Catalina: cómo fue el Milagro que la lleva a la Beatificación

“Fue un martes 22 de abril como a las 21, en el año 1997. Yo tengo un departamento detrás de la casa de mis papás, separada por el patio. Estaba terminando de darles de comer a mi hijo y mi esposo, y me iba a lo de mi mamá. Desde mi casa escuchamos un ruido muy grande, salgo corriendo y lo escucho a mi papá gritando. Cuando entro, encuentro a mi mamá en el piso. Mi papá salió a buscar a un doctor que vive frente a mi casa, y yo me quedé con ella, pero al instante hizo una inspiración muy profunda y estiró el brazo. Ahí me di cuenta que había muerto”.

Así relata el momento más duro de su vida Eugenia Valdéz, una maestra tucumana de la Congregación de las Esclavas del Corazón de Jesús. El mismo momento que -sin imaginarlo- luego se convertiría en el episodio Divino que la llevaría a una unión eterna con la Madre Catalina.

En shock y con la desesperación propia de la situación que estaba viviendo, Eugenia salió a la calle al encuentro de su padre, y en ese instante apareció uno de los vecinos con su auto, quien los sugirió trasladarla hasta el Sanatorio Galeno, que era el más próximo a su casa. Pero el traslado no fue sin complicaciones: su mamá, Sofía Acosta, yacía en el suelo completamente fría y rígida, por lo que llevó mucho tiempo y cuidado subirla al vehículo de dos puertas y lograr dirigirse a la guardia del Hospital.

“Cuando llegamos a la guardia habían transcurrido unos 20 minutos. En una camilla la llevaron a Emergencias, y el Doctor Olguín, junto con el enfermero Pablo Laura y el doctor Malmoria, la atendió y reanimó por 20 minutos más. Tristemente salieron para decirnos que había fallecido. Le pedí al doctor Malmoria que vuelva, porque estábamos rezando a la Madre Catalina y ella la iba a ayudar”, comenta Eugenia, quien vio ingresar nuevamente a Emergencias al equipo de médicos que escuchó su pedido. Minutos después los profesionales salieron solicitando con urgencia la Unidad Coronaria porque su mamá había vuelto a tener signos vitales.

Si bien trasladaron a Sofía a la sala con vida, el estado de coma muy profundo no era alentador y los pronósticos indicaban que, si sobrevivía, quedaría con grandes secuelas.

“La gente se seguía sumando y todos rezaban a la Madre Catalina. Al otro día, una compañera me acerca una estampita con la reliquia de la Madre, que era un pedacito de su hábito. Cuando me dejan pasar a la sala, se lo posé en el corazón y la cabeza, y lo dejé debajo de su almohada. Seguimos rezando de manera constante. Mis amigos, alumnos, allegados, todos rezábamos… y mamá se fue recuperando. A los diez días estaba dada de alta y sin ningún tipo de secuelas”, relata Eugenia.

“Hoy mamá tiene casi 80 años, han pasado 20 años de este episodio y está muy bien”, cuenta la maestra tucumana, quien además expresa que Sofía le confesó que en esos minutos en que tenía muerte biológica “caminó en un parque lleno de flores, que nunca volvió a ver. Tenía mucha paz y felicidad, y pudo ver a su mamá y su sobrino fallecidos, felices también, quienes se acercaron para decirle que volviera, que no era momento de estar allí”.

“Para mí Catalina es la mamá que nos cuida. Es la mamá que no nos desampara y siempre está con nosotros: en la tristeza, la alegría, la paz, la intranquilidad”, cuentan Eugenia y Sofía, no pudiendo evitar la emoción de saber que continúan compartiendo la vida y que son testigos vivientes de la Santidad de Catalina.

Cómo fue el proceso de presentación del Milagro

Son varias las instancias para postular un Milagro. La hermana Silvia Corrale, perteneciente a la congregación de las Esclavas del Corazón de Jesús, quien además ha escrito libros sobre la vida de Catalina, explica: “Había que esperar 50 años para empezar a hacer estos trámites en Roma, la sede central del Cristianismo. Se tiene que hacer con mucha seriedad: hay un juicio, donde se somete a discusión el Milagro. Hay que hacer algo muy amplio, recoger testimonios para que la defensa sea contundente”.

Luego de la presentación, en 1980, Catalina fue declarada Sierva de Dios. En 1998 se le reconocieron las Virtudes Heróicas, por lo que se la llama Venerable. La Hermana Corrale explica: “Allí se determina que Catalina vivió heroicamente la fe, la esperanza y la caridad. Y fue es el momento donde aparece el Milagro de Tucumán. Se van recogiendo estas Gracias, algo que lleva aproximadamente cinco años en un proceso diocesano, y se presentaron en Roma. En Mayo de este año, el Papa Francisco lo firmó como Milagro, y eso lleva a beatificar a Catalina”.

“Fue un arduo trabajo, de mucho tiempo… fueron muchas las Hermanas y los laicos que trabajaron. La Hermana Hilda Bustos, que tiene 99 años y vive en Salta, fue una de ellas. Y hay otras que vivirán la fiesta de la Beatificación desde el cielo también”, finaliza Corrale.

La Beatificación, en el Centro Cívico

La ceremonia de Beatificación de la Madre Catalina se realizará el sábado 25 de noviembre a las 10, en el Centro Cívico del Bicentenario, ubicado en Rosario de Santa Fe 650. Esta celebración estará presidida por el Cardenal Ángelo Amato, Prefecto para la Causa de los Santos enviado del Santo Padre Papa Francisco. El Arzobispo de Córdoba Monseñor Carlos José Ñáñez, será el anfitrión de la ceremonia como Pastor de la Iglesia Católica local.