Luego del derrumbe, niños de Mula Muerta iniciaron las clases

A mediados de febrero las intensas lluvias hicieron que un cañadón en el paraje Mula Muerta, en la pedanía de Sinsacate, erosionara el terreno en donde se erigía el octogenario edificio de la escuela rural Capitán Díaz Vélez. El 18 de febrero, la correntada dejaba inutilizada la vieja escuelita. 

Ayer a la tarde, y luego de 24 días de intenso y acelerado trabajo se firmó un comodato entre el Ministerio de Educación y la familia Pereyra, dueña de la estancia La Margarita, quién a título de préstamo por un año puso a disposición una casa en desuso para que la escuela rural junto a toda su comunidad pueda realizar allí sus actividades escolares.

Rita, una mamá le contaba a un periodista de La Voz del Interior (Ver nota): “Estoy a nueve kilómetros de esta escuela. Pero si no la teníamos se me complicaba mucho porque es la que más cerca tengo. Las demás me quedan muy lejos y no tengo medios para llevarlos. Si no conseguíamos algo urgente estaba evaluando llevar a los chicos a lugares que están mucho más alejados pero no sabía cómo iba a hacer”.

El ministro Walter Grahovac, visitó el lugar y se mostró agradecido con la familia Pereyera que ante un imprevisto como fue la perdida del edificio escolar “han facilitado esta casa que se ha refaccionado y adaptado con la colaboración del intendente de Sinsacate”.

De esta manera y gracias al trabajo en conjunto entre el municipio de Sinsacate, la cartera educativa provincial y a la buena predisposición de un particular se logró en tiempo record que la escuela rural Capitán Días Vélez, que posee pluricursos y cuenta con una matrícula de ocho alumnos, retome sus actividades iniciando finalmente el ciclo lectivo.

“Por suerte el alma de la escuela está acá, nuestra maestra y sus alumnos, la parte material se repone. Esperamos que pronto el intendente de Sinsacate que es conocedor de la zona pueda localizar un terreno seguro donde no vuelva a ocurrir lo que pasó con el viejo edificio y a partir de allí podamos hacer una construcción nueva, en conjunto con el municipio, que les quede cómoda todas las familias que mandan a sus hijos a esta escuela”, expresó Grahovac.

Lidia Acosta, la maestra a cargo, agradeció el trabajo mancomunado de toda la comunidad y las instituciones para que sucediera lo que consideró un milagro: “En esta tarde podemos mostrar con orgullo como con esfruerzo y la participación de todos esta escuela rural se recuperó”.

En un improvisado acto, sencillo pero emotivo, padres, alumnos y lugareños junto a funcionarios del ministerio provincial arriaron la bandera nacional, con una gran sonrisa por el convenio de esperanza que acababan de pactar.