Un molino de papel sustentable desde sus cimientos

Primero fue el papiro; le siguió el pergamino y luego el papel, alrededor del año 105. Mecanismos ancestrales para la transmisión de conocimiento. El papel, por entonces a partir de una pasta producida en base a corteza de árbol y tiras de bambú, permitió contar con un elemento ligero y de fácil almacenamiento. La invención de la imprenta, en 1438, impulsó su fabricación a escala industrial.

En el mundo, por estos días, la producción sostenible de papel, desde la recuperación de aquel ya utilizado o mediante fibras naturales, resulta indispensable por razones medioambientales: Morigera la tala de árboles, reduce el consumo de energía y descontamina el agua y el aire. En Córdoba, un proyecto apuesta a la fabricación, investigación y enseñanza del oficio de hacer papel.

La idea surgió en el seno de la Universidad Provincial de Córdoba (UPC) que gestionó su financiamiento mediante el Fondo de Competitividad de la Agencia para el Desarrollo Económico de la ciudad de Córdoba (ADEC). Así, en uno de los extremos de la UPC en Ciudad de las Artes, contiguo al Parque Sarmiento, se construye por estos días un molino de papel. Pero eso no es todo.

La construcción del aula taller, de unos 52 metros cuadrados, está a cargo de jóvenes de la Fundación Yayaicú, dirigida por el sacerdote Mariano Oberlin. Se trata de un módulo rectangular edificado a partir del reciclado de envases de plástico. Las botellas son prensadas y luego ubicadas en bastidores de madera de 2,50 metros. Esos módulos, unidos y después revocados, conforman el muro perimetral del edificio.

Un proyecto innovador

El molino de papel asoma con un propósito claro: Producir y proporcionar papel de la más alta calidad, a los menores costos y con prácticas medioambientales que permitan una actividad económica sustentable. Para la rectora de la UPC, Raquel Krawchik, se trata de “un proyecto innovador que está dentro de los objetivos de desarrollo sostenible en el mundo, hacia los objetivos del 2020. Estamos orgullosos de poder encabezar un proyecto de este tipo”, enfatiza.

“Estamos construyendo esta aula taller para la capacitación y el aprendizaje sobre cómo utilizar material reciclable para la fabricación de papel, que luego se va a poder vender. Es un espacio innovador de conocimiento. Es una necesidad, también, para la toma de conciencia de qué significa el cuidado del ambiente”, explica, mientras observa junto al padre Oberlin el avance de la obra.

“Estamos muy entusiasmados – remarca Krawchik – por la derivación que puede tener hacia afuera. Este lugar es económico, sustentable. Es una necesidad en la toma de conciencia de qué significa el cuidado del ambiente. Acá estamos viendo plásticos y también la utilización de papel, pensar que el material desechable puede no ser desechable y se puede transformar en una casa, en este caso en un aula”, señala.

A Oberlin también se lo nota entusiasmado. El módulo que los jóvenes de su Fundación construyen en Ciudad de las Artes es el primero por fuera de la propia estructura de la organización: “Es lo primero que estamos construyendo fuera de nuestro espacio. Ya hemos construido 4 salones y casas, todo con esta técnica en Campo de la Rivera, para que los chicos tengan su espacio de trabajo, pero este módulo es el primero que hacemos para afuera, los chicos están chochos”, subraya.

Oberlin apunta que “participan del proyecto los chicos que viven con nosotros en las casitas, chicos que están haciendo su proceso de rehabilitación de las adicciones y que, como parte de ese proceso, han hecho experiencia de trabajo. Intentamos que sea trabajo lo más formal posible, que se cumplan ciertos requisitos para que, en el día de mañana si salen a trabajar a otro lado, que sepan que tienen que trabajar 8 horas y cumplir ciertas normas de productividad”.

“Si no se preparan para eso difícilmente después puedan conseguir trabajo”, resalta Oberlin. “La idea es que los chicos puedan ir formándose, que en su proyecto de rehabilitación puedan ir pensando en un proyecto a futuro, en un proyecto de vida, y que ese proyecto de alguna manera pueda ir concretándose, a través de un trabajo y de ganarse la vida”.

Papel a partir de desechos orgánicos

El modulo avanza. Estará listo en unos 40 días. Al mismo tiempo, se construye la maquinaria para el procesamiento de fibras, cocción, prensado, secado del papel y racks de depósito. Mariela Edelstein, secretaria de Extensión y Relaciones Institucionales de la UPC, apunta que “el objetivo es un papel duro, fuerte, para pintura, para grabado, para hacer libros, para diseño”.

Edelstein agrega que el molino de papel “será un espacio dedicado a la docencia, a la investigación y a la producción de papel artesanal. Papel hecho con fibras naturales. También, este molino va a poder reciclar papel, pero la intención es investigar con qué cosas se puede producir papel, con cáscaras de cebolla, de ajo, paja brava, hasta con guano de vaca podemos fabricar papel”, añade.

La coordinación general del molino de papel estará a cargo de Héctor Rodríguez, reconocido maestro papelero. En todo el proceso de fabricación de papel se utilizará agua recuperada. La propuesta apunta a producir unos 10 mil pliegos de papel de fibra natural autóctona. Investigar, enseñar, producir desde una concepción eco sustentable. Una buena idea pensando en el futuro.