Palabras para aprender y jugar: narración oral en la Sala Cuna

En un rincón del barrio Altos de General Paz, en la ciudad de Córdoba, cuatro madres forman un círculo en cuyo centro hay palabras, banderines, ranas, barcos y mariposas hechos con papeles de colores. Esas palabras forman coplas, encierran adivinanzas, proponen juegos de palabras que los participantes acompañan con melodías ligeras, las palmas y los pies.

Soledad Rebelles es la coordinadora del taller de oralidad Para acunarte mejor. La actividad se realiza en la red Sala Cuna, dentro del programa Córdoba con Ellas que impulsa la Secretaría de Equidad y Promoción del Empleo, con la colaboración de la Agencia Córdoba Cultura. La red provincial de Salas Cuna es un proyecto articulado junto a distintas organizaciones no gubernamentales y municipios con el propósito de crear un espacio destinado al cuidado y la protección de niños y niñas de 45 días a 3 años de edad, especialmente en sectores vulnerables.

La animadora cultural, Soledad Rebelles, trae al presente de un grupo de jóvenes mamás  reunidas en la Sala Cuna un puñado de coplas, trabalenguas y otros juegos de palabras acunados en la infancia de los días. Están ahí y solamente hay que soplar, como quien sopla una brasa encendida, para encender el vínculo entre grandes y chicos por medio de la palabra; “es una práctica ancestral, simple y fuertemente integradora”, sintetiza Rebelles.

Lengua materna

Romina es una de las participantes en esta ronda de la palabra. Es madre y trabajadora. De repente, advierte que tiene que dejar la reunión porque de lo contrario se perdería el colectivo que la lleva de la Sala Cuna a su trabajo. Sin embargo, antes de despedirse participa de un juego que aprendió en el taller y que más tarde, esa misma noche probablemente, compartirá con su niño al volver a casa.

Soledad es otra de las mamás que también trabaja y asiste a la Sala Cuna de Altos de General Paz. Ella cuenta que el taller de oralidad brinda juegos muy sencillos que comparte con su pequeño. La joven reconoce que las exigencias de la vida cotidiana y la masividad de los dispositivos móviles limitan en alguna medida la relación con su hijo, pero asegura que los niños tienen una fascinación innata por la palabra recitada, una inclinación natural por la canción en el hogar, el dibujo y las manchas creativas. “Este vínculo es mucho más fuerte que la pantallita y fortalece el diálogo entre padres e hijos para el futuro”, sostiene.

Soledad, una de las mamás que está en la sala, tiene tres hijos, dos adolescentes y una pequeña de unos dos años de edad que es su contento. Su hijita está en una salita junto a otros pequeños y llora, la extraña, así que la niña se integra al grupo en los brazos de madre. Según Soledad, las abuelas son expertas en vincularse con los niños por medio de la palabra oral; “es como si conocieran un secreto que se revela con el paso de las generaciones”, comenta.

El habla de Córdoba

En ese sentido, Soledad coincide naturalmente con el notable recopilador de la tradición oral cordobesa, Julio Viggiano Esain, cuando dice: “Canciones y rimas o rondas infantiles de juego, rimados y dramatizados, de movimiento y mímica y con objetos,  individuales y colectivos, constituyen  el mundo de las supervivencias referidas a este importantísimo sector del alma popular tradicional cordobesa”.

La última actividad antes de terminar la jornada consiste en hacer una mariposa de papel y adjuntarle una especie de bandera pequeña, que tiene escrito uno de los juegos de palabras aprendidos en grupo. Esa mariposa llegará lejos, hasta la imaginación de la niña o el niño que la recibirá en su casa.

Para la coordinadora del taller, Soledad Rebelles, el secreto de estos encuentros reside en transmitir el poder afectivo de las palabras. Un poder que une lo que ​la ​adversidad no podrá quebrar.