El Hospital de Niños y la navidad de Lázaro

  • El chico de 13 años atacado por una patota fue atendido durante 40 días en el nosocomio provincial.
  • El centro de referencia está equipado con tecnología de punta y profesionales de primer nivel.
  • Este viernes el joven fue dado de alta.

El particular clima que precede a la llegada de la Navidad pareció renacer este viernes por la tarde cuando recibió el alta Lázaro, el chico de 13 años al que una patota colocó al borde de la muerte.

La ciudad entera se vio conmovida por el dolor de una familia que ahora, cuarenta días después de la trágica jornada en la que estuvo a punto de perder lo más valioso, pudo marcharse del Hospital de Niños junto a su hijo.

De la desesperación a la alegría hay un trayecto en el que tiene un rol protagónico el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad y dentro de él un grupo de profesionales y de empleados que le hacen decir a su directora, Verónica Petri, “estoy orgullosa de estar al frente de una institución en la que se trabaja con el alma por cada paciente que nos confían”.

Es que en los casos de extrema gravedad como el de Lázaro son los equipos de un hospital altamente especializado los que tienen que apelar a toda su sabiduría y experiencia para hacer posible una recuperación que tanto se parece a un milagro.

Aunque nada es tan valioso como el recurso humano, se requiere también de la aparatología imprescindible para diagnóstico y tratamiento seguro.

“El Hospital de Niños tiene aparatos de última tecnología-precisa su directora- ;hace muy poco tiempo pusimos en marcha el Resonador que se suma a los equipos de tomografía, de ecografía y a un Laboratorio donde se pueden realizar todos los estudios que requieren estos pacientes”.

El neurocirujano Raúl Emilio Jalil coincide en ponderar el aporte tecnológico para su especialidad. “Dependemos de que nos mantengan actualizados y lo estamos. Tenemos material de primera línea para tratar a los pacientes”.

A la hora de rescatar una tarea bien realizada, el médico celebra el alta que recibió este viernes Lázaro. “Es muy gratificante después de todo el estrés que implica un paciente tan grave, con un pronóstico incierto”.

Hay coincidencia con el resto de los integrantes del equipo en que los momentos más difíciles son los iniciales cuando hay que enfrentarse a los padres con un pronóstico incierto.

“Es muy duro, sobre todo si uno es padre, hablar con la familia. Cuesta despegarse del rol de papá y concentrarse exclusivamente en la parte médica”. Es la etapa de brindar un informe “sin generar falsas expectativas”. Aunque eso vale para cualquier paciente Jalil analiza especialmente el caso de Lázaro.

“Este tipo de traumatismos son lesiones muy graves y no se sabe cómo pueden evolucionar. Hay que tratar de tranquilizar a la familia y a la vez decirle que la situación es muy difícil pero que todo el equipo de salud va a trabajar para buscar la solución”.

Advierte también que le queda un largo camino de rehabilitación “pero es magnífico ver a la familia contenta por la evolución del paciente y por el trato que tuvo acá”.

Marcela Ferreyra es médica de la Terapia Intensiva y coordina una de las salas que cuenta ahora con 20 camas y se amplía en la temporada invernal cuando crece el número de pacientes por las afecciones típicas de esa época.

“Cuando un niño ingresa en Emergencias nos informan del estado del paciente. Lo recibimos en la terapia y se activa todo un protocolo de acuerdo a la patología”, apunta para describir el trayecto.

Recuerda que en el caso de Lázaro se trataba de “un paciente con un traumatismo de cráneo grave y había que realizarle una cirugía descompresiva para controlar mejor la presión intercraneal”.

Y si la atención al niño es la esencial, el hospital sabe que dentro de las prioridades está también la comunicación con la familia. “Los médicos de guardia son excelentes y generalmente son ellos quienes reciben a la familia y hacen la primera entrevista para conocer de qué se trata el caso”.

Ferreyra señala que a la mañana siguiente es su turno de tratar con los familiares. “Lo usual es que en estos casos gravísimos la gente está shockeada porque se trata de pacientes que entran con altísimo riesgo de muerte”

Para dejar clara la dificultad de esos instantes advierte que “hay que tratar de trabajar con el dolor que es paradigma en una familia ante la posibilidad de pérdida de su hijo o hija”.

Por eso es que hay tanta alegría cuando alguien que le plantó cara a la muerte está en condiciones de volver a su casa. “Siento mucha gratificación por la familia porque en cierta forma uno se conecta con la historia, aunque tenemos que resguardarnos porque nosotros tenemos que poder seguir trabajando con otros pacientes”.

Y sumándose al festejo la médica de la terapia intensiva insiste en que “la gratificación nuestra está en eso, en poder ver que el paciente se va con posibilidades de recuperación y el agradecimiento en los rostros, los ojos de la familia ,lo dice todo“.

Una parte vital de la recuperación, cuando la vida está a salvo, queda en manos de los kinesiólogos. Natalia Galiñanez lleva 23 años de trabajo ininterrumpido en el Hospital de Niños.

“Cuando vamos a la terapia evaluamos el estado de conciencia desde lo cognitivo y desde la parte motora, si hay alguna afectación del tono muscular o no. En este caso el paciente tenía una afectación de la mitad del cuerpo y a pesar de que su traumatismo de cráneo fue grave, ya está teniendo excelente recuperación”.

La kinesióloga también acepta que el trato con la familia tiene sus bemoles porque los padres suelen demandar que sus hijos reciban un estímulo que, en la etapa inicial, es contraproducente.

Verónica Petri, la directora ofrece algunos detalles de la maquinaria de relojería que se pone en marcha ante la llegada de un paciente.

“El Hospital de Niños es centro de referencia para pacientes con politraumas. Lo recibe la guardia donde hay emergentólogos y un equipo de enfermería y según el tipo de trauma se activan los servicios necesarios, Neurocirugía, Traumatología o Cirugía General”.

Y concluye. ”Estamos felices. Llega un paciente en estado crítico y con pronóstico reservado y poder decirle te vas a tu casa, vas a festejar las fiestas con los tuyos nos provoca una alegría inmensa”.