Después del cáncer, volver a estudiar

A partir de un convenio entre los ministerios de Educación y Salud -a través del Hospital Oncológico Provincial- junto con la Fundación Oncológica Córdoba, se creó el año pasado un centro educativo con primario y secundario destinado a personas que atravesaron una enfermedad oncológica y a sus acompañantes.

Debido a que el cáncer es actualmente -según el tipo de tumor y el estadio en que es detectado- una enfermedad posible de ser curada, aumenta a nivel mundial la cantidad de supervivientes. Esto genera nuevos desafíos en cuanto al regreso al mundo laboral luego del tratamiento. En ese contexto, facilitar el acceso a la escuela significa contar con más herramientas y conocimientos para fortalecer el desarrollo de las personas y multiplicar sus oportunidades.

Por eso, la dirección General de Educación de Jóvenes y Adultos creó un anexo de la Escuela Manuel Dorrego (secundario) y de la Escuela José Hernández (primario), que funciona en la sede de la FOCor, ubicada en Ferroviarios 1348. El pasado jueves 17 de septiembre, la comunidad de esta escuela se reunió para celebrar el primer aniversario de la institución.

Sandra es una de las estudiantes que está cursando el secundario en este centro. “Dejé el colegio en la adolescencia. Ahora se presentó esta oportunidad en la Fundación, le estoy poniendo ganas y tengo el proyecto de seguir luego la carrera de Derecho”, cuenta.

«Creo que terminar el secundario va a ser un ejemplo para mi hija, que espero que la llene de orgullo», dice emocionada. Para Sandra, como para el resto de los alumnos, las aulas de la Fundación no son sólo un lugar de estudio, sino también un espacio de contención y de desarrollo de herramientas que por algún motivo no pudieron obtener en su momento.

Rosario, que también está cursando el secundario, recuerda el momento en que supo que tenía cáncer de mama. «El momento del diagnóstico fue impactante, no me lo esperaba”, dice, y no puede retener las lágrimas. Luego de una pausa, cuenta cómo se decidió a inscribirse en la escuela: “La enfermedad hizo que me animara a estudiar, antes tenía otras prioridades. Cuesta, pero es bueno”.

Recuperándose de un linfoma de Hodking, Amalia relata que fue a una consulta al médico por un dolor en sus ganglios y después de varios estudios le dieron el diagnóstico. “Cuando me dijeron que era cáncer fue muy fuerte, porque es una palabra lejana, pensás que es lo más ajeno. Lloré, pero me dije ‘qué hay que hacer, manos a la obra’ y me interné”, recuerda.

Amalia es mexicana pero vive en Córdoba hace 11 años. Se enteró de la escuela a través de las redes sociales, y fue el tratamiento lo que la empujó a volver a estudiar. “Ahora tengo la oportunidad de aprender la cultura y la historia de Argentina”, se entusiasma.

El sueño de Miriam era hacer la primaria, porque a veces se sentía diferente al no poder leer y escribir. Hoy asiste con mucha alegría a las clases con Bárbara, su maestra en la Fundación. «No me apuro, voy despacito, no me interesa el tiempo, me interesa intentarlo», afirma, aunque confiesa que a su tiempo quisiera continuar con el secundario.

En el marco de este servicio educativo, único en su tipo, 54 alumnos están completando el nivel secundario y cinco el nivel primario. Además de pacientes y familiares, también concurren algunos empleados del Hospital. De hecho, a fin de año, una de ellas terminó la primaria y ahora está estudiando los módulos correspondientes al secundario.

Cabe aclarar que, como en toda escuela pública de la Provincia, el espíritu es abierto e inclusivo, por lo cual el espacio no se limita solamente a pacientes y familiares, sino que está abierto a toda la comunidad.

En este anexo también se ofrece a los alumnos un taller de informática, que fue posible gracias a las 30 netbooks que aportó el ministerio de Educación.