«No vinimos por un diploma sino a transformar la realidad de las mujeres»

“Les voy a hablar en arroz y habichuelas”, dijo Marcos Santana Andújar, puertorriqueño, experto en temas de niñez, adolescencia y familia, a las más de dos mil personas que esté sábado colmaron la Ciudad de las Artes para asistir al curto encuentro de la Diplomatura Universitaria en Formación de Acompañantes Comunitarios/as contra la Violencia de Género.

“Quienes verdaderamente salen de la violencia, logran rescatarse, son las mujeres y los niños. Nosotros somos los responsables de acompañarlas, escucharlas y recibirlas cada vez que sea necesario. Decirles ‘yo te creo’”, dijo Santana Andújar. Hablar en arroz y habichuelas, en su país significa hablar en un lenguaje simple y claro, el idioma, dice èl, que fue rescatando de los niños y niñas con los que trabaja en la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, que conecta 104 refugios y albergues de Puerto Rico. Por eso, agregó: “Por que al final del día, no importa la formación profesional que tengamos, lo que verdaderamente funciona es el amor. Y si no podemos dar amor, pues busquense otro trabajo”. 

Santana Andújar dio la primera de  tres disertaciones sobre “Masculinidades”, el eje del  encuentro de la diplomatura, que es organizada por Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Red de Universidades por la No Violencia hacia las Mujeres.

Llegó a Córdoba para presentar el modelo de la organización que preside, cuyo trabajo se desarrolla en un país donde seis de cada diez niños vive en situación de pobreza y en contextos familiares y sociales de violencia. Por eso recibió el reconocimiento de la Legislatura de Córdoba y el diploma de Profesor de Honor de la diplomatura.

Marcos, carismático y estridente, es además un motivador nato y cuando habla lo hace desde “el arroz y las habichuelas”, es decir desde la experiencia que le dio haber nacido y crecido en un albergue a donde su madre llegó huyendo de la violencia ejercida por su pareja. Y como siempre sucede con las víctimas cuando transitan la ruta crítica, cuatro veces su madre regresó con su agresor.

“Las experiencias adversas en la infancia producto de la violencia son un problema de salud pública que debemos atender, los que crecimos entre la violencia lo sabemos. Y si hoy estoy acá es por que, con amor, muchas veces nos recibieron de nuevo a mi mamá y a mis hermanos”, dijo.  

Los otros moderadores fueron Marcos Ordoñez, co-coordinador de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual filial Córdoba, y el equipo del Centro Integral para Varones en Situación de Violencia, del Polo Integral de la Mujer, a cargo de Jorge Ibáñez.

Ordoñez abrió su disertación pidiéndole al público que le ayuden a definir los estereotipos binarios de hombre y mujer. Suave, sensual, sumisa, servicial, para uno; viril, fuerte, sexualmente activo, para otro. Luego fue repasando cómo esos estereotipos fue construyeron culturalmente a lo largo de la historia, cómo la religión fue aprobando o castigando conductas que consideró “contranatura” o “pecaminosa” y luego, en el siglo 19, la medicina lo reafirmó, al patologizarlas. 

Ese recorrido le sirvió para ver los comportamientos actuales. “Cuando yo era jóven -dijo- en las fiestas siempre había un compañero que decía cosas como: ‘pongámosle una pastilla en la coca a las chicas’”. Eso que parecía un chiste, busca en definitiva sacar algo de alguien, de su cuerpo, sin su consentimiento, es la cultura de la violación”. En su análisis, en los últimos diez años se lograron cambios muy importantes, pero aseguró: “Nos debemos un trabajo serio con los varones, por que no van a alcanzar los mecanismos punitivos para lograr contrarrestar algo que culturalmente se sigue reproduciendo desde hace siglos”. 

Jorge Ibáñez, por su parte, fue el encargado de presentar el trabajo que realiza el Centro Integral para Varones, un experiencia inédita en el país que funciona desde hace tres años en la calle Rondeau, en pleno Nueva Córdoba. El centro surgió como una herramienta más, ya que de 40 mil denuncias de violencia de género que llegaban al Polo de la Mujer, el 60 por ciento tenían como agresores a hombres reincidentes.

Desde entonces, la institución ya recibió a seis mil varones de los cuales el 99,6 por ciento son personas que llegan enviados por el Poder Judicial. “Eso es todo un dato, por que llegan enojados, obligados, y muchas veces es difícil revertir esa actitud”, dijo Ibáñez. “La empatía es clave -aclaró-. Empatizar con la víctima es fácil. Pero ¿quién puede sentir empatía por un agresor? Ese es nuestro desafío”, propuso y agregó: “Los médicos estamos acostumbrado a estar del lado sano, del otro lado del escritorio están los enfermos. Pero en la violencia machista es diferente, estamos todos en la misma sopa, en algo cultural que nos involucra a todos”. 

Vanina Baronetto, psiquiatra e integrante del equipo, propuso: “Quiero que piensen en alguna conducta de sus vidas que hayan tenido que cambiar y se pregunten cuánto tiempo les llevó hasta que el cambio efectivo llegó. En cada caso hay motivaciones intrínsecos y externos. Yo por ejemplo -dijo- soy fumadora. Soy medica, trabajo con adicciones, es decir que tengo herramientas para dejar de fumar, y sin embargo no puedo, doy excusas, lo evito. Me falta la motivación para tomar esas herramientas. En algunos casos, no en todos, si los hombres que llegan al centro no tiene esa motivación de replantearse la masculinidad, no van a tomar las herramientas”, explicó. 

Bienvenida

Cada encuentro de la diplomatura está dedicado a una mujer. Esta vez fue el turno de Evita; actriz, escritora, y sobre todo figura central de la política y los derechos de las mujeres del siglo 20. “Una de sus frases fue: donde hay una necesidad, hay un derecho. Y si hay tanta convocatoria en esta diplomatura es porque realmente hay una necesidad. Y todas tenemos el derecho de capacitarnos y saber cómo actuar”, dijo Raquel Krawchic, rectora de la Universidad Provincial de Córdoba. 

La encargada de abrir la jornada fue Claudia Martínez, secretaria de Lucha contra la Violencia a la Mujer y Trata de Personas, ideóloga de la diplomatura. “Este no es sólo un espacio de formación sino una referencia a nivel nacional e internacional.  Estamos logrando una transformación a través de cada momento que compartimos acá”, dijo. “Hoy una participante me dijo que para ella, que fue víctima, es importante venir a compartir porque entendió que el cambio no es personal, sino colectivo. Y ese es el verdadero sentido. No estamos acá para llevarnos un diploma. Tenemos el firme compromiso de transformar la realidad y erradicar la violencia machista, para que el cuerpo de las mujeres no sea un campo de batalla”, arengó. 

En esta, la segunda edición de la diplomatura, participan  la Unión Iberoamericana de Municipalistas, instituciones del Estado, organizaciones políticas y de la sociedad civil que trabajan por la promoción de los derechos humanos.