Córdoba en canciones: artista en representación del amor

“Cuando regresé de México –país donde se había exiliado durante la dictadura–, escuché Córdoba va silbada por un albañil. Eso me impactó porque mi padre también fue albañil y yo compré mi primera guitarra cuando cobré el primer sueldo como peón, a mis 14 años”. Así relata Francisco Heredia los sentimientos que experimenta con sus creaciones musicales. “Uno escribe y cuando vuelve a escuchar lo que hizo, esa canción ya dio una vuelta incalculable”, agrega.

Pero lo que une a la música y a este autodidacta –tal y como él se define-, data de mucho tiempo atrás, y tiene notas un tanto más tristes: es que Jorge Humberto, su hermano mayor, falleció en sus brazos a los 23 –cuando el músico tenía 13-; y si bien a Francisco le gustó siempre el fútbol –“era bueno”, recuerda–, fue en ese momento donde prometió cumplir los sueños de su hermano: viajar y cantar. “Y ese fue mi destino”, afirma.

Recorrió el mundo, cantó en lugares insólitos, y compuso –seguramente sin imaginarse que resultarían himnos– canciones como Córdoba va, Aguas de la Cañada o En la peatonal, que tapizaron de notas musicales las radiografías de distintos rincones cordobeses. “Ahora no registro más mis temas… si alguien los toma y se hace millonario, que me invite un café”, celebra entre risas.

“Viví la vida de otro… pero también viajé mucho gracias a la guitarrita. Me dejó darle dos vueltas y media al mundo: canté en Alemania, en México… canté en lugares donde nunca habían escuchado nada. En el año ’76, con el grupo Nacimiento hicimos una gira por Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, y en Ecuador tocamos en un lugar con los indios Saraguros u Otavaleños, no recuerdo bien, ¡pero no hablaban español ni sabían aplaudir!”, relata Francisco.

francisco heredia3

 

Pocho Heredia no sólo compuso canciones, sino que también trabajó realizando jingles publicitarios y bandas sonoras de películas. “Hay que ser diferente… ya hay muchos iguales”, sostiene y afirma: “No hay que correr delante del viento, ni estar por detrás: hay que ser viento… tu propio viento”.

Ahora, instalado en las sierras cordobesas, continúa definiéndose como urbano, pero expresa que eligió –también por amor– a Villa Las Rosas para vivir. “A mi mujer le gustaba el campo. Me fui por amor”, relata, y manifiesta su respeto a las yerbas medicinales, al mismo tiempo en que posa sus manos sobre un libro que aborda la temática.

Francisco recuerda lo distinta que era Córdoba en su época de juventud, y relata lo difícil que era ensayar, ya que nadie estaba acostumbrado al sonido de los instrumentos eléctricos. “A mí me gustan los bordes, todo lo que puede aportar otra visión a un lugar”, menciona y relata historias de El Abrojal, zona que comenzaba detrás de La Cañada y que hoy tomó el nombre de Barrio Güemes.

“Quiero sorprenderme todavía. Y la vida me sigue sorprendiendo. Los jóvenes… son ellos quienes tienen que escribirle a Córdoba ahora. La provincia siempre te está proponiendo nuevas canciones, y son los jóvenes quienes tienen que escribirle. Los viejos ya miramos con ojos cansados”, sintetiza Pocho.

No dejes de ver el informe completo de todas las canciones que llevan impreso el sello cordobés.