De la Brigada de Explosivos a la caninoterapia

Alfa tiene 11 años de edad, Bety nueve.  Son madre e hija. Desde pequeñas trabajaron en la Brigada de Explosivos de la Policía de Córdoba y en estos días les ha llegado el momento de retirarse.

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Como sus guías consideraron que ya era tiempo de dejarlas descansar, las enviaron a distintos hogares para que vivan acompañadas de una familia. Pero su retiro no es total, porque ambas continuarán realizando tareas que las seguirán vinculando a niños con discapacidad.

La caninoterapia, actividad en la que participan las dos perras labradoras que se «jubilan» de la Policía,  es un tratamiento asistido complementario de terapias convencionales como la psicología, la psicomotricidad, la kinesiología, y la fonoaudiología. Se hace con un equipo interdisciplinario en el que participan el guía y el perro, y los coterapeutas.

Así lo explica Fernanda,  terapeuta del Centro Educativo Terapéutico Mi Lugar, dónde concurren semanalmente los efectivos policiales acompañados de los canes para trabajar con los chicos. La interacción con las mascotas  “produce una estimulación a nivel cerebral, en la hipófisis, que es la parte de emociones; esta estimulación se traslada a todo el organismo», explica la profesional.

Según lo observado por los profesionales del Centro, los efectos de este terapia son beneficiosos en niños con trastornos generalizados o parálisis cerebral.»La evolución de los chicos es muy marcada», apunta Fernanda.

Alfa y Bety estuvieron  durante años  al servicio de la Policía, a la caza de artefactos explosivos  a lo largo de todo el territorio provincial. Al mismo tiempo, también han estado realizando tareas de caninoterapia con niños discapacitados.

“En la Cumbre Presidencial del 2006 que se realizó en Córdoba, en donde vinieron mandatarios de toda América Latina, nosotros hicimos tareas de chequeos preventivos en los lugares en donde ellos estaban. Desde el aeropuerto, rutas de tránsito, hotel donde se hospedaban, cenaban y lugares de conferencias, y de todo el desarrollo de la Cumbre. Al vernos a cada momento, Fidel Castro se interiorizó sobre cómo era el manejo de nuestros canes y nos solicitó información. A su vez Chávez nos felicitó por la tarea”, explica el Sargento Ayudante, Narciso Alonso, guía de Bety.

En esta arriesgada labor cotidiana, el policía con su perro son los adelantados que revisan cada lugar en dónde pudiere existir algún explosivo. Contrariamente a lo que sucede aquí, en muchos países del mundo los canes trabajan solos y si bien están entrenados para descubrir artefactos, no conocen de trampas.

Por ese motivo, en la Policía cordobesa el trabajo entre el hombre y el can es solidario.  “Nosotros trabajamos con el perro a nuestro lado teniendo la seguridad que nos va a salvar la vida”, asegura Alonso.

La confianza es mutua. En el comportamiento corporal del can está la respuesta a lo que se está procurando encontrar; señales como un movimiento de orejas o una mirada pueden indicar dónde está lo buscado.

En la Brigada de Explosivos, dependiente de la Dirección de Bomberos de la policía, cumplen funciones unos 15 efectivos, aunque cinco son los específicos para trabajar con canes. Tiene su sede en los terrenos del Tiro Federal, en el camino a La Calera.

Allí presta servicios el sargento Javier Díaz, guía de Alfa.  El suboficial confiesa su gratitud hacia la perra no sólo por  acompañarlo en la búsqueda explosivos; también destaca el aporte de su compañera en la rehabilitación y enseñanza de chicos con discapacidad.

“En esta función somos el nexo entre los perros y los chicos. Al estar con ellos vemos lo importante que es la caninoterapia», comenta Díaz. «Desde cachorros -continúa- hacemos que tengan sociabilidad con los chicos, con la gente; nuestros perros no son agresivos porque tienen entrenamiento avanzado y disciplina. Alfa se va y con su partida se va algo de mi, pero estoy satisfecho porque será para ayudar a los niños”.