El legado Jesuita se renueva en la Estancia de Jesús María

A finales del siglo XVI llegó a nuestra ciudad la orden jesuita, que tenían como finalidad evangelizar a los habitantes originarios de la región por medio del trabajo y la enseñanza.

Las Estancias Jesuíticas de Córdoba fueron construidas entre los años 1616 y 1725. El principal objetivo que sostenían era mantener económicamente la obra de evangelización en el territorio. Tras los muros de las estancias cordobesas se encierran siglos de la historia colonial de nuestro país.

En cercanía al antiguo Camino Real al Alto Perú, se ubica la atractiva Estancia Jesuítica de Jesús María. Compuesta por un parque de cuatro hectáreas, hoy la encontramos conformada por una iglesia, una particular bodega y la residencia. Pese a los años transcurridos, aún se conservan restos de antiguos molinos, rodeando el predio un poblado de árboles autóctono y una ingeniosa laguna artificial que decora el lugar.

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Estancia Jesuítica de Jesús María

La iglesia que posee una fuerte influencia del Barroco Americano, es dueña de características estéticas que la convierten en única. Cuenta con una planta de cruz latina abovedada, destacándose su importante cúpula central. Sobre los entablamentos se ubican cuatro ángeles de fisionomía nativa, y una elegante espadaña de piedra ubicada junto a la sacristía que lleva inscripto 1762, año de su construcción.

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Iglesia de la Estancia

La  estancia fue comprada por la Compañía de Jesús en 1618. Se encontraba ubicada en las tierras de Guanusacate que, en lengua de los pueblos originarios, significa agua muerta o río seco. Los jesuitas al tomar posesión, la designaron con el nombre de Jesús María.

El principal fin para el cual adquirieron la estancia fue el sostenimiento de sus establecimientos educacionales de la ciudad de Córdoba. La actividad que se desarrollaba particularmente en Jesús María era sustentar el Colegio Máximo.

Como evangelizadores, hicieron de cada estancia un centro de irradiación espiritual y cultural. Los aborígenes y los negros construyeron los edificios, molinos y bodega, y cultivaron las vides, conjuntamente con la crianza de ganado.

Su producción vitivinícola alcanzó un alto grado de desarrollo y calidad, logrando prolongarse en el tiempo y constituyéndose como una particularidad de la zona.

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Laguna artificial

El trabajo de aborígenes y esclavos negros posibilitaron el acrecentamiento de la producción, que fue acompañada con nuevas compras y donaciones que permitieron ampliar la extensión de la propiedad.

En este aspecto, el director de la Estancia de Jesús María, Nelso de Narducci destaca el valor que posee este sitio, resaltando el legado que dejó la compañía en nuestra sociedad.

“A partir del trabajo que se comenzó a desarrollar, se dio lugar a las exportaciones de trigo, a la venta de vino, se desarrolló la crianza de ganado mular que iba hacia el norte. Paralelamente, se capacitaba a la gente que trabajaba en la estancia, como el maestro herrero o el bodeguero”.

“Las personas que estaban especializadas en su trabajo, que generalmente provenían de Europa y poseían una capacitación previa; volcaban sus conocimientos en el lugareño. Lo aprendido fue perdurando en el tiempo, como sucede con los albañiles que continuaron edificando como habían aprendido desde la época de la compañía jesuítica”.

Tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, y luego de ser administrada por particulares, a comienzos del siglo XX la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos la rescató del abandono al declararla, el 14 de mayo de 1941, Monumento Histórico Nacional debido a su alto valor histórico y arquitectónico.

A partir de ese momento, comenzaron a desarrollarse obras de restauración y reparación edilicias.

En 1946 se concluyó la primera fase de las obras de reconstrucción. Como parte de estas reformas, fue creado en ese mismo año el Museo Jesuítico Nacional de Jesús María. Sin embargo, la inauguración oficial se realizó diez años después.

El principal objetivo de su creación fue difundir la trayectoria de la Compañía de Jesús en Sudamérica a través del Monumento Histórico Nacional y de colecciones de diversas procedencias, calidades y estilos.

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Museo Jesuítico Nacional

Como parte integrante del Conjunto Jesuítico de Córdoba, en el año 2000 fue declarado Patrimonio Mundial por UNESCO junto con la Manzana Jesuítica y el Conjunto de Estancias de la Provincia de Córdoba.

Cada una de las colecciones se vincula con la obra evangelizadora, misional, educativa y productiva establecida por los jesuitas.

La principal misión del Museo es la de preservar, conservar, exhibir, comunicar y difundir el legado jesuítico y las diversas colecciones que alberga en su interior. Se perfila como un espacio de investigación, educación y difusión del Patrimonio jesuítico y de la historia nacional y regional.

El recorrido por sus pasillos permite actualizar la vida y la producción de los protagonistas de aquella época: padres y hermanos de la Orden, aborígenes y esclavos negros.

El Museo exhibe numerosas colecciones destacándose las de Arte Sacro Colonial (XVI – XIX) constituida por objetos litúrgicos, atributos, ornamentos sagrados, imaginería religiosa y pinturas. También se compone de Arqueología del Noroeste y Centro Argentino (siglo XVI). Además se expone mobiliario civil y religioso europeo y americano, cerámicas, monedas y medalla, todos de diversos periodos. Se trata de una exclusiva exhibición de numerosas manifestaciones artísticas que dan cuenta de aquella cultura y religión, reflejando la visión del mundo que se sostenía en la época.

Importancia del legado

Como guardián y responsable de mantener viva la historia de la orden, Nelso enfatiza como principal enseñanza el “orden, la prudencia, el respeto a los semejantes, y la pobreza a la que se sometían”. A través de los votos de pobreza ningún jesuita podía poseer un patrimonio, todo formaba parte de la compañía.

“Esto se refleja hoy en el papa que tenemos, que busca ese modelo de brindar y atender a sus semejantes”, sostiene el director de la Estancia.

En relación al enorme aporte que la compañía representó en materia de educación, se destaca la creación de la Universidad de Córdoba, representando la primera en Sudamérica, sirviendo de modelo para el mundo.

“Representó un verdadero motor, todos nuestros próceres de primera instancia nacional se formaron en la escuela jesuítica, eran formados en estas universidades”, afirma Narducci.

Características distintivas

La producción vitivinícola y triguera representó el fuerte económico que permitió el desarrollo de la Estancia de Jesús María.

El director de la estancia, como gran conocedor de la historia de la compañía, destaca dos características principales que convierten en única la estancia. Lo que lo hace distintiva es la producción vitivinícola y triguera, fueron el fuerte económico. El museo representa una atracción al exhibir una vasta colección, siendo uno de las exposiciones más cuantiosas en cantidad de objetos.

Talleres de extensión cultural

Una gran peculiaridad que diferencia a esta estancia de las demás, son los diversos talleres de extensión cultural que se desarrollan semanalmente. Profesionales externos a la institución, enseñan distintas especialidades como conservación de papel, restauración de imágenes y conservación de pintura sobre caballete, imparten talleres de cerámica y pintura. Estos espacios se vienen implementando desde hace cinco años.

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Taller de Pintura – Estancia Jesuítica de Jesús María

Atracción Turística

Su proximidad con el Camino Real le ha proporcionado una impronta valiosa. La cercanía entre las tres estancia (Jesús María, Colonia Caroya y Santa Catalina) favorece a un turismo histórico

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