Razones del corazón

¿Cómo es educar a chicos con discapacidades múltiples? ¿Cuáles son las razones que guían a las mujeres y hombres que todos los días, durante años, invierten su tiempo y esfuerzo en tareas de un compromiso emocional de esa clase? Para quienes carecemos de una vocación tan marcada, la abnegación de estas personas será siempre motivo de admiración y de misterio.

La que sigue es apenas una entre las historias de trabajo en beneficio de los más vulnerables que pueden encontrarse a lo largo de la provincia. Se sitúa al este de Córdoba, en la localidad de Luque, departamento Río Segundo. Allí funciona desde 1988 la Escuela Especial Crecer, surgida como una institución privada por iniciativa de un grupo de padres y docentes, pasando a depender un año más tarde de la Dirección General de Regímenes Especiales de la Provincia.

Su directora, Mónica Brunetto, cuenta que “la Crecer”, como se la conoce en la región, comenzó con sólo 12 alumnos y funcionando en domicilios cedidos en préstamo, hasta que logró contar con edificio propio en 1998.

“La escuela —explica Brunetto— forma a alumnos con necesidades educativas derivadas de discapacidades. Hay un importante porcentaje de chicos con abordaje complejo, que presentan más de una discapacidad, los que anteriormente se denominaban ‘alumnos con necesidades múltiples’”.

“Siempre decimos —prosigue la directora— que lo que se recibe acá adentro tal vez no se reciba en otro lado. Tenemos momentos difíciles, pérdidas de alumnos, también situaciones conflictivas, porque somos seres humanos. Pero más allá de eso, el cariño y la inocencia de nuestros chicos, el afecto cotidiano con el que nos vamos a casa, hace que después de tanto tiempo uno mismo se sienta culpable al quejarse de pequeñas cosas que por ahí no valen la pena. Llegar acá es encontrarse con la vida, con la alegría y lo mejor de cada uno de nuestros estudiantes”, reflexiona Brunetto.

El arte de acompañar

Actualmente la matrícula es de 57 alumnos, desde el Nivel Inicial pasando por el primario y el secundario. Es decir, siguiendo el mismo diseño curricular del sistema educativo general. Los alumnos egresan a los 21 años.

Una mitad de estos chicos proviene de Luque, mientras que el 50 por ciento restante son llegados de localidades próximas. Estos alumnos vienen cada día desde Sacanta, Calchín, El Arañado, Matorrales, Rincón, Villa del Rosario, Calchín Oeste, Capilla del Carmen o Cañada de Machado, mediante servicios de Traffic municipales, o bien en vehículos y remises solventados por las obras sociales, como derechos que tienen los estudiantes para ser trasladados a la escuela y recibir educación.

El proceso de admisión contempla una valoración, generalmente solicitada por alguna escuela común o por alguna otra escuela especial. De este modo se determina si realmente los chicos reúnen las condiciones para encuadrar bajo este régimen.

En palabras de la directora: “La máxima aspiración es la inclusión en el sistema educativo común. Lo importante de la nueva ley es que la modalidad especial ya no está separada. Debemos garantizar no sólo la inclusión de los alumnos que realmente necesitan la asistencia de una educación especial, sino también el acompañamiento y el servicio de apoyo a las escuelas del resto del sistema”.

No todos los años hay egresos. Pero en este 2015, cuatro chicos completaron sus estudios en la Crecer. Estos alumnos, al transitar el último tramo, no sólo reciben educación con todas las asignaturas correspondientes sino también formación para la vida y el trabajo. Por segunda vez, tal como ocurrió hace dos años con la anterior tanda de egresados, estos cuatro chicos están realizando pasantías en la fábrica Drean, sita en la localidad.

Actualmente son 22 las personas que trabajan en la escuela entre auxiliares de limpieza, administrativos, docentes, preceptora, secretaria docente, equipo técnico conformado por fonoaudióloga, psicomotricista, psicopedagoga y horas especiales de Plástica, Educación Física y Música.

Al margen del proceso educativo, con todas las áreas y asignaturas correspondientes al currículum, hay proyectos con logros muy significativos. Entre ellos se cuenta el de Carpintería, programado en forma conjunta con chicos del Ipet 300 de la localidad, del nivel secundario común. Y también el de Equinoterapia, experiencia que nace alrededor de diez años atrás y que implica una actividad muy gratificante para los alumnos con abordaje complejo.

Fiesta anual

Cada fin de año, desde hace nueve ediciones, la escuela organiza una gran rifa que este 2015 tuvo ocho motos entre sus premios. El evento es acompañado de una fiesta familiar, que es la manera en que la institución retribuye la presencia y el acompañamiento de la localidad.

La noche de sábado en que se realizó esta fiesta se presentó un video con las vivencias más importantes de todos los grupos y proyectos. También el coro integrado por alumnos de la escuela interpretó canciones, y hubo baile con actuación de bandas. La rifa es auspiciada por todos los municipios de los chicos que asisten a la Crecer, por la fábrica Drean, por la cooperativa de la localidad y por cada una de las personas que adquieren números.

Viviana Minetti, docente de grupo de primero y segundo grado que forma parte del plantel desde hace 25 años, cuenta que ha visto pasar generaciones de chicos.

“Cuando uno trabaja con amor, dedicación, esmero, paciencia y tolerancia, se logran cosas hermosas, y los alumnos nos devuelven cosas maravillosas. Ese es el motor esencial de cada día para que sigamos trabajando con el mismo empeño con el que lo hicimos desde el principio”, dice.

Minetti cuenta que en todo este tiempo ha habido un cambio en la percepción de la gente que no conoce el trabajo de una escuela de estas características.

“Cuando se inauguró la Crecer, la gente no se animaba a conocerla, a entrar, no sabía con qué iba a encontrarse. Poco a poco fuimos abriendo puertas, tendiendo redes hacia la sociedad. Todo esto fue un gran beneficio para insertarnos. Realmente hoy se puede decir que somos una escuela más. Hemos luchado por esto, vamos a seguir luchando docentes y alumnos y estamos felices con los logros que hemos adquirido”, señala.

“Hay una vocación de servicio muy grande, un amor de los docentes por su trabajo que es impresionante. Los chicos no ven la hora de venir al colegio”, explica Javier Magino, presidente de la Comisión de Padres y papá de Vicente, alumno del establecimiento.

“Para nosotros esta fue una experiencia muy provechosa. Cuando mi hijo terminó el primario, tuvimos muchas dudas. Entonces surgió la posibilidad de acercarnos a la Crecer. Hoy por hoy, verlo independizado, viajando en colectivo, teniendo una relación normal tanto con los docentes como con el resto de los compañeros, es una satisfacción enorme, muy grande para nosotros”, concluye.