Los rincones de la memoria, los rincones del futuro

Alguien dijo, alguna vez, que hablar de memoria es referirse al conjunto de representaciones del pasado que constituye el nivel mediador entre el tiempo vivido y el sentimiento identitario de un pueblo en el presente.

Precisamente, izando esa bandera, en 2010 el Campo de La Ribera reabrió sus puertas pero esta vez de otra manera. Lo que fue aquel Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio se recuperó para convertirse en Espacio de la Memoria de Córdoba, al igual que La Perla y el ex D2.

Cronología

El Campo de La Ribera nació como una cárcel militar en la década del ’40. Unos 30 años después se transformó en una de las patas de la red clandestina en la lucha contra la “subversión” a cargo del general Juan Bautista Sassiaíñ.

Este edificio fue un campo derivador. Los colectivos llegaban llenos de detenidos, algunos eran puestos en libertad, otros eran trasladados a la cárcel, otros eran derivados a La Perla, lo que era sinónimo de desaparición.

En “La Escuelita” -porque La Perla era “La Universidad”, si hablamos en términos de terror-,  las estadías eran breves y se estima que pasaron unas 4 mil personas, de las cuales 100 aún siguen desaparecidas.

Este Centro fue parte del aparato represivo hasta 1978 cuando la cárcel militar de La Calera retorna a este predio tras la visita de la Cruz Roja al país como consecuencia de las denuncias por violación de los derechos humanos.

Durante la gestión de Eduardo Angeloz, el Campo de La Ribera, que estaba abandonado, se transformó en colegio, lo que modificó la estructura edilicia de lo que había sido este Centro de Exterminio. Las instituciones educativas funcionaron aquí hasta 2009.

Finalmente en 2010, el predio se convirtió en Espacio de la Memoria, y hoy aúna las tres caras de su historia: la del horror, la de la educación y la de la recuperación.

Construyendo futuro

En el mismo terreno donde se registraron detenciones y muertes, años más tarde, funcionaron dos escuelas. Esta situación produjo que varios de los lugares se modificaran, quedando sólo algunos rincones en su estado original.

Esos sitios que aún permanecen tal como eran son los piletones, donde se practicaba “el submarino”; la sala de tortura; la sala previa, donde se tomaban los datos de los detenidos; y la pared del patio, que todavía conserva las marcas de los balazos y los ganchos, en los cuales eran colgadas las víctimas ya sea durante la tortura o antes de fusilarlas.

Mario Paredes, director del Espacio, afirma que contar con un lugar que resguarda dos realidades implica “preservar las dos memorias, tanto la del Centro Clandestino como la de los colegios que pasaron por aquí años después. Lo que era una celda para los exdetenidos, para los jóvenes era su aula, donde quizás habían conocido a su novia. Entonces el objetivo es que no se enfrenten estos recuerdos”.

Aunque no le tocó pasar por el Campo, Paredes es un expreso político, y más que nadie sabe de la importancia de poder rearmar el pasado para mirar hacia delante.

“Los Espacios de la Memoria son fundamentales para que no se esconda lo que ocurrió en la dictadura, como se hizo alguna vez en nuestro país. La memoria es una construcción permanente, es decir es todos los días y todas las generaciones. Y tener este espacio ayuda a entender y ubicar dónde ocurrió, qué ocurrió, a quién y por qué para proyectar un futuro mejor”, dice.

De alguna manera y con este fin, hoy el Campo de La Ribera se asume con el compromiso de potenciar la igualdad de oportunidades. Este lugar es uno de los pocos Espacios de la Memoria de Argentina que tiene una relación directa con un sector marginal de la población. Así, se realizan talleres de formación de oficios, actividades con escuelas de la zona, clases de informática para mayores, escuela primera para adultos y taller de marroquinería; todas actividades iniciativas destinadas a personas en situación de vulnerabilidad.

Hoy es identidad, hoy es justicia, hoy es cultura

El Espacio para la Memoria propone un recorrido por el sitio que permite comprender cómo era el funcionamiento de este Centro Clandestino en tanto engranaje del circuito represivo de Córdoba. Esta señalización se sustenta en los edificios como referentes espaciales y sugiere un orden de recorrido en función de la vivencia de los detenidos que estuvieron en cautiverio aquí.

Asimismo, se puede ver en distintas salas exposiciones como «Desde adentro», «Historias de Vida I» y «Registro Molas y Molas».

Las visitas al Museo de Sitio del Espacio se realizan de lunes a jueves de 10 a 14 horas. La entrada es libre y gratuita. Para realizar Recorridos Educativos, comunicarse al 4348876 (interno 31) o al correo electrónico educacionlaribera@gmail.com