«Nuestras Manos» expone en la Estación Mitre

Sentado en una de las boleterías, el cuerpo verde, flaco y acurrucado de un enano. Más allá un dragón, un lobo y un centauro. Seres mitológicos distribuidos estratégicamente en la arquitectura neoclásica de la estación del Ferrocarril Mitre, ubicada en bulevar Guzmán, a pocos metros de la terminal de ómnibus de Córdoba. Durante todo el verano, los pasajeros que usan el servicio para viajar a Villa María o Buenos Aires podrán apreciar la muestra de esculturas realizadas por alumnos y alumnas del espacio de expresión artística “Nuestras Manos”, coordinado por la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF).

“Esta vez decidimos llevar las obras a un espacio donde la gente transita diariamente para promover el derecho a la cultura entre quienes, por falta de recursos o tiempo, no pueden visitar lugares tradicionales de exposiciones”, explicó Clarisa Verdú, a cargo de la dirección artística de SeNAF.

Los talleres artísticos de Nuestras Manos tienen lugar en diferentes dispositivos de SeNAF, en el Centro Socioeducativo y Laboral Lelikelen, en Centros Socioeducativos y Residencias. El Lelikelen está abierto a todos los jóvenes de 14 a 24 años que quieran desarrollar su capacidad de expresión a través del arte.

Mediante la realización de cada obra, en Nuestras Manos, “no solo se aprende una técnica, también buscamos que los chicos vayan descubriendo y desarrollando ideas y lenguaje propio”, resaltó Mauricio Olmedo, profesor de escultura.

Esta es la segunda exposición que realizan en el año y decidieron montar una muestra de esculturas con obras de 12 alumnos. Florencia Lihuel, de 24 años, es autora de una de las esculturas más llamativas: una figura humana con dos caras y un vientre  prominente.

La hice hace muchos años en el taller, pero la terminé hace poco. Cuando comencé a trabajar en esa obra yo estaba leyendo estudios sobre género y lo queer, entonces quería hacer algo jugando con eso, con lo que no estaba definido. Pero claro, cuando la gente la ve, le da su propia interpretación”, cuenta ahora la joven artista que cursa segundo año en la escuela Figueroa Alcorta.

Florencia dice que su paso por Nuestras Manos fue clave. “Antes hacía talleres artísticos y como no los podía pagar ofrecía mi trabajo, barría las veredas o hacia otras actividades, pero era difícil sostenerlo”, cuenta. En Nuestras Manos encontró el espacio para aprender y también un lugar de contención.

Nuestras Manos cuenta con talleres de carpintería, teatro, escultura y pintura y analizan agregar yoga y danzas para el próximo año. En 2018 pasaron 85 alumnos por los talleres, 45 de los cuales recibieron certificados.

“Cada vez que hacemos una muestra y los chicos y chicas se exponen a la mirada de los otros, quedan un poco shockeados”, cuenta Clarisa. “Acá llegan chicos que no han encontrado nada en la mirada de un adulto, o han sido silenciados -explica y agrega-: las obras muchas veces hablan de lo que han tenido que callar. Simbólicamente acá se hacen visibles a través de sus obras, los valoran, los admiran”.