Donan plasma inmune para curar la fiebre hemorrágica argentina

“Mientras que pueda donar, voy a hacerlo siempre. La verdad es que, cuando me afectó ese virus, no la pasé nada bien. Y gracias a que hoy estoy sano, puedo ayudar a otras personas que pasan por la misma situación”. Así resume David Jesús Ibarra, un joven de 26 años, los motivos por lo que se encuentra sentado en la sala de aféresis del Banco Central de Sangre de la Provincia de Córdoba.

David es trabajador rural, vive en Chazón, una localidad ubicada a 230 kilómetros al sudeste de la ciudad de Córdoba, en el departamento General San Martín. Allí contrajo hace un año atrás fiebre hemorrágica argentina (FHA), o «mal de los rastrojos”, como también se la conoce.

Desde entonces, recibió tratamiento y no ha vuelto a enfermarse. Incluso celebra que ha subido de peso, mientras aprieta una pelotita de goma para facilitar la extracción. Esta es la segunda vez que dona plasma inmune, el único tratamiento posible contra la enfermedad, que logró reducir del 30 al uno por ciento la mortalidad de una infección (si se aplica dentro de los primeros ocho días).

En materia de prevención, a esta estrategia se suma la vacunación con Candid#1, que desde su aplicación ha permitido reducir los casos de FHA en Córdoba de 105 registrados en 1991, a cinco en lo que va de 2017. Esta vacuna está en el calendario oficial y se aplica en dosis única a hombres y mujeres mayores de 15 años que viven, trabajan o circulan permanentemente en el área endémica del país.

En la provincia de Córdoba, los centros de distribución de la vacuna son el Nuevo Hospital San Antonio de Padua (Río Cuarto); Hospital Abel Ayerza (Marcos Juárez); Hospital Pasteur (Villa María); Hospital Regional (Bell Ville); y el área de Epidemiología (Hospital San Roque viejo, ciudad de Córdoba).

Aunque se detectan casos de FHA en cualquier época del año, esta enfermedad tiene una distribución estacional de marzo a julio, que se relaciona con el aumento de la población de roedores durante esos meses. La vacunación debe realizarse al menos con un mes de anticipación al momento en que se realizarán actividades de riesgo.

“Siempre trabajé en el campo, pero nunca tuve idea sobre la fiebre hemorrágica argentina. En la zona, el virus había atacado 40 años atrás, y hacía mucho que no se escuchaba nada sobre la enfermedad. La verdad es que no trabajábamos con protección y no estábamos informados; tampoco vacunados. Me enteré sobre el diagnóstico cuando me desperté en terapia intensiva del Hospital de Villa María. Ahora ya no me va a volver a agarrar porque quedé inmune”, narra David, y su relato pinta una realidad que no es ajena a muchos trabajadores y trabajadoras rurales.

Tratamiento solidario

El plasma inmune o de convaleciente es el único tratamiento para curar la fiebre hemorrágica argentina y debe administrarse en los primeros ocho días de evolución de la enfermedad. La única manera de conseguir este tratamiento es por medio de donantes que hayan contraído la enfermedad.

De allí la campaña que lleva adelante el Programa de FHA del Área de Epidemiología desde julio de este año, para contactar a aquellas personas que tuvieron la infección, informarles sobre la importancia de la donación para salvar la vida de otras personas, y ofrecerles los medios necesarios para el traslado desde sus localidades hasta el Banco de Sangre, ubicado en la capital cordobesa. Hasta el momento, ya son seis las personas que solidariamente donaron su plasma.

“Me llamaron desde Epidemiología, me explicaron que el plasma que yo dono sirve para hacer tratamientos para otras personas que están infectadas con este virus, y programamos una fecha. Estoy muy contento porque la doctora me explicó y ni lo dudé. Es un virus que de otra manera no se puede combatir; así que, mientras más done, más vidas voy a poder ayudar a salvar”, reflexiona David acerca de su experiencia.

La donación

El procedimiento consiste en extraerle plasma al donante, mediante aféresis. Se realiza con un separador celular Haemonetics, al cual se le instala un kit descartable que se arma, se utiliza y se descarta en el momento de la donación.

“La máquina separa el plasma y, por otra parte, el paquete globular del donante se re infunde totalmente. Reinvierte el sentido de las bombas, le devuelve sus glóbulos rojos con el fisiológico que le restituye al cien por ciento. Trabaja en ciclos porque, sino, le bajaría la tensión al donante. Saca, procesa y devuelve. Eso nos asegura que la tensión del donante no se vea afectada en ningún momento”, explica Gabriel Amione, supervisor de Aféresis del Banco de Sangre, y aclara que se trata de un procedimiento totalmente seguro para la persona donante.

“Es un circuito cerrado entre el donante y la máquina. El donante no corre ningún tipo de riesgo de contagiarse ninguna enfermedad porque es todo estéril y no entra en contacto directo con la máquina, siempre con el kit descartable”, indica el técnico en hemoterapia.

La cantidad de recolección de plasma varía de acuerdo al peso del donante. “En el caso de David, planeamos procesar aproximadamente 1,6 litro de plasma, fraccionado en cuatro bolsitas para una mejor congelación y manipulación posterior. En promedio, el procedimiento durará aproximadamente dos horas y, en paralelo, se toman muestras en tubos, que luego son enviados al Laboratorio Central de la Provincia para el estudio serológico correspondiente”, detalla Amione.

Si el informe del Laboratorio Central no refleja ningún riesgo de infección en sangre, el plasma se rotula y se entrega al área de Epidemiología para que, a su vez, se derive al Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui” (INEVH). Allí se estudia la muestra y se mide la cantidad de títulos de anticuerpos que contiene, para determinar su utilidad como tratamiento.

Una vez finalizado este proceso, la muestra se deriva al Banco de Plasma del Hospital Pasteur de Villa María, único de este tipo en la provincia de Córdoba. Desde allí y ante la notificación de un caso de esta enfermedad, se envía el tratamiento a quien lo requiera, en forma gratuita.

“La fiebre hemorrágica argentina en nuestro país y en Córdoba en particular, representa una historia de incansables luchas en defensa del derecho a la salud y a la vida de millones de personas, no solo por lo que significó conseguir la producción nacional de esa llamada “vacuna huérfana” que es hoy la Candid#1, sino porque la única ciencia que puede curar esta enfermedad es, al fin y al cabo, la solidaridad y la sensibilidad de aquellas personas que estuvieron a punto de perder su vidas y hoy la ofrecen a los demás”, reflexiona María Frías Céspedes, a cargo del Programa de FHA.

La enfermedad

La FHA es causada por el Virus Junín y se manifiesta en una extensa región que abarca parte de la provincia de Buenos Aries, Santa Fe, Córdoba y La Pampa. Afecta fundamentalmente a pobladores o trabajadores rurales, donde habitan las especies de roedores (Calomysmusculinus) que actúan como reservorio del virus.

Esta especie es pequeña, entre seis y ocho centímetros, de color parduzco en el lomo con la panza blanca. Construye sus nidos en los campos cultivados, en malezas del borde de los alambrados, caminos, vías férreas, aguadas de los molinos, bordes de ríos, arroyos y banquinas de los caminos que atraviesan las localidades. El virus se encuentra presente en la saliva, la orina y la sangre de estos roedores y el hombre se contagia al estar en contacto con el medio ambiente contaminado.

La enfermedad se caracteriza por síntomas como fiebre y alteraciones de la sangre, neurológicas, renales y cardiovasculares que, sin tratamiento, puede evolucionar hacia la muerte en un lapso de una a dos semanas. El comienzo es inespecífico, con decaimiento, falta de apetito, dolor de cabeza y fiebre moderada. A los días se agregan dolores musculares, articulares, en el abdomen y detrás de los ojos, mareos, náuseas y vómitos. Pueden presentarse hemorragias en nariz o encías. Los signos neurológicos frecuentes son irritabilidad, somnolencia y temblores.

A los/as trabajadores/as rurales se les recomienda realizar una higiene cuidadosa, principalmente de las manos, cada vez que haya frecuentado lugares donde puedan vivir los roedores; usar calzado cerrado y ropa que cubra todo el cuerpo cuando concurra al campo; usar guantes al trabajar, en especial al manipular partes de maquinarias agrícolas.

Por más información

Programa de FHA – Área de Epidemiología – Ministerio de Salud de Córdoba. Rosario de Santa Fe 374, 2do piso. Hospital San Roque Viejo, Ciudad de Córdoba. Tel: 0351 429-1349/4341543 – Mail: epidemioiec@gmail.com