“El 8 de marzo no es para celebrar, es para reflexionar”

«Literatura y género» es el título de la mesa de debate que reunirá esta tarde, a las 19, a las escritoras Reyna Carranza,  Ana Emilia Moglia, Fernanda Pérez, Graciela Ramos y Viviana Rivero, bajo la coordinación de la periodista Florencia Vercellone. El encuentro, que se concretará en el Paseo del Buen Pastor,  propondrá un diálogo que abordará el actual éxito editorial de las novelas románticas o eróticas, el rol de las autoras y el lugar de los lectores.

La actividad, organizada por la Agencia Córdoba Cultura, se enmarca en la programación mensual para conmemorar el Día de la Mujer con diversas propuestas para pensar, repasar y analizar el lugar de la mujer en distintos ámbitos. Conversamos con  Reyna Carranza y Fernanda Pérez, dos escritoras de distintas generaciones  que comparten puntos de vista a la hora de analizar en qué situación se encuentra la literatura de género o literatura femenina como se suele denominar.

¿Qué opinas sobre la celebración del Día de la Mujer teniendo en cuenta el origen dramático del recordatorio?

FP– En realidad me parece que el error está en la utilización del término celebrar. Lo que en realidad deberíamos hacer los 8 de marzo es conmemorar y reflexionar sobre la condición femenina. Y si bien las fechas suelen ser sólo el pretexto para poner en relevancia determinados temas, a veces es bueno aprovecharlas para analizar, recordar y seguir construyendo este camino en el que la mujer ha ido ganando espacios y superando obstáculos, pero en el que todavía queda mucho por hacer.

RC: Los hechos dramáticos que dieron origen a la celebración del Día Internacional de la Mujer, son dolorosos, desgarrantes, y por cierto hubiera preferido que la fecha señalara un acontecimiento de otro tenor. Pero tratándose de la mujer de ningún modo esto pudo nacer a partir de un carnaval, ya que el camino de la mujer a lo largo de la historia nunca fue un camino de rosas.

¿Hay una literatura de género?

FP- No sé si hay una literatura de género, pero es innegable que en los últimos años las escritoras mujeres han ocupado espacios y no sólo en el mercado literario o en los suplementos culturales, sino en el corazón y en la elección de los lectores. Creo que allí está el gran fenómeno. Es evidente que eso sí ha repercutido en la proliferación de determinado tipo de novelas, temáticas y perspectivas.

RC: La hay, pero no en el sentido que ciertas corrientes feministas lo plantearon, poniendo la sangre menstrual y los ovarios como factores determinantes, sino como desprendimiento de lo que entendemos es la verdadera feminidad: sensibilidad, contención, suavidad, negociación, diálogo, ternura, capacidad de entrega absoluta. La escritura de la mujer tiene esas características.

¿Se puede reconocer que hay temas que interesen más a mujeres que a hombres a la hora de escribir?

FP– Creo que los grandes clásicos de la literatura se han sostenido en temas universales que atraen tanto a unos como a otros: la guerra, el amor, la muerte, el exilio, la familia, las venganzas… Y nosotros, en la actualidad, no hacemos más que volver sobre esos temas y abordarlos desde nuestra mirada y lenguaje. De todas maneras, cuando una novela es buena y consistente llega a todos, cualquiera sea su género o condición.

CR -Hombres y mujeres escriben por igual acerca de todo, pero así como a grandes rasgos el hombre habla de fútbol y política, y la mujer de sí misma y de filosofía de vida, a la hora de escribir sus inclinaciones naturales se detectan a primera vista. El hombre elige la investigación periodística, geopolítica o economía, y la mujer la psicología emocional o la novela romántica. Pero de ninguna manera esto conforma una regla. Hay señores que escriben sobre cocina, y mujeres sobre Fórmula Uno.

¿A quien le escribís?

FP– Mi atención –a la hora de escribir- está centrada en el proceso creativo: en la consistencia de la historia que quiero contar, en la construcción de los personajes, en las estrategias narrativas… Pero inconscientemente sí imagino a un lector: un lector sensible, una persona que siente a mi libro como una buena compañía. Cuando recibo las devoluciones de los lectores, que me cuentan en qué momento de sus vidas estuvo presente “Las Maldecidas” y sus personajes, siento que mi novela ha logrado completar su recorrido.

RC-En primer lugar escribo para mí, porque nada me hace tan feliz como escribir. Después, para todos aquellos que gentilmente se acercan a mis páginas.

¿Podés hacer un perfil de tu público lector?

FP – No, pero debo admitir que la mayoría de las que me escriben son mujeres que tienen de 30 años en adelante.

RC– Sólo puedo decir cuál es el perfil de lector que me gustaría tener. Y es aquel que no se conforma con una literatura pasatista de best seller, sino el que busca libros que lo obliguen pensar, porque ese es el tipo de literatura a la que siempre aspiro.

A los escritores como a los actores les cuesta sacudirse el personaje, de allí que los autores hablan de duelo cuando terminan un libro. La autora de “Las Maldecidas”, dice que “lo bueno – es que luego aparecen otros personajes, otras historias que llegan para ocupar aquel lugar, y el proceso creativo se vuelve a poner en funcionamiento”.