La Orquesta Académica vuelve a escena con un viaje musical en el tiempo

  • Tras casi 21 meses fuera de los escenarios, el Cuerpo formativo del Teatro del Libertador volvió a sonar ante el público.
  • Interpretaron cinco obras de tres períodos históricos anteriores al siglo 19.
  • Hubo tres solistas, una directora invitada y un lleno total de sala, con todos los protocolos sanitarios vigentes.

Sí existe. La posibilidad de viajar en el tiempo hacia épocas pasadas sí existe. No es una fantasía surrealista ni un hecho de ciencia ficción. Este último jueves, pasadas las 20, en la sala mayor del Teatro del Libertador San Martín, la Orquesta Académica Juvenil lo convirtió en realidad.

Se presentaron de manera presencial, ante su público, a sala llena, con aforo completo y respetando los protocolos sanitarios correspondientes.

Lo hicieron luego de cerca de 21 meses de espera (la última presentación no virtual había sido en noviembre de 2019). El repertorio consistió en cinco obras de tres períodos histórico-culturales distintos. La didáctica presentación de cada segmento del espectáculo por parte de la directora invitada, Laura Cmet, permitieron adentrarse en el contexto social y musical de lo que estaba a punto de empezar a sonar.

El truco consistía en cerrar los ojos, abstraerse del tiempo y del espacio y dejarse transportar hacia una Corte real inglesa de Renacimiento, la Venecia del Barroco o la austríaca Zalsburgo del Clasicismo. “Tres siglos en concierto: Holborne, Vivaldi y Mozart” fue el título pertinentemente elegido para la ocasión.

El truco consistía en cerrar los ojos, abstraerse del tiempo y del espacio y dejarse transportar hacia una Corte real inglesa de Renacimiento, la Venecia del Barroco o la austríaca Zalsburgo del Clasicismo.

Cmet, autodenominada como cordobesa hasta la médula, hizo docencia con el micrófono. Explicó cada sección del concierto y luego aclaró que esta decisión de tocar obras previas al siglo 19 se correspondía con la cantidad de músicos que pueden, por estos días, ocupar espacio en el escenario.

Es una destacada directora de orquesta con reconocimiento internacional. Ha dirigido conjuntos de distintas edades y procedencias. En 2020, participó en el III Simposio Internacional de mujeres directoras.

Las sinfonías posteriores al siglo 19 incorporaron mayor cantidad de músicos, y por las restricciones de la pandemia debimos recurrir a periodos más antiguos, cuando las orquestas estaban compuestas por menos instrumentos”, aclaró tras el concierto.

El Cuerpo formativo tiene un elenco estable de entre 70 y 80 músicos. En la función de este jueves participaron alrededor de 30.

300 años en una hora

El repertorio comenzó con una introducción, a telón cerrado, de un ensamble de metales (en su mayoría Trompas), también llamados “bronces” acompañados de percusión.

Tras esta primera pieza, “el semillero” del Teatro —como le gusta llamar a la Orquesta a su director artístico y director del Libertador, Hadrián Ávila Arzuza— apareció en todo su esplendor. Vientos, cuerdas y percusión en perfecta armonía bajo la inquieta e incasable batuta de Cmet detrás del atril.

Se interpretaron cinco obras en total: un concierto para dos ­flautas y cuerdas (con la estelar participación de las solistas en flauta traversa Natalia Martínez y Melisa Montes); y una sinfonía concierto en Mi menor, ambas del italiano Antonio Vivaldi. Luego, llegó el turno del prodigio Wolfgang Amadeus Mozart —compuso su primer obra a los cuatro años—, de quien se recrearon: un concierto para violín y orquesta n° 4 (con la virtuosa solista rosarina de 18 años Ingrid Prytz Nilsson como principal figura); y la sinfonía n° 29 en La mayor.

Al comienzo, hubo espacio para la obra “Muy Linda”, del inglés Anthony Holborne. Autor menos conocido que los anteriores, pero que supo ser animador de la corte real de la reina Isabel de Inglaterra en el siglo 16.

Cada obra se compuso de entre uno y cuatro movimientos. Prohibiéndose los aplausos entre cada uno de ellos. Los cuales llegaron, no solo al final de cada sección del concierto, sino de manera uniforme, sostenida y unánime al concluir la presentación.

El Libertador volvió a brillar con uno de sus tres elencos de formación (los otros son el seminario de danza y el de canto). La Orquesta Académica Juvenil, compuesta en su mayoría por jóvenes en promedio de 21 años, volvió a pisar las tablas y resonó con paradójica madurez.

El viaje en el tiempo en el que sumergieron a la audiencia podría equiparse con un tobogán de emociones, en donde conviven mediante las melodías la nostalgia, la melancolía, la algarabía, la euforia y la estridencia.

El viaje en el tiempo en el que sumergieron a la audiencia podría equiparse con un tobogán de emociones, en donde conviven mediante las melodías la nostalgia, la melancolía, la algarabía, la euforia y la estridencia.

Al igual que sucede en un sesión de terapia psicológica, este arcoíris emocional que se suscita luego de escucharlos y retirarse del recinto no te convierte en una mejor ni en una peor persona: simplemente te hace una persona distinta. Distinta a la entró y ocupó un lugar en su elegante butaca de terciopelo rojizo.