Los sueños de Betina: de ser futbolista profesional a cuidar a los vecinos como policía

  • Se formó en la Escuela de Suboficiales, integra la Policía Barrial y juega en la primera división de Costa Rica.
  • Hace seis años que pertenece a la Fuerza y desea volver a Córdoba luego de su licencia porque extraña servir al prójimo.
  • “Fui muy feliz siendo policía, cuando regrese quiero ser bombera”, aclara, mientras disfruta de su amor por la pelota.

Betina Fernanda Soriano es una mujer a la que los sueños le sonríen, le acarician la mejilla y la miran directo a los ojos. Lo que pide, desea, anhela, y en especial se propone, la vida se lo viene convirtiendo en realidad desde hace 27 años.

Los autos frenaban en plena transitada calle Corrientes de barrio San Vicente de la ciudad para que sus partidos de fútbol barriales no se detuvieran; los vecinitos varones intentaron, en vano, apartarla de los encuentros más rústicos en plazas que se juegan fuera de los límites de la cuadra y por algo más que solo para pasar un rato de diversión. No lo lograron, claro.

Su casa de adolescente estaba a la vuelta del estadio “Monumental Sargento Cabral”, con lo que podía escuchar sus temas preferidos de la Mona Jiménez sin siquiera moverse del patio; su mamá Carina desistió en sus intentos fallidos de convertirla en nadadora, patinadora o tenista; su familia, pareja, amigos y compañeros la acompañaron incondicionalmente; y la Policía de Córdoba le facilitó los medios y le otorgó de forma expeditiva una licencia anual para viajar al exterior a ser futbolista profesional. Betina juega en el Sporting F.C. de San José de Costa Rica desde hace dos meses.

Dios me tuvo que dar un don: que fue tener talento para jugar al fútbol”, reflexiona. Al parecer, a la luz de los hechos, Dios le dio mucho más que eso.

Sus primeros gritos de gol

La infancia de “Beti” transcurrió entre los partidos, peloteos y goles contra portones que oficiaban de arcos improvisados luego de las clases en el colegio Santa Margarita.

Juan Carlos, un perspicaz vecino de la cuadra, detectó que esa niña de siete años estaba hecha para esto, y cual cazatalentos la incentivó a probarse en Belgrano, el equipo más poderoso y fuerte del fútbol femenino cordobés. A los 12 ya vestía de Celeste y los portones se habían convertido en finas redes enmarcadas por tres caños blancos.

Quizá la intuición de Juanca, la obstinación de Betina o la compañía de sus primos en casa de su abuela en barrio Müller (el este de la Capital) fueron las causantes que hicieron que el fútbol se convierta en su perpetuo romance. Lo cierto es que su carrera despegó. Y ya nadie pudo detenerla.

Debió dejar el secundario a los 15 para dedicarse a entrenar a tiempo completo. Por entonces cursaba en el secundario Las Esclavas, de barrio General Paz. Más tarde, lo terminaría.

Nunca lograron dejarme afuera de ningún picado, a los vecinos al final los terminaba invitando yo. Más allá de cualquier discriminación, que al principio si existía, las ganas de jugar al fútbol eran más fuertes”, resalta.

Su papá Beto la apuntaló y le brindó su apoyo desde siempre. Incluso apareciéndose de sorpresa hasta en las canchas más recónditas en las que le tocaba jugar. En una oportunidad, y sin avisarle, viajó toda la familia a verla en el Sudamericano Sub-20 de Brasil.

Hecha a la medida de la gloria

De personalidad fuerte, mayor de dos hermanas, simpatizante de River Plate y decididamente competitiva, Betina sabía lo que quería y fue por ello sin titubear. Comenzó de delantera por los extremos y luego se ubicó en el eje de la cancha. Puesto que es propiedad de quien manda y ordena al equipo.

Era una capitana sin cinta. Hacia doble turno, a veces llegaba tarde por el trabajo, pero entrenaba a la par del resto. Se las ingeniaba para poder estar, rendir e incentivar a las más chicas. Se merece todo lo que le está pasando”, detalla Miqueas Russo, quien fuera su DT en la Primera de Talleres.

En el fútbol, muchas veces gana el más inteligente, pero también el más sacrificado. Esta cordobesa volante central hacia cosas que el resto no podía, “porque jugaba un segundo adelantada siempre”, rescata el director técnico sobre su visión de juego.

Hubo partidos en que salía con el tobillo esguinzado sin quejarse y lista para recuperarse. En el fútbol, gana el más inteligente, el más sacrificado y, en especial, el más preparado.

Soriano consiguió su propio nutricionista, su kinesiólogo y su médico personal en épocas de pandemia para seguir estando en forma, pensado en retomar la actividad profesional cuando el deporte se reactivara.

Durante el 2020 entrenó por su cuenta y se preparó para regresar a las canchas: incluso volvió a ser citada a la selección mayor femenina argentina.

Tiene una mentalidad ganadora que la hace sobreponerse a situaciones que muchas veces son más difíciles de afrontar en el deporte profesional femenino”, describe el entrenador.

Una jugadora de clase mundial

Con algún paso fugaz por Buenos Aires (osciló entre Huracán de Parque Patricios y UAI Urquiza), ya de regreso en Córdoba jugó en M.E.D.E.A, pero su carrera transcurrió entre Belgrano y Talleres.

Sin embargo, nunca dejó de estar en la órbita de la Selección Nacional. Con la albiceleste jugó en tres diferentes categorías: Sub-17, Sub-20 (fue subcampeona sudamericana y disputó el Mundial de Japón) y la Mayor, con la que participó de los Juegos Panamericanos de Guadalajara, Méjico.

Por un impedimento con un vuelo en medio de la crisis por el coronavirus no pudo estar este año en un triangular en España. Pero en las pizarras de AFA su nombre sigue estando escrito con un fibrón de tinta indeleble y en letras mayúsculas.

De jugar con el otro a cuidar al otro

Hace seis años, Betina se inclinó por convertirse en policía luego de naufragar en una incontable cantidad de carreras de las que nunca logró enamorarse.

En un principio lo vi como un salida laboral. Necesitaba estabilidad y la Policía me dio esa seguridad”, recuerda. Por aquel entonces ya no vivía en la casa de San Vicente, sino que había alquilado un departamento en barrio Juniors. Años después, volvería a habitar la casa familiar, en Corrientes casi Juan Rodríguez.

Se convirtió en agente luego de nueve meses de instrucción en la Escuela de Suboficiales “Manuel Belgrano”. Título en mano, fue asignada para formar parte de los operativos de saturación en el distrito quinto, cerca de su primer hogar: en la comisaria de la calle Estados Unidos.

Luego de un tiempo, ascendió a cabo y consiguió el pase al distrito séptimo, en donde paso a integrar la Policía Barrial. Trabajaba por la tarde, con lo cual el fútbol quedó en pausa ya que los entrenamientos eran vespertinos.

Tras tres años, por fin, sus sueños le volvieron a hacer un guiño de ojos: le encomendaron el turno mañana y pudo reincorporarse a las canchas. Belgrano volvió a recibirla. Por entonces, también realizaba adicionales nocturnos cuidando una escuela en barrio Las Violetas.

Nunca perdió ni el estado físico ni el tacto para manipular la pelota. Recuperó la titularidad hasta que, pasados tres meses en el Pirata, saltó de vereda y se calzó la camiseta albiazul. El trabajo, el fútbol y la pelota volvían a sentarse juntos en su mesa.

Fui muy feliz siendo policía. Fui motorista (conductora de motocicletas), y cuando vuelva a Córdoba quiero hacer el curso de bombera. Me gusta el trabajo, lo extraño, me genera una gran motivación poder llevar adelante la vocación de servicio”, revela con emotiva sinceridad.

Volver a los orígenes

La Fuerza, con mucha celeridad y entendiendo la relevancia del caso, le concedió una licencia extraordinaria sin goce de sueldo para que pueda viajar al país caribeño. Agradece esa posibilidad y espera retribuirla cuando cambie los botines por los borcegos.

Mi destino está en la Policía. Ahí está mi vida, mi profesión y mi futuro. El fútbol es un sueño hecho realidad, pero pienso retirarme siendo policía”, explica.

La institución policial tiene por estos días —y por primera vez en su historia— a una mujer como jefa: la comisario general Liliana Zárate Belletti. Para Betina esa designación es un orgullo y siente que Zárate puede desandar su gestión con éxito: “La mente de la mujer tiene un tacto que la lleva a hacer una gestión distinta, con más ideas y planeamiento”.

Me gustaría conocer a la Jefa”, confiesa. Un sueño que, fiel a su estilo, seguro concretará dentro de 10 meses. Cuando la Policía la reciba nuevamente, como la mujer futbolera que aprendió a cuidar a la pelota tanto como a los vecinos de Córdoba.