Sección”. De esta manera, Camila nos indicó cómo llegar a su casa para realizar la entrevista.

Imposible perderse. Tal como nos dijo, justo al final de la calle, “su casita azul” apareció ante nuestros ojos.

Su sonrisa amplia nos dio la bienvenida. Detrás de ella, un grupo de jóvenes trabajaban en la vivienda. Se notaba que acababan de instalarla y estaban terminando de acondicionarla, colocando unos bloques de cemento como una pequeña escalera de ingreso. “Una amiga me prestó la plata para comprarla. Estoy muy orgullosa. Todos los días, me levantaba y acostaba pensando en este día: tener mi casa para poder vivir tranquila con mis hijos”, cuenta.

Es que para Camila tener su casa significa mucho más que un techo para su familia; es terminar con una vida “de prestado”, yendo de casa en casa sin encontrar un lugar; siempre en búsqueda de un hogar, el que no tuvo de niña y el que hoy comienza a ser una realidad. “Sufrí mucho de chica y no quiero eso para mis hijos”, dice con firmeza, recordando una infancia difícil que desunió a su familia. “Con mi pareja tuve problemas, pero luché para solucionarlos, porque no quería que mis hijos pasen por lo que yo pasé y crezcan lejos de su padre. Por suerte, hoy estamos bien, esperando nuestro tercer hijo”, explica.

Este tercer embarazo es para Camila muy distinto a los anteriores. Si bien sigue siendo una joven madre, lo asume con la madurez de sus 19 años y la experiencia de ser mamá de dos niños. La primera vez que Camila quedó embarazada tenía 15 años. A ese bebé lo perdió, debido a una infección urinaria. Dos años después, llegó Maycol, que hoy tiene tres años, y un año más tarde, Lara, la princesa de la casa. “Fue muy difícil porque no tuve el apoyo de mi familia. Los únicos que estuvieron conmigo fueron mi pareja y mi suegra, que es como una madre. Pero a pesar de las dificultades, fue lo más lindo que me podría haber pasado; ser mamá es todo en mi vida”, afirma con orgullo.

-¿Qué es para vos ser mamá?, preguntamos

-Estar con tus hijos siempre, en los buenos y malos momentos, no dejarlos nunca solos. Enseñarles lo que está bien y lo que está mal. Aprender de ellos y que ellos aprendan de mi. Ser todo para ellos y nunca fallarles, nunca.

-¿Qué es lo más lindo de ser mamá?

-Todo. Mis hijos me enseñan a vivir; no es que yo les enseño a ellos, sino que ellos me enseñan a mí. Crecemos juntos. Quiero darles lo mejor, cuidarlos, que no les pase nunca nada, que sean felices, que estén orgullosos de ellos y de mí como mamá. Estoy muy agradecida de tener a mis hijos.

-¿Y qué es lo más difícil?

-Lo más difícil es la situación económica. Acostarte a dormir sin saber si al día siguiente vas a poder comprarle un yogur a tu hijo, es muy duro. Por eso, hago de todo para que no les falte nada a mis hijos. Soy una luchadora.

-¿Con qué soñás?

-Con terminar mi casa y ver crecer a mis hijos. Tener una familia unidad y que sean buenas personas.

-¿Sos feliz?

-Sí, mis hijos me hacen feliz.

epig.marce

Renuncias que tienen la mejor recompensa

Como tantas jóvenes que viven la misma situación, Camila abandonó la escuela cuando quedó embarazada por primera vez y, al igual que la mayoría, hoy se arrepiente. Por eso, se propuso terminar el secundario el próximo año, decisión que tomó al participar en el programa Confiamos en Vos. “Trabajé como empleada doméstica, pero no quiero solo eso para mí. Me di cuenta que para conseguir un buen trabajo tengo que terminar el secundario. Siempre le digo a mis hermanos que no dejen la escuela, que es lo único que les permitirá salir adelante”, detalla.

Con esta convicción, Camila se inscribió en el programa y retomó lo que dejó años atrás para ser mamá. Volver a la escuela (Ipem 24 Anexo) resultó una experiencia movilizadora, que la inspiró a querer seguir progresando. Se capacitó y ahora tiene la oportunidad de realizar una práctica laboral en esa misma escuela. “Estoy muy contenta, porque pensé que iba a realizar tareas de mantenimiento, pero me dijeron que voy a ayudar a los profesores y a los chicos que necesiten apoyo escolar”, dice con entusiasmo.

Su amplia sonrisa vuelve a aparecer cuando nos despide. No hace falta preguntar para saber que esa sonrisa tiene nombre: Maycol y Lara.