La escuela no debe legitimar desigualdades, sino corregirlas

Con la finalización del ciclo lectivo y del año, comienzan los balances: lo que hicimos bien, lo que no, aquello que se puede mejorar o lo que merece ser destacado.

Y sin lugar a dudas, cuando pensamos en las acciones que cada uno de los actores educativos, con distintos niveles de responsabilidad en la conducción y gestión, llevamos adelante para garantizar una educación de calidad para todos, los docentes son centrales.

Cuando los educadores hacen propia la idea que es a través de la educación, del trabajo que llevan adelante todos los días en el aula, que se disminuyen las brechas que producen las desigualdades sociales, entonces la escuela hace un verdadero aporte a la justicia social y el progreso para todos.

Porque queremos reconocer la tarea cotidiana de quienes se esfuerzan por garantizar la igualdad y la calidad educativa de quienes asumen su protagonismo en una justa distribución del conocimiento, de quienes posibilitan que todos sus estudiantes adquieran las herramientas y capacidades necesarias para comunicarse, trabajar y participar en un mundo cada vez más complejo y mediatizado; hace varios años, en el Día del Maestro hacemos un reconocimiento a docentes destacados.

Con la distinción que este año les correspondió a Alejandra Filli –directora del Jardín de Infantes Graciela del Río de Ampliación Cabildo–, a Sandra Cristina Martinelli –directora de la Escuela Coronel Olmedo de la ciudad de Córdoba–; a Janet del Valle Pamelin –de la primaria para adultos Padre Bartolomé de las Casas de Villa de Soto–, Ángel Nelson Demaría: –profesor de música del Instituto Hellen Keller–; Gabriela de Dominici –directora del Instituto Nuestra Señora del Valle, jardín, primario y secundario únicos del paraje Los Gigantes, con albergue–, reconocemos el trabajo de los maestros que contribuyen al fortalecimiento y ampliación de las trayectorias escolares de los niños su comunidad, de quienes articulan su tarea con la familia, las instituciones, vecinos o municipios y generan en la escuela un espacio de encuentro y convergencia de la comunidad.

Con el galardón a Gerardo Gabriel Cuello –profesor de Ciencias Naturales que coordina el CBU Rural de San Lorenzo–; Alejandro Sabin Arzubialde –profesor de Educación Física del IPET 118 de Anizacate e impulsor del Proyecto Intertribus– y Juan Lucero –coordinador del Programa de Inclusión y Terminalidad para jóvenes de 14 a 17 años, que funciona en la Parroquia San Pantaleón del Barrio Banda Norte de Río Cuarto– premiamos a los docentes que prueban todas las estrategias para incluir a los jóvenes, a quienes les ayudan a desarrollar valores como la solidaridad, el respeto y el trabajo en equipo y generan ambientes estimulantes y creativos para aprender.

También reconocemos que no hemos demostrado los mejores resultados de los esfuerzos pedagógicos. Esto es necesario como retribución al esfuerzo colectivo y, como sistema público, tenemos la obligación de devolverle una educación de calidad a toda la población que ayuda al sostenimiento de la escuela y confía en que ésta mejore las perspectivas de vida.

Este año, como todos, queremos reconocer a quienes, como nosotros, están convencidos que no hay inclusión sin calidad educativa; que la meta no sólo es asegurar que los niños y jóvenes accedan a la educación, sino que lo hagan con las mejores propuestas pedagógicas. Para que la escuela no legitime las desigualdades, sino que las corrija.

*Ministro de Educación de la Provincia de Córdoba.