El capital social como objetivo estratégico para el desarrollo

El capital social, a diferencia de las “joyas de la abuela”, es el que encabeza actividades fecundas y productivas siendo el que posibilita generar los “círculos virtuosos” para alcanzar equilibrios sociales de nivel cualitativo donde se manifiesta lo mejor que la sociedad persigue: la confianza, la cooperación,  la solidaridad, la reciprocidad, el bienestar colectivo apreciado en las ganas de seguir viviendo donde se produce ese capital y en la decisión de ayudar a producirlo.

El contexto es muy difícil, hay viento en contra,  hay que tomar conciencia que hoy por hoy  Córdoba necesita mantenerse a flote por sus propias fuerzas, esto es lo primero y todos debemos comprenderlo; es como si estuviéramos en una sociedad en emergencia, con vínculos y conexiones precarias, donde hay que tener mucho cuidado para recuperar lo valioso y fortalecerlo. Recuerdo el relato de un navegante que tenía un pequeño velero y siempre decía que navegar era la gran metáfora del vivir inteligente; que las velas “eran una creación de la inteligencia humana para aprovechar a su favor las fuerzas que están en contra y apoderarse así del mar”.

Que “un buen timonel sabe navegar contra el viento sirviéndose de la fuerza  del viento  que ha confundido previamente entre las velas y el viento extraviado sale por donde puede que es por donde el navegante quiere”. Es necesario construir el  vehículo y decidir  la marcha recordando que agitarse no es moverse en una dirección y trabajar  el contexto nacional e internacional como posibles proveedores de recursos.

Es también necesario el consenso para decidir nuestro norte y que la energía sume y no neutralice los esfuerzos,  para eso el nuevo paradigma debe ser un estado amigo de la sociedad para que la sociedad también sea amiga del Estado.

Estamos en situaciones donde no tenemos más remedio que hacer siempre algo para sostenernos y  “mantenernos  a flote”, el día que no lo hacemos, nos degradamos, nos abandonamos y así corremos el riesgo de  hundirnos sin remedio. La estrategia pasa por utilizar los vientos con inteligencia.

En este sentido en  nuestra provincia ya se han concretado proyectos tan importantes e innovadores como el “Boleto Educativo Gratuito”, las “Becas Académicas”, los “Medicamentos Gratuitos”, los “Créditos Tu Hogar”,  que se inspiran en el concepto esperanzador de alcanzar los resultados del “círculo virtuoso” en un futuro. Y así con los otros programas como el “Programa Primer Paso” que no necesita explicación, y demás proyectos,  ya en vías de ejecución, como “Programa Provincial de Lucha contra la Trata y la explotación Sexual” y el “Programa Provincial de Lucha contra la Droga”, que se constituirán en hitos,  con fuertes implicancias en la mejora de la convivencia, y que como todo cambio, traerá con seguridad muchas resistencias, que necesitará mucho apoyo de la comunidad y el cumplimiento estricto de normas complementarias existentes como la venta de alcohol a menores.

El capital social de nuestra provincia se acrecentará con los sistemas que  intentan mejorar la convivencia, la información y participación de los ciudadanos, la ampliación de las capacidades de acción, la generación de oportunidades, y en esta dirección van los proyectos mencionados. Es aquí donde el sistema educativo tiene también un gran desafío.

Los politólogos  modernos insisten en la confianza y la relacionan con la honestidad, el cumplimiento de las obligaciones y la reciprocidad. Aquí el gobierno da el ejemplo y los ciudadanos debemos fortalecerlo, porque el capital social disminuye cuando aumenta el individualismo.

La inteligencia de los gobernantes y la de los ciudadanos, cuando se conjuga, aumenta el capital social que a su vez permite evaluar esa inteligencia. Y la inteligencia compartida es la capacidad de gestionar bien los bienes comunes, los recursos comunes. Hay muchos ejemplos de inteligencia en el mundo cuidando desde los bosques hasta el agua subterránea o el aire, son bienes públicos que puede disfrutar la gente incluso sin haberse esforzado por obtenerlos, el capital social está también en esta categoría, donde hasta el delincuente que no hace nada por mejorar la seguridad puede gozar de ella.

En economía existe un concepto muy utilizado que se denomina «externalidades» que son el efecto no querido de decisiones tomadas, a veces esas externalidades cuando son positivas, incrementan el capital social, -será el caso de todos los proyectos mencionados que crearán trabajo adicional y aumentarán la inclusión social-, pero a veces no lo hacen como cuando el uso de pesticidas puede infectar tierras, el uso de aerosoles el aire, o la polución industrial el agua. Sin embargo en el mundo hay experiencias que pueden ejemplificar el uso correcto y podemos verlas en Japón, en Israel, en Alemania, en Suiza y también en Italia y España y aun en pequeñas demostraciones en nuestra provincia y en nuestro país; esas experiencias nos tienen que servir de ejemplo.

Podemos imaginar una provincia donde la interacción de los vecinos produce  la disposición a preservarlo o la indiferencia que amenaza destruirlo; es fácil advertir esos recursos simbólicos bajo la forma de hábitos de conducta y también afectivos,  como virtudes personales con transcendencia social. Esto  nos llevará, por ejemplo, a conservar una fuente de la plaza o a destruirla; a cuidar un espejo para el facilitar el tránsito y mejorar la circulación, o a usarlo como blanco de nuestra frustración; a mantener un cartel de señalización en las rutas o pintarlo con frases tontas que tapan su contenido.

Una provincia con capital social importante es una provincia inteligente, la que se elegiría para vivir, la  que permite a sus habitantes satisfacer sus principales necesidades, sobrevivir, disfrutar de su vida, vincularse socialmente y sobre todo ampliar las posibilidades vitales. Una provincia estúpida sería la que no da importancia a estas cuestiones o la que entorpece su realización.

Estas reflexiones pretenden recordar que la racionalidad basada en el puro interés personal  no necesariamente se preocupa del futuro, los planes a largo plazo que tienen alcance intergeneracional exceden a su lógica, por lo que es necesario que la planificación gubernamental con la estrategia de sus conductores obliguen a veces a pedir sacrificios a personas reales en nombre de personas que aún no existen pero que nos sucederán sin duda.

El Programa del Gobernador De la Sota está dando un ejemplo.

Contacto: eugenio.gimenobalaguer@cba.gov.ar