Hospital José J. Puente: otros colores para la tercera edad

Doscientos kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, subiendo por la Ruta 9, se alza sobre un rincón en plena zona rural del departamento Sobremonte el Hospital José J. Puente. Este conjunto de pabellones, dependencias, salones varios y chalets fue creado en 1939 con la función original de leprosario, lo cual explica la distancia que lo separa del pueblo de San Francisco del Chañar. Hoy es un hospital modelo en geriatría que ofrece  además atención general, pero todavía conserva la memoria y hasta algunos pacientes de la época en que fue uno de los sanatorios-colonia para enfermos de lepra más importantes de América.

Para el año 1980 pasó a la órbita provincial y en el ´83 se decidió su transformación en hogar para la tercera edad. Distintas dirigencias se sucedieron desde entonces hasta llegar al día de hoy, que lo encuentra transformado en un espacio que prestigia la Salud Pública de Córdoba por sus condiciones de infraestructura, por las comodidades y las diversas maneras en que se expresa la contención y el cuidado que el equipo de salud destina a los abuelos que allí residen.

Actualmente el hospital cuenta con una población de 168 adultos mayores de ambos sexos divididos en 12 pabellones con espacio para 12 camas cada uno. A esta capacidad se suman unos chalets que en el lugar se conoce como “las casitas”, donde se albergan grupos más pequeños. Puede tratarse de dos o tres abuelos o abuelas a los que se autoriza a vivir juntos por relaciones de afinidad, pero también a parejas que se forman eventualmente y que llegan incluso a formalizar matrimonios, como explica la doctora Adriana Moreno, directora del nosocomio.

“En este momento tenemos siete parejas formadas, algunos casados, otros que se han ido a vivir juntos. Es un dato muy significativo, porque abuelos que quizás llegaron pensando en morir, se encuentran con otra realidad: no sólo se los rehabilita, cambian su perspectiva y mejoran su calidad de vida, sino que hasta encuentran el amor”, relata esta sanjuanina de nacimiento, profesional recibida en la UNC y que hizo carrera en el norte de nuestra provincia por su inclinación al trabajo en el ámbito rural.

Según cuenta Moreno -que es especialista en Geriatría y Medicina Laboral- con la llegada del amor desaparecen las dolencias. “Con frecuencia las parejas dejan de pensar en tomar los remedios. Se les van los dolores y vemos que a los medicamentos los reemplazó el amor, el afecto de la persona con la que están compartiendo”.

Admisión 

Las personas llegan al José J. Puente provenientes de todos los puntos de la provincia. Son en muchas ocasiones pacientes invalidantes, en general casos de carencias sociales que los distintos municipios y comunas no pueden contener y por lo cual contactan al hospital. También llegan desde los servicios sociales de los distintos hospitales provinciales.

Los ingresos se dan al producirse algún alta. Asimismo suelen albergar a gente llegada de otras provincias como Santiago del Estero o Catamarca, y hasta hubo pacientes de otros países, como una abuela de Brasil y otro de Paraguay. “Gente que estaba viviendo en Córdoba y quizá tuvo una situación de salud o social muy vulnerable, sin ayuda ni familiares”, explica Moreno.

La demanda es cada vez mayor y lo seguirá siendo, dado el aumento en la expectativa de vida. “Hay que estar preparados estructural y profesionalmente, capacitados para poder asistir a este grupo etáreo. La demanda y los costos son muy grandes. Los abuelos llegan con pluripatologías y grandes síndromes geriátricos. Esto genera un costo en salud importante”.

Al ingresar los futuros residentes se les practica una evaluación interdisciplinaria para saber si son dependientes, semidependientes o autoválidos, y qué patologías tienen. El hospital cuenta con la historia clínica social y única de cada paciente. El equipo incluye tres especialistas en geriatría, un plantel de enfermeras, urólogo, psiquiatra, psicólogo, fonoaudióloga, nutricionista, servicio de odontología que a su vez tiene convenios con profesionales de la UNC, servicio de rayos, trabajadora social, tres gerontokinesiólogos y cuatro laborterapistas.

Estos últimos son los encargados de la terapia ocupacional: se ocupan de que los abuelos canten, caminen, pinten, tejan y practiquen todo tipo de pasatiempos de acuerdo a sus gustos personales. Hay grupos de oración que se reúnen en la bonita capilla Virgen del Rosario del Milagro del hospital, restaurada hace dos años. También están los que prefieren la lectura, para quienes se halla disponible una biblioteca que se nutre de libros propios y donaciones.

Pero hay más. Todos los pabellones tienen servicio de televisión satelital con aparatos LCD 42”,  dispensers de agua fría – caliente, microondas, heladera, calefacción con splits frío-calor, sillones y futones en las galerías y modernos juegos de jardín. El hospital cuenta incluso con un amplio salón de fiestas inaugurado hace un año donde se festejan los cumpleaños y demás celebraciones, así como con un gimnasio con aparatología único en el norte cordobés, que permite no sólo rehabilitar a los residentes sino también a pacientes de localidades vecinas. Hay hasta una sala de cine y una peluquería que funciona todos los días.

Algunas de estas comodidades son mantenidas gracias al esfuerzo de la Asociación Cooperadora. Del total de 940 hectáreas de campo del hospital, se dispusieron 300 para la explotación vacuna, lo que brinda fondos genuinos con los cuales realizar obras entre las que también se cuentan una cancha de fútbol iluminada, otra de bochas, viajes, huerta, talleres de laborterapia, música, folklore, teatro, plástica, cocina y computación con Internet. También funciona en el hospital un centro educativo para adultos.

«Los logros obtenidos hicieron que la comunidad de San Francisco del Chañar y la zona tome a este sitio como un punto de encuentro muy vital al que concurren las familias, donde se juntan chicos en campeonatos de fútbol y las escuelas celebran actos patrios, reforzando vínculos comunitarios. Queremos a nuestros adultos mayores integrados y felices», señala la directora.

Objetivos

“El objetivo es que los abuelos que llegan aquí encuentren una buena calidad de vida, que los años que tengan que vivir los vivan bien. Que puedan compartir, que se los dignifique y reconozca, que no tengan que estar allí matando las horas sino viviéndolas como las mejores. Estoy relacionada desde hace mucho con la geriatría y siempre me sentí afectada por la tristeza y la impresión desoladora de los sitios donde recalaban los ancianos. Entonces nos propusimos este gran  desafío: que este hospital no sea un depósito sino un lugar de alegría e integración», dice Moreno, quien admite que mantener en tan buenas condiciones un espacio de esta naturaleza implica un esfuerzo de gestión diario. “Además del trabajo de nuestro equipo contamos con la ayuda de mucha gente del Ministerio de Salud de la Provincia, que nos entiende y colabora en todo con nosotros”.

Los interesados en contactarse pueden hacerlo personalmente o por correo postal a Hospital J.J. Puente, Calle Pública S/N, San Francisco del Chañar. C.P. 5209, departamento Sobremonte, o bien llamando al teléfono 0351-156568072.