Cambiar el mundo desde la forma de nacer

El nacimiento es, sin dudas, el momento más importante de la vida: no sólo por dar inicio allí a un nuevo camino, sino porque además representa un gran cambio para toda la familia que recibirá un integrante más. Con el correr del tiempo, la experiencia del parto fue mutando desde aquel “nido” preparado por las mujeres de la casa, hasta los 15 minutos que dura una cesárea convencional.

Atrás parecían haber quedado la intimidad de una habitación familiar, el agua caliente y la espera, para pasar a la programación de una fecha, la tecnología y el quirófano. Pensando en esto, y enmarcados en lo que posteriormente fue la Ley 25.929 de Parto respetado, es que surge la figura de las Doulas, que en griego significa “mujer que sirve”. El rol de estas asistentes no sólo está centrado en el momento del parto, sino antes y después, ya que busca ayudar a la futura o flamante mamá a planificar sus tiempos y entender todo lo que respecta a nuevos aspectos fisiológicos y emocionales.

Viviana Lorenzo no sólo se desempeña como doula, sino que además está íntimamente vinculada con la Liga de la Leche, que busca asesorar a mamás sobre la lactancia. Desde su lugar, las doulas buscan priorizar el aspecto humano, independientemente de la atención médica y especializada, y echar luz experimentada a las nuevas mamás.

Cambiar la forma de nacer

Destacando las palabras del obstetra francés Michel Odent, Viviana expresa que busca propiciar espacios para volver a lo natural, y cambiar la manera de nacer para revertir otros aspectos del mundo.

“Hace 29 años yo estaba embarazada y necesitaba información. Mi primera hija fue casi mi ‘conejillo de indias’: nació por cesárea y tuve una lactancia de 8 meses. Mi segunda hija fue por parto vaginal, no sé si tan natural, pero fue como tocar el cielo con las manos. Mi tercera historia me ayudó a ayudar a otras mujeres ya que mi hija falleció y desde ahí nació esta inquietud”, recuerda Lorenzo, quien además agrega que en ese entonces no tuvo ni fuerzas ni herramientas suficientes para pedir ver a su bebé y facilitar de ese modo, quizá, su posterior duelo.

Desde su experiencia, Lorenzo retrata que siempre es necesario aquello de tener una mano solidaria que busque contener los sentimientos, tal y como buscan hacer las doulas. “Lo que necesita la etapa del puerperio es tu grupo de pares… que alguien comprenda tu necesidad de hacer nido”, sintetiza.

Viviana señala, además, que una doula sólo se centra en la emotividad, por lo que en el alumbramiento debe haber también un obstetra o una partera para que se produzca un nacimiento correcto, provisto de la información suficiente.

“Nosotras no buscamos parir siempre en la casa, sino que las familias encuentren el lugar donde tener a su hijo de una manera amigable, sea su casa o una institución. Para que el parto sea respetado como una actividad íntima más”, expresa, y asegura que nosocomios como la Maternidad Provincial y el Hospital Misericordia ya aceptan esta figura que no sólo se contempla en la Ley, sino que también es muy solicitada por los padres.

«Esto es mi vida», relata Viviana, y afirma que siente que esta es, al fin, la etapa de cosecha, en la que cada siembra se hace carne en un nuevo niño y mamá a quienes se le respeta su forma de venir al mundo, y también se materializa en la difusión de esta actividad que aporta más luz a aquel momento en el nunca deberían existir sombras.